Ya les había comentado que un buen día recibí un recadito en mi móvil, en un tono un tanto amenazador al estilo adivinanza.
En ese mensaje, que finalmente me fue enviado diez y ocho veces, con intervalos de media hora, decían que yo debía llamar a un número tal para que pudieran efectuar la susodicha recarga. Cuando llamé, según les conté, me hicieron un interrogatorio que consistió en dar mi nombre y apellidos, la dirección de mi hogar, el número de mi celular (al que ellos me estaban enviando el mensaje), el número de mi carné de identidad y, lo mejor de todo, el nombre de quien me había hecho la recarga; cosa esta que yo ignoraba, según les dije. La señorita que me atendió las dos primeras veces, no me quiso decir de cuánto era la recarga ni de dónde venía. Me dijo solamente que era de un hombre. Yo, siguiéndole el juego, di los nombres de mis hijos, pero me dijo que esos no eran, que se me iba a retener la recarga hasta que yo diera ese dato; de lo contrario reintegrarían el dinero al que la puso.
Como quiera que yo no deseaba que se perdiera ese dinero, llamé al día siguiente y afortunadamente me atendió al teléfono el operador número… (más amable que la sin nombre) y éste, para ayudarme, me dijo que la recarga venía de Miami y que el nombre del que la había puesto empezaba con B. Yo le contesté, que no tenía ni idea de quién podía ser y que esos mensajitos ya me estaban molestando. Entonces, en muy buen tono, me respondió que ellos harían el reintegro y que no recibiría más esos mensajes, que tanto me habían molestado.
Pasó el tiempoy pasó un águila por el mar. Como no tengo Internet, y solo accedo a ella cuando me hacen el favor de regalarme un par de horas, hice por mi cuenta las averiguaciones pertinentes, pues yo estaba esperando una recarga de un premio.
El lunes, finalmente, averigüé quien es el señor B. Llamé al misterioso número y procedí a darles el dato. Inmediatamente me pusieron la recarga, pero me advirtieron que ese señor había pagado con tarjeta de crédito, que iban a investigar, y si había fraude, yo tendría que devolverles el dinero. Como ven, me mintieron al decirme, hace casi un mes, que devolverían el importe al señor B.
Es obvio que en ningún momento devolvieron la recarga al señor que la puso, y todo esto no fueron más que amenazas. Díganme ustedes si este modus operandi es propio de una empresa comercial, cuyo principal objetivo es recaudar divisas.
En ese mensaje, que finalmente me fue enviado diez y ocho veces, con intervalos de media hora, decían que yo debía llamar a un número tal para que pudieran efectuar la susodicha recarga. Cuando llamé, según les conté, me hicieron un interrogatorio que consistió en dar mi nombre y apellidos, la dirección de mi hogar, el número de mi celular (al que ellos me estaban enviando el mensaje), el número de mi carné de identidad y, lo mejor de todo, el nombre de quien me había hecho la recarga; cosa esta que yo ignoraba, según les dije. La señorita que me atendió las dos primeras veces, no me quiso decir de cuánto era la recarga ni de dónde venía. Me dijo solamente que era de un hombre. Yo, siguiéndole el juego, di los nombres de mis hijos, pero me dijo que esos no eran, que se me iba a retener la recarga hasta que yo diera ese dato; de lo contrario reintegrarían el dinero al que la puso.
Como quiera que yo no deseaba que se perdiera ese dinero, llamé al día siguiente y afortunadamente me atendió al teléfono el operador número… (más amable que la sin nombre) y éste, para ayudarme, me dijo que la recarga venía de Miami y que el nombre del que la había puesto empezaba con B. Yo le contesté, que no tenía ni idea de quién podía ser y que esos mensajitos ya me estaban molestando. Entonces, en muy buen tono, me respondió que ellos harían el reintegro y que no recibiría más esos mensajes, que tanto me habían molestado.
Pasó el tiempoy pasó un águila por el mar. Como no tengo Internet, y solo accedo a ella cuando me hacen el favor de regalarme un par de horas, hice por mi cuenta las averiguaciones pertinentes, pues yo estaba esperando una recarga de un premio.
El lunes, finalmente, averigüé quien es el señor B. Llamé al misterioso número y procedí a darles el dato. Inmediatamente me pusieron la recarga, pero me advirtieron que ese señor había pagado con tarjeta de crédito, que iban a investigar, y si había fraude, yo tendría que devolverles el dinero. Como ven, me mintieron al decirme, hace casi un mes, que devolverían el importe al señor B.
Es obvio que en ningún momento devolvieron la recarga al señor que la puso, y todo esto no fueron más que amenazas. Díganme ustedes si este modus operandi es propio de una empresa comercial, cuyo principal objetivo es recaudar divisas.