El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y la oposición abrieron fuegos en una lucha de poderes que amenaza con elevar la tensión social y paralizar reformas para enfrentar la crisis económica, tras la aplastante victoria opositora en las parlamentarias.
Cambiando radicalmente el tono moderado con que aceptó la derrota el domingo, Maduro advirtió este miércoles que no se rendirá y combatirá junto a sus seguidores, porque en Venezuela ganó una "contrarrevolución fascista sin respetar las reglas de juego".
Ante cientos de partidarios reunidos en una "asamblea popular" frente al Palacio de Miraflores, el gobernante alertó: "O nosotros salimos de ese atascadero por la vía de la revolución o Venezuela va a entrar en un gran conflicto que va a afectar a toda la región".
El mandatario endureció su discurso desde la noche del martes, cuando en su programa televisivo prometió enfrentar a la futura Asamblea Nacional, empezando por vetar la amnistía para presos políticos que propone la oposición como primer acto legislativo.
"A cada medida que tome la Asamblea le tendremos una reacción, constitucional, revolucionaria y, sobre todo, socialista", expresó Maduro sobre los comicios donde el chavismo perdió la hegemonía que tuvo por 16 años desde la llegada al poder de Hugo Chávez, fallecido en 2013.
Líderes opositores acusaron al oficialismo de "soberbia". "Desgraciadamente la derrota los dejó política y emocionalmente en el suelo. Son incapaces de leer lo que el país les dijo", aseguró el vocero de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús Torrealba.
"No buscamos pelea, pero no vamos a salir corriendo. El gobierno piensa que con bravatas nos van a intimidar, que se olvide de eso", dijo el diputado electo Henry Ramos Allup, quien podría sustituir a Diosdado Cabello, número dos del chavismo, en la presidencia parlamentaria.
La oposición de centroderecha obtuvo 112 escaños contra 55 del oficialismo socialista, tomando control total del Parlamento de 167 diputados que se instalará el 5 de enero, con facultades para remover funcionarios de los máximos poderes e incluso buscar una salida anticipada del gobernante.
"A mí no me va a parar nadie, ni Asamblea burguesa, ni Asamblea de derecha. Esta batalla se pone buena", manifestó el presidente, cuyo mandato inició en abril de 2013 y concluye en 2019.
Maduro atribuyó la derrota a una "guerra económica" de la derecha, que, según él, llevó a los venezolanos, molestos por el alto costo de la vida y la escasez de alimentos, a votar contra el oficialismo. "Fue un error. Un voto contra ustedes mismos", aseveró.
El martes, el presidente pidió la renuncia en pleno del gabinete para reestructurar su gobierno y tomar acciones de "rectificación" y medidas para enfrentar "la guerra económica".
"Lo que voy a hacer es radical, voy con todo. Yo no voy dejar perder esta revolución por debilidad, por blandenguería", subrayó.
En el primer "choque de trenes" entre Ejecutivo y Parlamento, Maduro advirtió que vetará la amnistía para unos 80 presos políticos, como el líder radical Leopoldo López, condenado a casi 14 años de cárcel acusado de llamar a la violencia en protestas que dejaron 43 muertos en 2014.
"No aceptaré ninguna ley de amnistía porque se violaron los derechos humanos. Y así lo digo y así me planto. Me podrán enviar mil leyes pero los asesinos de un pueblo tienen que ser juzgados y tienen que pagar", aseguró.
Pero la diputada electa Delsa Solórzano, a cargo del proyecto, aseguró que la Asamblea tiene facultad para promulgarla. "La ley va porque va", dijo a la AFP.
Maduro anunció que antes del cambio de legislatura se nombrarán 12 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, se dará a los empleados el canal de televisión de la Asamblea Nacional (ANTV) y se aprobará una ley para la estabilidad laboral.
"Si cada rama ejerce sus funciones, no tiene que haber lucha de poderes, pero si deciden burlar la voluntad popular habrá choques", advirtió Ramos Allup.
El constitucionalista Juan Manuel Rafali auguró una "fricción de poderes" y el analista Luis Vicente León, de la firma Datanálisis, de una paralización de reformas urgentes para atender la "brutal crisis económica".
"Lo del presidente son patadas de ahogado. A él se le olvida que ya no es un solo poder. Y a la oposición le falta una visión de Estado. Puede haber tensiones muy fuertes", opinó Mercedes Pulido, académica de prestigiosas universidades del país.
La tensión comienza a palparse. Un grupo irrumpió en un hotel donde dos exministros de Chávez, críticos de Maduro, daban una rueda de prensa. "Traidores", les gritaron.
En la barriada caraqueña 23 de Enero, el triunfo de la oposición despertó temores y esperanzas: "Viene con ansias de venganza", dijo el comercinate Adalberto Mancilla, de 76 años; en tanto que María Salazar, de 53 años, dijo esperar que se acaben las colas para comprar alimentos y medicinas.