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Havel y el peligroso lenguaje de los comunistas


El descubrimiento de Havel, respecto a la esencia enmascarada del lenguaje de los marxistas en el poder, cobra inusitada luz ante el hecho de que la manipulación linguística por parte de los camaradas ha llegado al punto de que al presente se le buscan sustitutos a la palabra comunismo, para no nombrarla

Ha muerto Václav Havel, el intelectual, ex disidente y ex presidente checo, el hombre lúcido, comprometido no ya con las letras sino con la libertad quien, acertadamente, dijera en referencia al especial lenguaje de los comunistas que es uno de los instrumentos más diabólicos del avasallamiento de los unos y del embelesamiento de los otros.

Más allá de que el disidente y dramaturgo, encarcelado por los comunistas y muerto a los 75 años de edad, encabezará la pacífica Revolución de Terciopelo, en 1989, para convertirse en presidente de la ahora ex Checoslovaquia, es importante reconocer que su aporte posterior y esencial estuvo en descubrir que lo verdaderamente peligroso del comunismo no era tanto la fuerza bruta como el lenguaje con que se le disfrazaba, por tanto, un lenguaje peligroso no tanto porque se haya impuesto, y se imponga en lugares como Cuba y Corea del Norte, a punta de pistola a millones de seres bajo el llamado comunismo real; sino que haya extrapolado su contexto e invadido al Occidente todo, envilecido a los hacedores de opinión y a las multitudes que los sufren debido al desarrollo desmesurado de los medios audiovisuales en la era globalizada.

Es quizá en ese sentido donde en el futuro se valorará y ahondará en el pensamiento del autor de El Poder de los Sin Poder, al punto que ahora mismo el ministro de Relaciones Exteriores de Suecia, Carl Bildt, ha dicho al saber del deceso del intelectual checo: "Vaclav Havel fue uno de los grandes europeos de nuestra era. Su voz de libertad allanó el camino para una Europa libre y unida".

El descubrimiento de Havel, respecto a la esencia enmascarada del lenguaje de los marxistas en el poder, cobra inusitada luz ante el hecho de que la manipulación linguística por parte de los camaradas ha llegado al punto de que al presente se le buscan sustitutos a la palabra comunismo, para no nombrarla. Se habla de los crímenes del stalinismo, del maoismo y, últimamente, hasta de los crímenes del castrismo; pero casi nunca de los crímenes del comunismo como sistema. No hay nada inocente en el asunto. Es un intento deliberado de sembrar en el inconsciente de las gentes que el comunismo en sí no es malo, que malos son ciertos personajes que se desvían de las doctrinas originales. Los hombres mueren, pero el Partido es inmortal.

Los hombres fallan, pero el marxismo es infalible. Cuando la realidad es todo lo contrario, los dirigentes comunistas serán dictadores ineptos y sanguinarios, no por casualidad, no porque erraron el camino y se corrompieron, sino porque precisamente lo esencialmente malo aquí no son los individuos, sino el sistema que está diseñado de manera que sean las peores personas las que puedan subir y sostenerse en el poder. Los jefes de la mafia no son delincuentes por azar, llegan a jefes de la mafia por ser los más delincuentes.

El doctor Ricardo Bofill Pagés, pionero del movimiento de Derechos Humanos en Cuba, y quien conociera personalmente al ex presidente checo, dijo en exclusiva para martinoticias.com que Havel le causó “una impresión extraordinaria, calmado, pero muy duro en sus opiniones contra el comunismo, lo que es lógico desde luego”, para agregar después que “su advertencia de lo peligroso del lenguaje de los comunistas no era tanto para los checos, un pueblo apasionadamente anticomunista, como para el resto del mundo occidental, por la doblez y la capacidad de manipulación que dicho lenguaje posee”.

Pero Havel no sólo poseía el encanto del intelectual mundano, del activista y del político ponderado, sino que encarnó el arquetipo crístico expresado en el apotegma de que los últimos serán los primeros, expresado también en los cuentos de hadas, esos donde el mendigo termina transmutado en príncipe, pues, apenas un año después de completar su última sentencia en prisión, Havel encabezó una revuelta pacífica que terminó con el régimen apoyado por la Unión Soviética en Praga y que lo llevó directamente a la presidencia del país. Esa encarnación cabal del arquetipo transmutativo, de lo más bajo en lo más alto, hará que Havel perviva, más allá de su activismo y de su pensamiento, en el inconsciente colectivo de los pueblos dispuestos a pasar de la abyecta condición de los esclavos a la sublime condición de los hombres libres.

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