El 25 de febrero de 1990 se dio un hito en la historia política de Nicaragua que dejó un importante precedente: una mujer derrotaba en las urnas a Daniel Ortega, poniendo fin a una guerra que dejó miles de muertos desde el triunfo de la Revolución Sandinista.
Se trataba de Violeta Barrios de Chamorro, reconocida en Nicaragua como “la dama de la democracia”. Si bien otras mujeres habían ocupado puestos presidenciales en Latinoamérica, Chamorro fue la primera elegida en unos comicios.
Su papel en la política fue fundamental, al punto que el mundo vio con sorpresa el giro de una Nicaragua que todavía pasaba por uno de sus momentos más duros.
“Violeta Barrios de Chamorro dejó dos legados”, dijo a la Voz de América el analista político Edmundo Jarquín. “Primero, reconcilió al país, que había sufrido una guerra civil. Desarmó al país y reconcilió al país. Es decir, es resultado de Violeta Barrios de Chamorro, la paz”.
Hoy Chamorro tiene de 92 años y está retirada de la política. Su estado de salud es reservado desde hace varios años.
Sin embargo, otras mujeres han ocupado un papel importante en la historia de Nicaragua.
Vilma Núñez, quien desde joven luchó contra la dictadura somocista defendiendo los derechos humanos, es una de ellas.
A sus 83 años, Núñez es directora del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) y le preocupa la condición que se vive actualmente con el Gobierno de Ortega.
Su posición crítica le ha valido la persecución gubernamental. En diciembre de 2018, las instalaciones de la organización que formó fueron allanadas por la policía de Nicaragua y tuvo que trabajar de forma clandestina.
“Llevamos tres años de la ilegal cancelación de la personería jurídica y del despojo y robo vulgar de nuestras instalaciones, ejecutado por la Policía, con orden del Ministerio de Gobernación. Esta situación nos ha llevado a condiciones precarias. Aun así, no hemos dejado de trabajar en ningún momento impulsando y defendiendo los derechos humanos”, declaró Núñez en una entrevista con la VOA.
Núñez afirma que la actual crisis que se vive en Nicaragua “es peor en los niveles de crueldad y perversidad” a la vivida con los gobiernos de Anastasio Somoza (de 1967 a 1972 y de 1974 a 1979).
María Teresa Blandón es otra mujer reconocida entre la sociedad civil que luchó por la vía armada contra el somocismo. Después de la guerra civil de la década de 1980, se dedicó a la defensa de los derechos de las mujeres.
Hoy, Blandón es crítica a la Administración de Ortega y su esposa, Rosario Murillo, y a la forma en que la pareja en el poder ha intentado crear una apariencia “falsa” sobre el reconocimiento a las mujeres.
Y es que el gobierno ha dicho que las mujeres representan un papel importante en el Estado, al punto de que promulgó una ley que ordena que estas integren el 50 por ciento de las candidaturas a cargos populares presentadas por los partidos políticos.
“Lo que el gobierno hizo fue llevar más mujeres en todos los poderes del Estado y eso es un avance y ha sido una demanda de movimientos feministas en el mundo entero”, dijo Teresa Blandón a la VOA.
La participación de las mujeres en los espacios del Estado “ha sido amañada, cooptada, pero incluso a veces denigrante, porque el gobierno ha pasado 11 años quitando y poniendo mujeres”, opinó.
“En número, las mujeres han sido quienes más han recibido el peso de las sanciones del autoritarismo de la pareja Ortega-Murillo. No han tenido libertad de expresión y han tenido que someterse a los mandatos dictatoriales de la pareja, que son los que deciden, controlan y toman decisiones”, agregó Blandón.
Nuevamente una mujer con mucho poder
Nuevamente una mujer ha vuelto a tener poder e influencia en Nicaragua: la vicepresidenta Rosario Murillo.
A pesar de las diferencias de opinión que genera su nombre, su poder es casi innegable, aunque hay quienes la critican por el “autoritarismo” con el que gobierna.
Daniel Ortega recientemente dijo que Murillo es “copresidenta”, pero a veces la ha llamado “la eternamente leal”, entre otros calificativos.
“Aquí tenemos dos presidentes, porque respetamos el principio de 50 y 50. Entonces aquí tenemos una copresidencia con la compañera Rosario”, señaló Ortega en una ocasión.
Sin embargo, algunos grupos feministas y activistas, como María Teresa Blandón, dicen que nunca se han sentido representadas en la figura de Murillo.
“Las feministas nunca nos hemos sentido representadas en la figura de Rosario Murillo. De hecho, Murillo es antifeminista. En estos años nos ha acusado de todo, de asesinas por defender el derecho a las mujeres al aborto, e incluso nos ha dicho que vivimos a costa de las mujeres porque le hemos criticado su política de tolerancia a la violencia machista. ¿Cómo sentirnos representadas en una mujer que ha exhibido un poder machista?”, cuestionó Blandón.
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