Carolina Barrero desmonta el aparato represor cubano e identifica el principal conflicto de Díaz-Canel

Díaz-Canel en San Antonio de los Baños, el pueblo que inició la chispa del estallido nacional contra el régimen comunista.

El aparato represor en Cuba ha sido desmontado por una de sus víctimas más recientes: la historiadora de Arte Carolina Barrero quien lo describe como un mecanismo "aburrido, paranoico y gris".

En entrevista con la publicación El Toque, la activista del 27N, quien ha sido sometida a numerosas detenciones, interrogatorios y prisión domiciliaria, dice que la Seguridad del Estado funciona "no muy distinto de la forma que tuvieron los aparatos represores de Europa del Este, como si fuese una especie de Stasi tropical".

"Una cosa puedo asegurar, su estrategia se basa en hacer de la sospecha y la desconfianza la base de las relaciones humanas. Cuando la Seguridad del Estado te interroga por primera vez, le interesa mucho hacerte dudar de los otros, de la legitimidad de sus principios, de su proceder; pero más que alguna otra cosa, le interesa que dudes de ti mismo; que te sientas utilizado o que te veas inmerso en una realidad que te supera. Si logran sembrar un ápice de esa duda para que crezca y prolifere, habrán ganado", explica esta intelectual, licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana y Máster en Instituciones Culturales por la Universidad Complutense de Madrid.​

La historiadora de Arte Carolina Barrero en una manifestación el 27 de enero.

A partir de sus múltiples experiencias con los represores cubano, Barrero percibe a los agentes de la Seguridad del Estado "como entes abstractos que sigilosos susurran al oído suspicacias y sospechas hechas para la desunión".

"Algo que se nos olvida siempre es saber que un agente de la seguridad en funciones no tiene autoridad jurídica, ni cargo, ni nombre que podamos verificar; por tanto, ninguna de sus amenazas, información o formas de coerción tienen validez, credibilidad o son contrastables. Solo por ello su influencia sobre nuestro ánimo tendría que ser nimia. Ellos están allí para confundir, más que para hacer, y en ningún caso para ayudar", apunta.

Preguntada sobre los conflictos que enfrenta el Gobierno cubano hoy, la joven asegura que el mayor lo tiene contra sí mismo "cuando desconoce, se empeña en desconocer, que su existencia se justifica en la capacidad para escuchar, representar y encarnar la voluntad ciudadana. Pero el Gobierno, en su soberbia, no solo se limita a no escuchar, sino que a sordas se atreve a hablar por los ciudadanos, de sus demandas, de sus motivaciones, de sus necesidades, de su emoción".

Barrero puso de ejemplo el comentario de Miguel Díaz-Canel que tilda a los cubanos que se manifestaron el 11 de julio como confundidos, manipulados y mercenarios remunerados.

La activista asegura que si el sucesor de Raúl Castro "tuviera la sensatez y el decoro de hablar con las familias de los cientos de presos, vería y palparía la honestidad de sus reclamos, la sobriedad de sus vidas, el dolor incompatible con la confusión y el provecho utilitario" y que si se atreviera a mirar sin prejuicio los videos de las manifestaciones, "vería sin reparo la determinación y la valentía de quienes salieron a gritar «libertad»"

Barrero llama la atención sobre el hecho de que la mayoría de los detenidos del 11J eran jóvenes, muchos de ellos menores de edad, cuyas familias no supieron dónde se encontraban hasta casi una semana después de haber sido apresados. También denuncia que la mayoría de los juicios sumarios colectivos no fueron notificados y se realizaron sin la presencia de un abogado; que cientos de personas continúan presas y muchos han enfermado de coronavirus en las cárceles.

"Debo decir que, cuando esas familias acudieron desesperadas a las unidades de la policía, los días que sucedieron al 11 de julio, escucharon siempre la misma petición: «silencio», «paciencia», «nada de hablar con la prensa», «será lo mejor para el detenido». La experiencia esclareció que a quienes serviría el silencio sería a la impunidad de los fiscales, de los instructores penales, de los jueces, de la policía, de la Seguridad del Estado, del Gobierno de Miguel Díaz-Canel. Gobernar es, en primera instancia, asumir responsabilidades. No se puede ser el líder de la excusa infinita; la ineficacia de la gestión administrativa y la violencia contra civiles desarmados no las explica el embargo", apunta la activista.