Barbara Poenisch invierte las horas de su jornada laboral en una tarea lenta, silenciosa y, muchas veces, enrarecida por el dolor.
El 9 de noviembre de 1989, mientras la multitud, armada con picos, martillos y palos, demolía a golpes el Muro de Berlín, los oficiales del Ministerio para la Seguridad del Estado (Stasi) bajo la dirección de Erich Mielke, se daban prisa en destruir los archivos, acumulados durante años de represión y espionaje.
Las trituradoras de papel no soportaron el frenético ritmo y colapsaron todas. Miles de documentos fueron rotos a mano para ser quemados o convertidos en pasta. No pudieron lograrlo, ya que el 15 de enero de 1990, los llamados Comités de Ciudadanos irrumpieron en las dependencias de la Stasi y recuperaron millones de archivos, además de cerca de 16 mil bolsas con los fragmentos de papeles desgarrados.
Fue en 1995 cuando comenzó una labor digna de admiración y asombro en la que Poenisch pasa las horas con dedicación de orfebre. Su trabajo, junto a otros diez colaboradores, consiste en seleccionar, identificar y unir los ripios de papeles hallados en las sacas y todo ello, a mano, sobre un buró, en el cual permanece, realizando un metódico escrutinio en cada pedazo de papel, consciente de que, en sus manos, está una parte importante de la historia que no debe quedar oculta o ser omitida.
“Tengo que chequear que cada pieza encaje bien, y ver si es consistente o no. Tengo una gran responsabilidad en esta área. No puedo poner otra página acá”, explica Poenisch mientras, con habilidad artesana, va colocando un fragmento de papel mecanografiado, amarillento ya, sobre la tradicional “regla de medir” y rebusca a su alrededor la pieza que, piensa, encaja con éste por forma y contenido.
“Una vez –dice- encontré una carta de una madre cuyo hijo estaba en prisión, en la cual la madre pedía que su hijo fuera liberado. Significó mucho para mí. Fue hace años".
Muchas cosas han sido descubiertas durante este pesquisaje, como, por ejemplo, documentos que prueban que el Estado organizaba el dopaje de los atletas en Alemania del Este. Pero otras, puede que permanezcan ocultas durante años, pues se necesita una media de 18 meses para que una de estas bolsas de fragmentos pueda ser organizada.
Desde 1995 hasta la fecha, se ha logrado estructurar el contenido de unas doscientas sacas, que equivalen a 1.5 millones de páginas, pero, se calcula, que todavía faltan unos 55 millones por cotejar.
Hasta el momento, los documentos que tienen mayor prioridad son los que tratan de personas que fueron vigiladas por la Stasi.
(A partir de un reporte especial de la agencia de noticias AFP)