En medio de una profunda crisis económica y social en Cuba, los familiares de presos políticos denuncian el impacto psicológico y emocional a que se han visto sometidos, agravado por las restricciones a la comunicación, la suspensión de visitas familiares y las precarias condiciones en las cárceles.
Estas familias, ya fragmentadas por el encarcelamiento de sus seres queridos, enfrentan dificultades que afectan todos los aspectos de sus vidas.
Marta Perdomo, madre de Nadir y Jorge Martín Perdomo, condenados a seis y ocho años de prisión, respectivamente, tras las protestas del 11 de julio de 2021, relató desde Mayabeque cómo su vida y la de su familia se transformaron drásticamente tras la detención de sus hijos.
“Mi vida cambió después del 11 de julio, y también la de la familia, por completo. Aquí no hubo un 24, aquí no puede haber fiesta, porque mis hijos no tienen una comida caliente en ese lugar donde están injustamente. Tenerlos sentados aquí, viendo un partido de fútbol, era algo común, pero ahora hay un vacío en nuestra familia. La represión hizo que todos se fueran”, declaró Perdomo a Martí Noticias.
La madre también denunció problemas de salud mental y física en su hogar: “Mi nuera se ha enfermado de los nervios, el niño tiene un problema auditivo y quizá autismo, sin tratar. Ni siquiera pudimos celebrar los 15 de mi nieta; ese día no recibió ni una llamada de su padre”.
Ana Iris Pedraza, madre de Luis Ernesto Medina, otro preso político condenado a cuatro años en 2022 por presunto delito de atentado, en Encrucijada, Villa Clara, compartió las dificultades que enfrenta su familia.
“El impacto emocional ha sido muy fuerte, pero también el económico. En Cuba, los familiares deben llevar a los presos un saco que contiene alimentos y artículos básicos para un mes, ya que la alimentación en las prisiones es deficiente”, explicó.
Yindra Elizástigui, madre de Luis Robles Elizástigui, sentenciado a cuatro años de prisión tras sostener un cartel contra la represión en La Habana en diciembre de 2020, expresó que el encarcelamiento de su hijo ha transformado completamente a su familia.
“Nos ha destrozado el alma en todos los sentidos: emocional, económico y físico. Yo misma he desarrollado enfermedades por la situación de Luis. Su hijo está pasando muchas necesidades, al no tener a su padre, y yo he pasado incontables noches sin dormir, pensando en él”, lamentó.
Sin embargo, Yindra también destacó un cambio en su perspectiva política: “Lo único bueno de esto es que nos ayudó a abrir los ojos. Si no hubiera pasado lo de Luis, yo habría seguido ciega. Ahora entiendo la verdad de Cuba”, concluyó.
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