El militante anticastrista cubano Luis Posada Carriles falleció el martes en Miami a la edad de 90 años, confirmó a Martí Noticias su abogado, Arturo Hernández.
Su fallecimiento ocurrió poco después de las 5 a.m. en un hogar gubernamental para veteranos, en la ciudad de Miramar, al norte de Miami.
El cadáver del luchador anticastrista será expuesto este domingo 27 de Mayo, de 2:00 a 6:00 pm, en la funeraria Caballero Rivero, situada en el 3344 SW 8 Street Miami, Florida, 33135, frente al conocido restaurante "Versailles".
Nacido en Cienfuegos, el 15 de febrero de 1928, Posada Carriles hizo estudios de Medicina en La Habana y tras la llegada al poder de Fidel Castro se vinculó a grupos clandestinos de oposición.
En 1961 la embajada de Argentina le brindó asilo, luego viajó a México y de ahí a Miami, donde participó en los preparativos para el desembarco en Cuba de la Brigada 2506, compuesta por exiliados cubanos.
Tras el fracaso de la expedición de Bahía de Cochinos, ingresó al Ejército de los Estados Unidos. Documentos desclasificados por el gobierno de los Estados Unidos indican que Posada Carriles trabajó como agente de la Agencia Central de Inteligencia entre 1965 y 1974.
En 1967 se trasladó a Venezuela donde trabajó para la Dirección General de Policía (DIGEPOL).
En 1971 organizó un frustrado atentado contra Fidel Castro en Chile, aprovechando una larga visita del gobernante cubano en el país austral durante el gobierno de Salvador Allende.
Él mismo sobrevivió a cuatro intentos de asesinato, en uno de los cuales sufrió una herida que le dejó problemas del habla.
Acusaciones de terrorismo
En 1976 se sumó en Caracas a la Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU) fundada por Orlando Bosch, una entidad partidaria de la lucha por todos los medios que patrocinaba un proyecto llamado "la guerra por los caminos del mundo" contra el régimen de Fidel Castro.
Los gobiernos de Cuba y Venezuela han acusado a Posada de actos terroristas, especialmente el atentado con bomba en 1976 cerca de Barbados contra un avión de Cubana de Aviación, que causó la muerte de 73 personas;y una serie de petardos que fueron colocados entre 1996 y 1997 en hoteles de La Habana, cobrando uno de ellos la vida del turista italiano Fabio Di Celmo.
Arturo Hernández, abogado de Posada, consiguió su absolución en relación con estos últimos sucesos en 2011, cuando una acusación de fraude migratorio derivó en otra de terrorismo internacional.
Hernández, quien tuvo una larga relación personal con su defendido, dijo a Martí Noticias que la detención de Posada en relación con el avión de Barbados tenía que ver con los lazos en aquel momento entre Caracas y La Habana. Subrayó que fue exonerado dos veces, por un tribunal civil y otro militar. Posada negó reiteradamente su participación en el atentado al avión de Cubana de Aviación en Barbados.
Abocado a un tercer juicio, convencido de que nunca lo dejarían salir de prisión y después de ocho años detenido, escapó de la cárcel.
Hernández señala que a su llegada a Estados Unidos Posada fue sometido durante tres días a un detector de mentiras que no registró que mintiera sobre su presunta participación en el atentado de Barbados.
En el caso de fraude migratorio ventilado en El Paso, Texas, que ya incluía cargos de obstrucción de la justicia y perjurio, recordó que se incrementó con una acusación de terrorismo internacional, incluyendo la llegada a la sede del proceso, desde Washington, de fiscales especializados.
El defensor precisa que en el juicio se permitió declarar a especialistas del Ministerio del Interior de Cuba, y a la periodista de The New York Times Anne-Louise Bardach, quien pudo exponer como evidencia seis horas de grabaciones de una entrevista que le hizo a Posada en 1998.
Sin embargo, el jurado tardó menos de dos horas en absolver al acusado de los once cargos.
Your browser doesn’t support HTML5
Hernández aseguró que "en el último análisis de su persona Posada era un tipo patriótico, que sentía lo de Cuba en su corazón; porque ninguna persona se sacrifica de la manera que él se sacrificó, viviendo en las condiciones que vivió por muchos años, si no es por una causa que él de verdad sentía".
"Y eso yo se lo puedo verificar: que Posada en su mente siempre tenía como prioridad tratar de ayudar a resolver el problema del comunismo en Cuba", afirmó el abogado.
Posada tenía una gran pasión por la pintura. Sus cuadros de paisajes cubanos formaron parte de varias exposiciones personales y colectivas en Miami, e integran colecciones privadas.
A Luis Posada Carriles le sobreviven dos hijos y su esposa.
La pistola de "Olo" Pantoja
El periodista e historiador Pedro Corzo, presidente del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo ofreció esta anécdota relatada en primera persona por Posada y transcrita de una entrevista de hora y media que Corzo le grabó y que saldrá en su próximo libro "Confrontación". El suceso determinó su asilo en la Embajada de Argentina:
"La primera vez que salí de Cuba fue aproximadamente en octubre de 1960; lo hice legalmente aunque había estado conspirando en el Frente 'José Antonio Echevarría' con los hermanos Puente Blanco que tenían contactos en Miami".
"En cuanto llegué a la ciudad estadounidense entré en contacto con algunas de las personas que estaban vinculadas con los campamentos en los cuales se estaban preparando los futuros expedicionarios, pero la misión con la que había venido de la isla era conseguir recursos bélicos para retornar con ellos a Cuba".
"En ese entonces tuve la oportunidad de entrevistarme con José Miró Cardona y Alfredo Cepero, que eran las personas que según me habían informado, eran los que apoyaban desde el exterior la organización en la que yo militaba".
*Cuando me dijeron que tenía que regresar a Cuba para dar detalles de cómo ingresarían en unos cargamentos armas y explosivos, lo hice en un vuelo que transportaba a la isla a los llamados repatriados, cubanos que residían en Estados Unidos pero que después del triunfo de la insurrección habían decidido regresar a Cuba".
"Esos viajeros eran recibidos en el aeropuerto capitalino con música y un despliegue propagandístico muy grande. Me hice pasar por un ,barbero que regresaba, por lo que llevé un equipo completo de corte de pelo. Pero en el mismo momento en que ingresé al salón de recepción una mujer que le decían Chilsita me reconoció y delató, por lo que fui arrestado por la policía y posteriormente entregado, dos días después, a "Olo" Pantoja, uno de los oficiales castrista que murió [en 1967] en Bolivia con [Ernesto] Guevara".
"En aquellos tiempos la seguridad castrista tenía muchas deficiencias y cometía muchos errores. Por ejemplo, Pantoja me subió a la parte trasera del vehículo sin esposarme y acompañado solo de otro militar. De inmediato vi la oportunidad y decidí fugarme, sin importar los riesgos, porque en aquellos tiempos eran muchos los fusilamientos, y yo era un buen candidato".
"Tengo en la memoria como si fuera hoy cuando el chofer encendió un cigarro usando una fosforera. Yo, que no fumo, le pedí uno. El sujeto, de la misma cajetilla, sacó el cigarro; me lo puse en la boca y cuando me acerqué al asiento delantero para prender el cigarro vi la pistola de Pantoja al alcance de mi mano".
"Me abalancé hacia el arma a la vez que golpeaba a uno de los militares. En eso la pistola se descargó porque tenía una bala en la recámara. De inmediato Pantoja ordenó detener el automóvil que seguía circulando a pesar del enfrentamiento en su interior, lo que determinó que el vehículo se volcara".
"Estábamos cerca de la Plaza Cívica, yo conservaba el arma y estaba apuntándoles. Recuerdo que Pantoja me pidió que no le disparara, porque tenía familia. De inmediato boté las llaves del carro y salí corriendo, pero no había llegado a una esquina cuando empezaron a dispararme desde el auto. Evidentemente los custodios portaban más armas".
"Respondí el fuego y se generó un breve tiroteo; confieso que mi fuga fue un desastre técnicamente hablando, pero logré evadir a las autoridades. En ese momento llegó un autobús en el que me subí, y aunque en el vehículo viajaban dos milicianos, ninguno hizo nada por detenerme. Le dije al conductor que me dejara en la próxima parada, tenía la ropa muy sucia, hacía dos días que no me bañaba y seguía con la pistola en la mano".
"En realidad tuve mucha suerte, tomé un taxi y el chofer, al que no conocía, no solo no le pagué sino que me dio dinero para que llamara a una persona que tenía el seudónimo de Macalises, la que me recogió y de inmediato me condujo a la sede de la embajada de Argentina, al mes de estar asilado salí del país rumbo a México".