El cineasta cubano Eduardo del Llano lamentó en su muro de Facebook que su más reciente trabajo, “Dos Veteranos”, no ganara el premio al mejor cortometraje en el 41 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
“Dos veteranos”, con el cual el realizador pretende dar fin a la conocida serie de Nicanor O’Donell que en cada capítulo abordó problemáticas de la sociedad cubana de las últimas dos décadas, proyecta una Cuba postcomunista en la que un grupo de ancianos se reúne a repasar la “Cuba socialista pasada”, intentado adivinar cuál sería la forma de lograr un país mejor.
Del Llano lamentó que a pesar de que la gente los aplaude, disfruta y colecciona sus cortos casi nunca ganan.
“Mea culpa, no soy lo bastante joven ni sagrado para el gusto de los jurados”, expresó Del Llano.
Radio y Televisióm Martí entrevistó recientemente al realizador cubano.
¿Qué reacción tuvo la Seguridad del Estado cuando usted presentó el cortometraje “Monte Rouge”?
Realmente yo no tuve ningún contacto con la Seguridad del Estado. Cuando salió “Monte Rouge” los primeros dos meses no pasó nada. Un rato después me avisa un socio muy preocupado porque la entonces Oficina de Intereses de Estados Unidos había circulado, por la libre, algunas copias de mi corto y entonces las autoridades de aquí estaban muy preocupadas.
Después de eso comenzaron a llamarme agencias de radio y televisión francesas, españolas, norteamericanas a hacerme entrevistas, pero por supuesto ninguna cubana. Yo respondí a algunas.
Pero realmente la Seguridad del Estado nunca nos llamó a contar a nosotros, ni en esos momentos ni después. Obviamente no les cayó bien, todo el mundo lo veía, “Monte Rouge” se convirtió en una especie de bestseller, y hubo mucha complicidad entre la gente, pero a nosotros no nos llamaron.
Seguro no les gustó, pero la cosa llegó hasta ahí. Tal vez fue la época. A lo mejor en los años 70 hubiera sido otra cosa, pero nosotros nunca fuimos llamados ni nadie se nos apareció en la casa, pero el ICAIC por supuesto nos volvió la espalda porque, entre otras cosas, el ICAIC no había hecho el corto no tenía nada que ver con él, pero actuó, así como “allá ustedes”.
Lo mejor que podíamos hacer era hacer un segundo corto.Yo decidí, hace tiempo, trabajar y no ponerme a preocuparme por eso. Si alguna vez pasa algo ya se verá que sucede. Tampoco puedes vivir todo el tiempo con la preocupación del qué dirán, qué harán, cómo reaccionarán.
Y lo que mucha gente no sabe es que “Monte Rouge” está basado en un cuento homónimo mío del libro “Sex Machine”, publicado por Letras Cubanas en 2003 ó 2004.
Es decir, es un texto mío publicado que yo llevé al cine. Lo que pasa es que el cine tiene mucha más fuerza que la literatura, hay más espectadores que lectores. Y con unos actores como Luis Alberto (García) y Néstor (Jiménez) “Monte Rouge” se convirtió en un reguero de pólvora.
¿Cómo es la conclusión de Nicanor? ¿Cómo se siente terminar ese ciclo?
Es una decisión que hacía ya tiempo había tomado: quería terminarlo. Mis relaciones con Luis Alberto y Néstor son excelentes. Simplemente cuando haces una serie con un personaje fijo y obviamente con un actor tan carismático como Luis Alberto García, primero, es imposible que lo haga nadie más, segundo, esa serie te obliga a determinado tono en el humor para que sea una serie. No puedes hacer un capítulo que sea más dramático. Entonces eso te crea una disyuntiva.
Además, espero que no suceda nunca, pero puede ser que de pronto uno de los actores no está más, o tuvimos una bronca o emigraron. Es mejor tú decidir cuándo termina, no que termine por un accidente.
Por otro lado, si tú vas a hacer un corto con cada problema que hay en Cuba necesitas centenares de cortos y ni siquiera un centenar, necesitas más porque un corto no agota un tema. Sobre cualquier tema de la realidad cubana o de cualquier otro país puedes hacer decenas de películas.
Yo también estoy interesado como realizador en hacer cortos con otros actores, protagonistas más jóvenes o una mujer.
Y entonces dijimos vamos a cerrar la serie con un número que, para los cubanos tiene una significación, el 15, las fiestas de 15 y hacer un corto que, aunque no se muera, ya se ve envejecido.
¿Tu libro “¿El Enemigo”, de qué trata? ¿Qué audiencia ha tenido?
“El Enemigo” es una revisión, una mirada irónica sobre el mundo real y reflexiona sobre el hecho de si el mundo moderno está tan malo por designios del diablo o lo hemos jodido nosotros.
No es una novela dramática. Se pregunta si necesitamos de alguien más para que nos ayude o de alguien más para echarle la culpa.
A pesar de que el nombre tiene determinada repercusión para nosotros los cubanos, en realidad es una novela que se desarrolla en el ámbito religioso.
Es un obispo de un país que nunca se dice cuál es, quizás latinoamericano, pero no se dice, un país imaginario, que se despierta a las 4 de la mañana porque un cura de provincia lo está llamando y le dice “Monseñor, es algo urgente, necesito que venga acá.
Entonces el obispo que es viejo, de cierta edad, le dice ¿qué pasa Padre O’Donell?, porque es Nicanor el sacerdote, ¿qué es tan urgente?, y entonces el cura de pueblo le dice que el diablo se ha aparecido en su iglesia y quiere confesarse.
¿Qué es lo mejor que quedó de la época del grupo Nos y Otros?
Primero una gran amistad. Nos y Otros fuimos primero cuatro estudiantes de la Facultad de Artes y Letras que hicimos un grupo literario. De esos cuatro quedaron solamente dos y entraron cuatro más. O sea que a la larga Nos y Otros son ocho personas.
Hay tres de ellos que no viven en Cuba, pero todos los diciembres y a veces en abril o mayo, uno de los que viven fuera viene acá. Siempre nos reunimos 5 ó 6 porque seguimos siendo hermanos y además seguimos recordando. Las pobres mujeres de nosotros tienen que oír todos los años las mismas anécdotas. Cosas de viejos.
Pero aparte de eso quedó un grupo de libros que logramos publicar acá en Cuba, un documental que hice yo hace diez años en 2009 que se llama GNYO, Grupo Nos Y Otros, pero el acrónimo se lee como GENIO. Es un documental desde el punto de vista técnico sencillito, pero creo que está bien contado, que se va contando la historia del grupo como una especie de utopía juvenil. Un grupo de estudiantes universitarios que quieren cambiar el mundo. Las cosas que hicimos y donde fue cada uno. No es un super documental desde el punto de vista cinematográfico, pero, en fin, recoge la historia del grupo.
Y quedó ese espíritu. Tanto el del cineasta como el del escritor es un trabajo solitario. El cineasta tiene su equipo y el escritor trabaja solo y después la gente compra su libro, pero no le ve la cara.
Hacer un trabajo en grupo era como explorar la fuerza que puede tener emprender un trabajo que, tradicionalmente es individual, en colectivo. Esa fue la mejor parte de nuestras vidas.
Y todavía a pesar de que hace muchos años no trabajamos juntos, cuando (Orlando) Cruzata hace un video clip o los programas de televisión que él hace, o cuando yo filmo un corto, muchas veces invito a alguno a veces a ayudarme como asistente de producción u otra cosa. Siempre trato de involucrar a alguno de ellos en los proyectos o de agradecer a los demás lo que significaron en la vida de nosotros.
Fue una etapa que dejó su impronta dentro de nosotros y que recordamos como una de las mejores etapas de nuestra vida.
Era una época que era mucho más difícil que ahora hacer crítica social, Nos y Otros era de los más críticos. También supongo que quedó sobre nosotros, de parte de las autoridades, sobre todo las autoridades culturales, como un resquemor sobre nosotros, como que estos tipos son complicados, que nunca acabó en que estuviéramos presos ni nada eso, pero si tú te das cuenta que, en determinadas coyunturas que ha habido, como que miran con mucha cautela lo que hacemos porque asumen que cualquier cosa que hagamos es políticamente incorrecta.
Yo he decidido siempre hacer lo que quiera hacer, mientras pueda. A lo mejor quiero hacer un largometraje, desde el punto de vista ideológico hacerlo y ya después se verá si me trae problemas o no. Yo no tengo nada que ocultar ni en este país ni en otro o sea cuando hago una película o escribo un libro eso es exactamente lo que quiero decir. No me paga nadie de afuera, ni ninguna fuerza progresista o negativa y me imagino que también ellos a la larga han sabido eso: bueno este tipo este medio loco pero lo que él hace lo hace él nada más.
Y por la razón que sea realmente nunca me han molestado, aunque sé que no soy santo de su devoción.
Por eso mismo, pequeñas victorias como que ahora en el Festival de La Habana me han aceptado en competencia el último corto de Nicanor para mi es una pequeña victoria porque es como bueno mira me tienen que comer con papa, yo trabajo aquí, hago mis cosas y quiero que sean parte de la cultura cubana y que la gente las vea y de todas maneras las van a ver online o las van a ver por ahí regadas en memorias así que más les vale incluirlas en el festival y si no gana no ganó pero por lo menos que se vea en un cine normal y que la gente pueda opinar sobre él.
De eso básicamente trata la vida del artista o del intelectual: hacer lo que tú crees y enfrentarte a las cosas tanto políticas como sociales o morales o éticas en esta sociedad o en cualquier otra.
Yo no tengo nada que ocultar en ningún sentido, yo pienso que si yo no quiero hablar con ustedes (Radio y TV Martí), estoy negándome al diálogo. Yo no soy el tipo más valiente, pero pienso que negarse al diálogo no te conduce a nada. Es, quizás, propio de otras épocas.
Incluso la última vez que estuve en Estados Unidos en 2017 me invitaron a Radio Martí a una entrevista en vivo y yo la hice, pero dije traten de preguntarme sobre cosas artísticas no solamente cosas políticas porque yo no soy un político soy un artista y fluyó muy bien, la mejor manera de saber lo que otro piensa es escuchándolo no negándose a escucharlo.
¿No te parece que se habla con más franqueza hoy en día, comparado con antes?
En parte el control de las autoridades es cada vez más difícil, como quiera que sea, todo el universo de los correos electrónicos primero, la telefonía digital, Internet, hace que existan muchas publicaciones digitales, algunas independientes y otras digamos, legales como OnCuba, que el dueño es cubanoamericano, pero ocupa un espacio, o sea está rentado en unas oficinas en Cuba del gobierno cubano.
Pero sí yo pienso que en general la gente ha ido poco a poco asumiendo hablar con mayor sinceridad. Sería tema para un estudio sociológico decir hasta qué punto los artistas han sido una parte importante a la hora de lograr eso. O sea, empujando un poquito, protestando, gruñendo, diciendo lo incorrecto, un día tras otro durante años han ido empujando un poco la vaguedad de lo prohibido como pasa en todas partes del mundo con diferentes temas, cosas que eran inconcebibles hace cuarenta años incluso por ejemplo en Estados Unidos que un negro fuera presidente en los años 60 si tú decías eso se reían de eso. Pues mira se logró y fue uno de los presidentes más interesantes que ha tenido Estados Unidos.
Que la gente diga no, yo no me voy a dejar meter el pie con esto y poco a poco van mostrando que es mejor destruir todos esos prejuicios y yo sí creo que la gente habla con más soltura, con más libertad tanto a nivel literalmente de hablar, tanto hablarte a ti (a Radio y TV Martí) como a en las redes. Y eso me parece bien. Y yo creo que es algo que, más o menos, a regañadientes las autoridades han tenido que aceptar, primero porque es algo inevitable y segundo si el país ha empeorado no es porque culpa de que nosotros hablemos más, es por errores económicos o lo que sea.
No sé si recuerdas hace unos meses un estúpido artículo que salió en el periódico Granma diciendo que los humoristas se metían demasiado con los dirigentes y por eso la imagen de los dirigentes había salido dañada y tu viste la reacción de varios humoristas, incluido el director del Centro Promotor del Humor que es una entidad estatal, pero que es un tipo muy lúcido. Y otros artistas como Ulises Toirac o yo mismo, escribimos contra ese artículo y reaccionamos, no es que la imagen de los dirigentes se vea dañada por los humoristas es que ya está dañada y los humoristas lo que hacen es reflejarla, la gente de pronto cuestiona ese tipo de cosas y como te decía si en algo hemos contribuido los artistas a que eso sea así, pues es parte del mérito que podamos tener en esta historia.
¿Te divertiste haciendo el guión de la película “Alicia en el Pueblo de Maravillas”?
Me estás preguntando por algo con más de 30 años. Sí claro que sí. Nosotros empezamos a escribir el guión de Alicia en el 87, 88 cuando Daniel Díaz Torres, que desgraciadamente es ya fallecido, nos contactó en Nos y Otros y nos habló de hacer el guión y nosotros estábamos alucinando, teníamos veintipocos años además que nunca habíamos pensado ser cineastas. Yo pensé siempre ser escritor, y de pronto el tipo nos dice de hacer un guion y nosotros muy felices con mucha dedicación, él tuvo mucha paciencia con nosotros; no éramos guionistas profesionales, ni siquiera aficionados, no éramos cineastas en lo absoluto.
Lo que pasa es que cuando empezamos a hacerlo eran años de relativa bonanza económica; habría otros problemas políticos y otras prohibiciones, pero bueno desde el punto de vista económico. Era un buen momento.
Pero la película se hizo y salió en el 91 cuando de pronto la cosa había cambiado, se había caído el bloque socialista y en Cuba era la época feroz de (Carlos) Aldana, los actos de repudio y todas esas cosas. Fue un momento muy delicado en el que salió.
Pero si la pregunta es sí me divertí, claro que me divertí. De hecho, la diversión es la razón por la que yo hago todas estas cosas porque me gusta lo que hago, me gusta inventar historias, me gusta después verlas en la pantalla, en esa época con otros directores de cine, ahora las dirijo yo, pero lo que me gusta es contar historias porque nada paga eso, yo no lo hago ni porque me den dinero, porque no me dan dinero, yo pierdo dinero muchísimo haciendo mis películas, ni por vanidad, es simplemente porque me gusta hacerlo.
La diversión está presente y es el motor impulsor básicamente de las cosas que hacemos. Y con los cortos de Nicanor igual. Nuestros rodajes han sido muy divertidos y gracias a eso los podemos hacer relativamente con poco dinero porque los actores, los técnicos me cobran menos que lo que le cobrarían a lo mejor al ICAIC o a la televisión o a un cineasta francés que venga a Cuba; o sea por el placer de hacer historias divertidas y porque sabemos que son polémicas.
¿Hay algo en perspectiva?
Sí, tengo la historia para un corto ya, pero no tengo un centavo. La idea sería filmar el año que viene si tenemos set, pero bueno, cuando esté el dinero. Un cortometraje donde Luis Alberto García tendría un papel importante, aunque no es el protagonista y bueno, otros actores cubanos.
Yo quisiera que tengan diferentes tonos de humor, alguna cosa más farsesca, alguna cosa más de humor intelectual, más irónica, pero salir un poco del tour de force que representa Nicanor.
Mi plan es que “Dos veteranos” ya sea el último y hacer otros tipos de historia, incluso puede que no sean tan cortas, o sea puede que se salgan un poco del formato de Nicanor, pero igualmente incisivas con el mundo de la realidad cubana.
De hecho, pronto vamos a lanzar en esta plataforma que se llama Verkami una campaña para ver si conseguimos el dinero para hacer el corto. Así que aprovecho esta entrevista para decir que estén atentos y en cuanto se lance la campaña que debe ser en lo que queda de mes, el que quiera colaborar, aunque sea con 5 dólares, diez euros o con medio millón será bien recibido porque por muchas ideas que tu tengas el cine es un arte caro y que involucra a muchas personas cuyo trabajo merece ser retribuido y si no tienes el dinero no puedes hacerlo.
Esta historia, no voy a hablar mucho de ella, aunque no es de Nicanor es igualmente crítica. Tiene este corte satírico que han tenido los cortos de Nicanor. Se desarrolla en Cuba, pero no es la presencia de Nicanor lo que hace crítica la película que yo hago, es simplemente la historia. Y bueno, la historia es igualmente crítica y espero que humorística.