Son muy llamativos los congresos de la UPEC donde jamás se producen discrepancias, y la “sospechosa unanimidad” es la que asegura todos los acuerdos tomados en los mismos.
Todo comenzó muy temprano, en los inicios de la década de los sesenta. Pronto las máximas figuras de la triunfante revolución del cincuenta y nueve, se dieron cuenta que si se querían instalar en el poder, firme e indefinidamente, tendrían que apoderarse de los medios masivos de comunicación, en aquel entonces prensa plana, radio y televisión.
Pronto comenzó la presión sobre los principales rotativos del país, aún con sus dueños presentes. Apareció entonces la tristemente famosa “coletilla”, una especie de nota aclaratoria, que acompañaba a las noticias que el régimen consideraba peligrosas ideológicamente, y que era impuesta, supuestamente, a nombre (jamás se consultó con ellos) de los trabajadores del diario en cuestión. Este fue el, aparentemente “inocente”, pero siniestro germen de la férrea censura que vendría después, y que alcanza hasta el día de hoy.
Es por eso que son muy llamativos los congresos de la UPEC (Unión de Periodistas de Cuba), organización creada para sustituir al anterior gremio de periodistas y controlarlos e imponer los criterios oficialistas, donde jamás se producen discrepancias, y la “sospechosa unanimidad” es la que asegura todos los acuerdos tomados en los mismos. Siempre se ignora, en estas reuniones, al periodismo alternativo, cívico e independiente, cuyos realizadores son considerados por el régimen como “mercenarios al servicio del imperio”.
Todo esto sucede en un nuevo contexto universal, donde la tecnología se hace casi incontrolable para los regímenes dictatoriales, que aún persisten en controlar los medios masivos. Es por ello que resulta sumamente triste y pasado de moda, hablar de periodismo en un país como Cuba, donde el acceso a Internet está todavía muy restringido y controlado por el gobierno, así como la adquisición de revistas y diarios extranjeros, y la posibilidad de escuchar por la onda corta, sin interferencia, a ciertos y determinados programas de noticias sobre nuestro país. Todo esto hace cada vez más difícil para la inmensa mayoría de la población, inmersa en las tareas de sobrevivencia, conocer la realidad en que vivimos. Esperemos algún día no muy lejano ya, rescatar para nuestro país y nuestra cultura, un periodismo libre, como aquel donde Cuba tuvo verdaderos maestros en este importante y hermoso oficio.
Publicado en el Blog Por el OJo de la Aguja el 15 de julio de 2013.
Pronto comenzó la presión sobre los principales rotativos del país, aún con sus dueños presentes. Apareció entonces la tristemente famosa “coletilla”, una especie de nota aclaratoria, que acompañaba a las noticias que el régimen consideraba peligrosas ideológicamente, y que era impuesta, supuestamente, a nombre (jamás se consultó con ellos) de los trabajadores del diario en cuestión. Este fue el, aparentemente “inocente”, pero siniestro germen de la férrea censura que vendría después, y que alcanza hasta el día de hoy.
Es por eso que son muy llamativos los congresos de la UPEC (Unión de Periodistas de Cuba), organización creada para sustituir al anterior gremio de periodistas y controlarlos e imponer los criterios oficialistas, donde jamás se producen discrepancias, y la “sospechosa unanimidad” es la que asegura todos los acuerdos tomados en los mismos. Siempre se ignora, en estas reuniones, al periodismo alternativo, cívico e independiente, cuyos realizadores son considerados por el régimen como “mercenarios al servicio del imperio”.
Todo esto sucede en un nuevo contexto universal, donde la tecnología se hace casi incontrolable para los regímenes dictatoriales, que aún persisten en controlar los medios masivos. Es por ello que resulta sumamente triste y pasado de moda, hablar de periodismo en un país como Cuba, donde el acceso a Internet está todavía muy restringido y controlado por el gobierno, así como la adquisición de revistas y diarios extranjeros, y la posibilidad de escuchar por la onda corta, sin interferencia, a ciertos y determinados programas de noticias sobre nuestro país. Todo esto hace cada vez más difícil para la inmensa mayoría de la población, inmersa en las tareas de sobrevivencia, conocer la realidad en que vivimos. Esperemos algún día no muy lejano ya, rescatar para nuestro país y nuestra cultura, un periodismo libre, como aquel donde Cuba tuvo verdaderos maestros en este importante y hermoso oficio.
Publicado en el Blog Por el OJo de la Aguja el 15 de julio de 2013.