Decenas de inmigrantes cubanos permanecían varados el sábado en Nuevo Laredo, del otro lado de la frontera con Texas, agobiados por la incertidumbre tras la decisión de Washington esta semana de poner fin a sus privilegios de acceso migratorio.
Algunos aguardaban cerca de la mitad del puente que cruza el río Bravo. Otros buscaban comida y albergue en Nuevo Laredo, determinados a esperar hasta que el presidente electo Donald Trump sea investido el viernes, con la esperanza de que revierta la decisión del mandatario Barack Obama de poner fin a la llamada política de "pies mojados, pies secos", que le otorgaba a los inmigrantes cubanos la facilidad de obtener la residencia si lograban llegar a territorio estadounidense.
"No queda de otra que esperar a ver qué sucede. Quedarnos en México sería la última opción porque nuestro objetivo es llegar a Estados Unidos", dijo Irina Ricardo Martínez, que viajó durante dos meses luego de salir de Cuba hacia Ecuador junto a su esposo. "Esperar hasta el día 20, a que entre Trump, a ver qué sucede. Yo creo que sí va a cambiar la ley".
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Desde diciembre de 2014, cuando Obama anunció un nuevo descongelamiento en las relaciones con Cuba, cerca de 100.000 cubanos han dejado la isla ante los temores de que finalizara su privilegio de acceso a Estados Unidos. Muchos de ellos volaron hacia naciones sudamericanas y se embarcaron en una odisea por tierra hasta llegar a la frontera entre México y su vecino del norte.
El anuncio del jueves de que había llegado el fin de la política de "pies mojados, pies secos", dejó a algunas personas a miles de kilómetros de distancia, y a otras a tan solo unos pasos de su objetivo.
Kenia Torres Gerarde, una dermatóloga cubana, dijo que había viajado durante dos meses tras empezar en Guyana, tan solo para llegar a la frontera con Estados Unidos. Arribó el jueves en la tarde y dijo que las autoridades fronterizas estadounidenses le entregaron un papel y le pidieron que volviera el viernes a las 9 a.m. para su procesamiento.
"Y cuando estuvimos ahí a las 6 de la mañana nos retiraron el documento y nos sacaron", afirmó, al tiempo que añadió que planea quedarse en México a la espera de una solución.
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En los últimos años Laredo ha recibido a más cubanos que cualquier otra oficina de Aduanas y Protección Fronteriza en la frontera suroeste. Registró a 34.658 cubanos durante el año fiscal que finalizó el 30 de septiembre de 2016 y recibió a 6.547 más entre octubre y noviembre. En total, 41.523 cubanos ingresaron por el suroeste de Estados Unidos durante el año fiscal 2016.
Previo al anuncio del jueves, los cubanos en general podían presentarse en un puerto de entrada para que se les permitiera el ingreso a territorio estadounidense, en donde podían residir por un año antes de solicitar la residencia legal permanente.
"A partir de ahora los ciudadanos cubanos recibirán el mismo trato que cualquier otro grupo de inmigrantes que se presenten en la frontera", dijo la secretaria interina de prensa del Departamento de Seguridad Nacional, Gillian Christensen. "Al igual que los ciudadanos de otros países, los cubanos en Estados Unidos pueden solicitar asilo y otras formas disponibles de ayuda o protección para evitar ser deportados del país".
Deben pasar por un proceso de "miedo creíble" que analiza si enfrentan una amenaza verosímil de persecución en Cuba.
Durante ese proceso, en general serán retenidos en un centro de detención migratoria, posiblemente durante meses, y el éxito está lejos de estar garantizado. Puede tomar años para que se les otorgue el asilo, pero después de un año de libertad bajo palabra en el país podrían solicitar la residencia legal bajo la Ley de Ajuste Cubano.
Alfonso Oviedo Reyes, un abogado de Miami especializado en inmigración, dijo que los cubanos tendrán que pasar por el proceso de asilo como cualquier otro inmigrante que se presente en la frontera de Estados Unidos.
"Van a tener que aplicar para asilo político y va a ser una montaña para ellos", reconoció Oviedo Reyes. "Serán detenidos y puestos en prisión. Serán procesados igual que todo el mundo. Se acabó la fiesta".
(Alfredo Peña y Christopher Sherman/Associated Press)