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Barack Obama y el legado de Martin Luther King


Una mujer enarbola una bandera estadounidense con la imágen del presidente Barack Obama en el acto por el 50 aniversario del discurso de Martin Luther King.
Una mujer enarbola una bandera estadounidense con la imágen del presidente Barack Obama en el acto por el 50 aniversario del discurso de Martin Luther King.

Al mandatario le quedó la certeza de encarnar al menos una parte del sueño de King: el triunfo de la aspiración afroamericana de votar y ser votado

Muchos afroamericanos vieron el sueño de Martin Luther King reflejado en la elección de Barack Obama en 2008. Casi cinco años después, el mandatario hablará a la sombra de las palabras del reverendo con el reto pendiente de convertir el símbolo de su Presidencia en legado para los derechos civiles.

Obama se colocará este miércoles en el mismo lugar donde King pronunció su famoso "I have a dream" ("Tengo un sueño") para dar un discurso de homenaje en el 50 aniversario de ese hito histórico, todo un desafío incluso para un mandatario al que muchos consideran heredero de la oratoria y el ímpetu del icono de la lucha racial. La ilusión de que la elección de Obama suponía la culminación del sueño de King no tardó en desvanecerse tras su llegada al poder, cuando la euforia dejó de nublar las pruebas de una división racial no tan demoledora como la de 1963, pero sí cotidiana.

Al mandatario le quedó la certeza de encarnar al menos una parte del sueño de King: el triunfo de la aspiración afroamericana de votar y ser votado. "(Obama) no es sólo un símbolo. Es un reflejo tangible de la toma de poder político de los negros en Estados Unidos", dijo a Efe Glenn T. Eskew, experto en el movimiento de derechos civiles en la Universidad de Georgia. "La idea del derecho a voto era sólo uno de los objetivos del movimiento, pero era un objetivo central", agregó Eskew.

Pero otros recuerdan que el fin último del activismo de King "era 'igualdad para todos', no 'la elevación de uno'", como escribió recientemente Gary Younge, autor de un libro sobre el reverendo, en la revista "The Nation". Sólo un 26 % de los afroamericanos consideran que la situación de los negros del país es mejor ahora que hace cinco años, frente al 39 % que decía lo mismo en 2009, según una encuesta nacional publicada el jueves pasado por el centro Pew.

En su primer discurso relacionado con la raza, durante la campaña electoral de 2008, Obama admitió que no era un "candidato negro" en el sentido puro del término, como lo habían sido otros antes que él. Hijo de padre africano negro y de mujer blanca estadounidense, Obama creció lejos de la turbulencia racial de EE.UU. "Mi historia no me ha hecho un candidato convencional, pero sí ha inscrito en mis genes la idea de que este país es más que la suma de sus partes", aseguró entonces.

Eskew, que trabaja a menudo con veteranos del movimiento de los derechos civiles, ve en algunos de ellos un sentimiento latente de "frustración" hacia Obama por lo que ven como un "conservadurismo en algunos asuntos, especialmente en política exterior". "Hay cierto deseo de que el presidente actúe de forma más agresiva por causas progresistas, pero no lo expresan abiertamente. Nunca critican al presidente, quizá porque sienten que las circunstancias están limitando sus oportunidades", explicó.

El discurso del miércoles no será el primer homenaje de Obama a King, al que el mandatario recordó en su discurso en la Convención Demócrata de 2008 y el de aceptación del Nobel de la Paz en 2009. Pero ocupar el mismo lugar donde habló King hace 50 años tiene una fuerza simbólica que demanda un discurso rotundo, o al menos uno que subraye las contradicciones raciales que persisten en el país.

El momento es especialmente oportuno, ya que precisamente el mismo derecho a voto de las minorías que culminó en la elección de Obama se ha visto amenazado por la decisión del Tribunal Supremo de anular una parte central de la Ley del Derecho al Voto de 1965.
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