Las autoridades estaban buscando el miércoles restos calcinados en la costa de Virginia con la esperanza de determinar por qué un cohete comercial no tripulado explotó poco después de despegar, un golpe a la estrategia de la NASA de usar compañías privadas para enviar insumos y, más adelante, astronautas, a la Estación Espacial Internacional.
El cohete Antares, de unos 43 metros (140 pies) y operado por Orbital Sciences Corp., explotó 15 segundos después de despegar el martes con destino a la estación. Nadie resultó lesionado pero la misión, a un costo de más de $200 millones, fue pérdida total.
La explosión no sólo incineró la carga –dos toneladas y media de alimentos, ropa, equipo y experimentos científicos ideados por escolares–, sino que también fue un golpe a la iniciativa de vuelos comerciales impulsada por la NASA y la Casa Blanca.
Es la primera falla después de varios vuelos comerciales exitosos a la estación desde 2012: tres de Orbital y cinco de SpaceX, la otra empresa estadounidense contratada por la NASA para llevar insumos a la estación.
Aunque todavía se desconoce la causa de la explosión, varios expertos sospechan de los motores rusos con tecnología de la década de 1960 que se usaron en la primera etapa del cohete. David Thompson, presidente de Orbital Sciences, dijo que los motores rusos habían presentado "algunos retos serios en los aspectos técnicos y de suministro en el pasado".
Agregó que espera que la investigación se centre en una causa dentro de aproximadamente una semana. La plataforma de lanzamiento en la Isla Wallops parecía no haber sufrido daños de consideración. Thompson dijo que espera una demora de por lo menos tres meses en el próximo vuelo de la compañía a la estación, que estaba programado para abril.
Michael Griffin, ex administrador de la NASA que ayudó a liderar la iniciativa de cohetes comerciales de carga, dijo que el cohete Antares todavía estaba en desarrollo y que él y otros asociados con la NASA conocían la posibilidad de fallas. "Obviamente es trágico y nos molesta, pero seguiremos adelante", dijo Griffin a The Associated Press.
La NASA espera volver a lanzar astronautas al espacio en unos años desde territorio estadounidense en naves operadas por compañías privadas.
Orbital Sciences nunca ha planeado transportar más que carga para la NASA. Es más probable que las consecuencias de la explosión afecten a SpaceX y a Boeing, que tienen contratos con la NASA para llevar estadounidenses a la estación espacial en 2017. En la estación, a unos 400 kilómetros (260 millas) de altitud, el ambiente era sombrío, según el astronauta Butch Wilmore, quien junto a sus cinco colegas estaban mirando la transmisión en vivo y observaron el accidente.
"Es una gran pérdida", dijo Wilmore, quien agregó que la estación cuenta con alimentos para entre cuatro y seis meses más y que todavía tienen numerosas investigaciones por terminar. Los restos del cohete se precipitaron sobre el Atlántico y el centro de lanzamiento, provocando incendios. A primeras horas del miércoles despegaron helicópteros para tratar de rastrear los restos del aparato. Las autoridades advirtieron a la población que no tocara ningún resto que el mar llevara a la orilla.
La ceniza cubría la casa de Chrissy Mullen en la Isla Chincoteague, a pocos kilómetros de distancia, y pasó la mañana del miércoles limpiando. Pensamos que estaba lloviendo, pero entonces nos dimos cuenta que teníamos el cabello cubierto de partículas", dijo. "Fue algo raro que nos estuviera cayendo ceniza y restos en la cabeza".
La NASA está pagando $1.900 millones a Orbital Sciences, con sede en Dulles, Virginia, por ocho vuelos de carga, y 1.600 millones a SpaceX, de California, por 12 envíos. El vuelo del martes estaba asegurado.
Incluso antes de la falla catastrófica del martes, Orbital Sciences estaba revisando alternativas a los motores rusos, dijo Thompson. La compañía había seleccionado recientemente un sistema principal de propulsión diferente, que planeaba comenzar a usar en un par de años. Pero el cambio pudiera acelerarse si se prueba que los motores rusos fueron los culpables del accidente.
Los motores AJ26 –modificados y probados en Estados Unidos– fueron diseñados originalmente para los enormes cohetes soviéticos que debían llevar cosmonautas a la Luna a finales de la década de 1960.
Hace tres años, un motor AJ26 tuvo una fuga de queroseno y se incendió en una plataforma de pruebas de la NASA en Mississippi. Y en mayo pasado otro de los motores explotó durante una prueba en el mismo lugar. En 2012, Elon Musk, multimillonario, presidente y fundador de SpaceX, calificó el cohete Antares de "una mala broma" debido a los motores rusos. SpaceX fabrica sus propios cohetes.
"Comienzan con motores que se fabricaron literalmente en los años sesenta y probablemente estaban almacenados en algún lugar de Siberia", dijo Musk en una entrevista con la revista Wired.