El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva dijo el miércoles que enviará a las fuerzas armadas a algunos de los aeropuertos, puertos y fronteras internacionales más importantes del país para reforzar la seguridad como parte de un renovado esfuerzo para hacer frente a la delincuencia organizada en la nación más grande de América Latina.
La decisión se produce días después de que miembros de una pandilla incendiaron decenas de autobuses en Río de Janeiro, aparentemente en represalia por la muerte del sobrino del líder de la pandilla a manos de la policía.
"Hemos llegado a una situación muy grave", señaló Lula en una conferencia de prensa en Brasilia luego de firmar el decreto. "Así que hemos tomado la decisión de que el gobierno federal participe activamente, con todo su potencial, para ayudar a los gobiernos estatales, y al propio Brasil, a deshacerse del crimen organizado".
Brasil movilizará a 3.600 miembros del ejército, la marina y la fuerza aérea para aumentar la vigilancia y supervisar los aeropuertos internacionales de Río y Sao Paulo, así como dos puertos marítimos de Río y el puerto de Santos en Sao Paulo, el más transitado de Latinoamérica, y un importante centro de exportación de cocaína.
El despliegue forma parte de un plan gubernamental más amplio que incluye aumentar el número de elementos de la policía federal en Río, mejorar la cooperación entre los departamentos policiales e impulsar la inversión en tecnología de punta para la recopilación de inteligencia.
Las autoridades estatales y federales han dicho en las últimas semanas que quieren "sofocar" a las milicias al ir detrás de sus recursos financieros.
Los problemas de seguridad pública de Río se remontan a varias décadas, y cualquier ofensiva federal contra el crimen organizado debe de apoyarse en un plan de largo alcance, cuyos resultados sólo podrían verse dentro de unos años, explicó Rafael Alcadipani, analista de seguridad pública y profesor en la Fundación Getulio Vargas, una universidad de Sao Paulo.
"El gobierno federal se está precipitando debido a la falta de acción previa", dijo Alcadipani. "El gobierno lo está intentando, pero la probabilidad de que no funcione es enorme... Este es un plan de emergencia, algo hecho en el último minuto como si fuera un problema que acaba de surgir, pero no es así".
El ministro de Justicia de Brasil, Flávio Dino, dijo que las medidas que se dieron a conocer el miércoles son parte de un plan que se empezó a elaborar desde que Lula asumió el cargo el 1 de enero, y el resultado de meses de consultas con fuerzas policiales, funcionarios locales y expertos en seguridad pública.
La ola de disturbios más reciente que aqueja a Río comenzó el 5 de octubre, cuando tres médicos fueron asesinados en un bar en la playa, luego de que los agresores confundieron a uno de ellos con el miembro de una milicia.
Las poderosas milicias de la ciudad surgieron en la década de 1990 y estaban conformadas en un principio por antiguos agentes de policía, bomberos y militares que querían combatir la anarquía en sus vecindarios. Cobraban a los residentes por protección y otros servicios, pero recientemente empezaron a involucrarse en el narcotráfico.
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