El antiguo edificio de la Embajada de Estados Unidos en Cuba, terminado en 1953, ha vuelto a funcionar como tal en la capital cubana después de 38 años de hacerlo como una oficina de intereses.
Fue diseñado por la compañía de Wallace K. Harrison y Max Abramovitz, quienes tomaron parte en la creación del Lincoln Center y la sede de Naciones Unidas en Nueva York.
El edificio sito en el Malecón de La Habana formó parte de una serie de embajadas diseñadas por prominentes arquitectos de la época a petición del Departamento de Estado, tras la Segunda Guerra Mundial. El clima de posguerra definió el estilo modernista del proyecto, destinado a inspirar al mundo a seguir a Estados Unidos en la búsqueda de la prosperidad.
Cuando abrió sus puertas, poco después de concluido, las relaciones entre los dos países no podían ser mejores. Por ese entonces, el Gobierno cubano había dedicado abundantes inversiones a esa zona para fomentar su desarrollo.
Originalmente, la oficina del embajador ocupaba el piso más alto del edificio junto a otras áreas dedicadas a las oficinas consulares, la sección de visas y la de servicios de información pública.
Solo ocho años pudo disfrutar el cuerpo diplomático estadounidense la nueva embajada frente al litoral habanero. En enero de 1961, el presidente Dwight D. Eisenhower rompió relaciones con el régimen de Fidel Castro, tras acusaciones de que la embajada era usada como base de espionaje.
El personal diplomático de Suiza quedó, entonces, encargado de salvaguardar la estructura. La agencia Swissinfo ha recordado por estos días cómo el embajador suizo Emil Anton Stadelhofer tuvo que esforzarse entre 1963 y 1964 para impedir que Fidel Castro convirtiera el edificio en sede del Ministerio de la Pesca.
En junio de 1977, como parte de un acercamiento con el Gobierno de Cuba del presidente Jimmy Carter, la antigua embajada fue reabierta como Sección de Intereses de Estados Unidos, bajo protectorado de la embajada suiza. Asimismo, la que fuera embajada de Cuba en Washington reabrió como Sección de Intereses de Cuba, bajo la protección de la embajada de Checoeslovaquia.
Imán de las furias fidelistas
El edificio ha sido en estos años una especie de imán de los resentimientos del régimen castrista contra Estados Unidos.
El 19 de abril de 1980, frescos aún los sucesos de la Embajada del Perú, Fidel Castro encabezó la primera de sus llamadas "marchas combatientes" ante la misión.
El 2 de mayo de ese año, unas 700 personas se congregaron frente al edificio para preguntar por su salida del país. Una famosa filmación muestra cómo individuos armados con palos reprimen a golpes a las personas que intentaban entrar. Según varias fuentes, los represores fueron reclutados por el régimen en escuelas y centros de trabajo. La Sección abrió las puertas a unos 300 a 400 de los congregados para librarles de la golpiza.
Las marchas combatientes se reactivaron en 2000 para reclamar la devolución a Cuba del balserito Elián González, encomendado a sus familiares en Miami luego de que su madre pereciera en el mar. Ese mismo año el Gobierno de la isla ordenó construir en los terrenos aledaños a la sede del antiguo parque 4 de Julio (un homenaje a la Independencia de Estados Unidos), la llamada Tribuna Antiimperialista. Fueron los comienzos de la costosa y monótona Batalla de Ideas de Castro.
En la Navidad del 2004, bajo la Administración del presidente George W. Bush y siendo jefe de misión James Cason, se colocó en el exterior del edificio, entre los adornos navideños, un visible número 75, en alusión a los 75 opositores y periodistas independientes encarcelados durante la ola represiva de marzo del 2003 conocida como "Primavera Negra". El Gobierno cubano advirtió a la misión estadounidense que sufriría "consecuencias" si no desmantelaba el cartel, pero los diplomáticos americanos ignoraron la amenaza.
En 2006 se desplegó en los pisos superiores de la Sección un cartel electrónico que presentaba en español noticias y mensajes sobre los Derechos Humanos y otros temas, censurados en la isla. El Gobierno cubano no demoró en instalar 130 astas con banderas negras para bloquear la visibilidad de los mensajes.
El Parque de los Suspiros
La instalación diplomática se encuentra fuertemente custodiada en su perímetro por guardias cubanos y sólo se permite el acceso después de varios controles, algo que Washington ha tratado de cambiar en sus recientes negociaciones con La Habana. Ni siquiera los transeúntes pueden caminar por la acera que rodea a la estructura.
Un parque cercano a la embajada, en la confluencia de las calles Calzada y K, frente a la antigua funeraria Rivero, se ha hecho famoso por la cantidad de cubanos que diariamente se reúnen allí en espera de ser entrevistados para visas de visita temporal o para emigrar a Estados Unidos. La carga emocional que allí se concentra ha hecho que se le conozca como "el Parque de los Lamentos" o "de los Suspiros".
Como dato curioso, una valla colocada permanentemente por los propagandistas del Gobierno cerca de la misión estadounidense advertía: "Señores imperialistas, no les tenemos absolutamente ningún miedo". Algún cubano ingenioso lo convirtió en un chiste popular: ..."¡Pero les tenemos una envidia!".
El Gobierno de Cuba se ha referido todos estos años al edificio como la SINA, Sección de Intereses de Norteamérica. Ahora, con el gradual deshielo entre los dos Gobiernos, y la bandera de las barras y las estrellas de nuevo ondeando en el Malecón habanero a partir de este viernes, la emblemática estructura vuelve a ser para los cubanos simplemente "la embajada americana".