Estados Unidos inició el miércoles la ampliación del visado en su consulado en La Habana, uno de los acercamientos más importantes desde que el presidente Joe Biden asumió el gobierno y luego de una serie de inexplicables incidentes de salud entre el personal diplomático que redujo la presencia estadounidense en la capital cubana desde 2017.
La reapertura se produce en medio de un récord migratorio de cubanos que arriban de a miles al vecino país tanto por tierra -por la frontera norte de México- como por mar a través de peligrosos viajes en balsas rústicas o mediante traficantes de personas cruzando el Estrecho de la Florida.
Desde la mañana temprano, unas 200 personas se congregaron en un parque aledaño a la sede diplomática para presentarse a las citas convocadas por los funcionarios estadounidenses -mediante teléfono o por correo- o averiguar la manera de conseguir visas, algo imposible durante cinco años cuando por el incremento de las sanciones de Washington la actividad consular prácticamente se detuvo.
"Viajar a Guyana significaba para el cubano un gasto y un estrés, tiempo de estadía... incomodidad", dijo a The Associated Press Mirtha Caridad Revuelta, una emprendedora de 60 años de la central provincia de Matanzas que aseguró que el trato al interior del consulado durante su entrevista fue atento. Su hija vive en Florida desde hace siete años y espera reunirse con ella.
Unos metros más allá, Olivia Santana, de 58 años y empleada de un hospital, esperaba junto a su nieta la salida de un hijo que ya había sido llamado para su entrevista, y para quien volar a Guyana era un contratiempo si no se quería emprender una travesía arriesgada por Centroamérica y México para ingresar a Estados Unidos.
"Como no se sabía cuándo se iba a resolver la situación, había que ir", dijo Santana.
El cierre de los servicios consulares se produjo en septiembre de 2017 cuando las autoridades estadounidenses retiraron a su personal de la sede bajo el argumento de una serie de supuestos ataques de origen desconocido que enfermaron a los diplomáticos. Hasta la fecha no se encontró el origen del malestar de los funcionarios, al tiempo que síntomas similares -mareos, dolores de cabeza, zumbidos- fueron también reportados en otras capitales del mundo.
La salida del personal fue el puntapié inicial de la administración del expresidente Donald Trump para un endurecimiento radical de los nexos con la isla, con el que intentó presionar por un cambio en el modelo político y económico de Cuba.
"Eso (la reactivación de las operaciones consulares) ayudaría potencialmente a que la inmigración ilegal se reduzca y que las personas vayan con más seguridad hacia los Estados Unidos", comentó Ariel Arzuaga, un técnico de 59 años y quien pese a tener su visa en trámite intentó avanzar por Centroamérica y fue deportado de Panamá en 2018.