Al reconocido economista cubano Omar Everleny Pérez Villanueva no le parece que el gobierno de Miguel Díaz-Canel esté preparándose para modificar las tasas de cambio del dólar mientras sale poco a poco de circulación el llamado peso convertible, el CUC.
Según el experto, los propios cubanos están devaluando el CUC porque prefieren tener dólares para comprar en las nuevas tiendas de electrodomésticos, y también para atesorar en esa moneda, no vaya a ser que decreten una variación en la tasa de cambio.
“Que yo creo que no la va a haber”, le dijo Pérez Villanueva desde La Habana al reportero de Radio Martí Amado Gil. “La percepción de las personas es que las cuentas bancarias que puedan tener en CUC van a perder valor; yo no lo creo. Creo que se va a respetar [la tasa de cambio] de uno a 1.25 CUC”.
Una de las medidas más postergadas por el gobierno cubano año tras año ha sido la eliminación de la dualidad monetaria, “que no es lo mismo que la dualidad cambiaria”, declaró el economista en la conversación con el reportero de Radio Martí.
Pero todo indica que al llamado “peso convertible", el CUC, no le queda mucho tiempo de vida, declaró el experto al hacer un repaso de la economía cubana en 2019 y esbozar pronósticos para 2020.
Pérez Villanueva fue uno de los 20 economistas convocados a principios de 2013 por el zar económico Marino Murillo, para que convirtieran en políticas los llamados Lineamientos trazados por el VI Congreso del Partido Comunista en 2011 con el fin de "actualizar" el estancado modelo económico cubano.
“Hay señales, y las he podido observar: muchos centros que dicen ‘No, no acepto el CUC”, refiere Pérez Villanueva. “He visitado algunas tiendas, y veo que prevalece el precio en CUP [pesos cubanos] sobre el precio en CUC; antes era al revés: estaban los dos precios, pero el de arriba era el CUC”.
En cualquier momento las transacciones con CUC van a terminar, y va a ser sustituido por el CUP, el peso cubano, pronostica Pérez Villanueva.
“La tendencia va por ahí”, comenta. “He tenido conocimiento de algunos lugares donde pagaban estímulos –no oficiales—en CUC, y ya están priorizando ese estímulo en dólares. Todo indica que la gente quiere tener dólares, no CUC”.
La tasa de cambio para comprar dólares con CUC, que en algunos casos está a 1.10 y 1.20, e incluso a 1.30 en provincias, indica la devaluación, manifiesta el experto.
Pero la eliminación del CUC no va a resolver el problema, advierte el economista quien fue expulsado en 2016 del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana por "hablar con la prensa extranjera, dar algunas conferencias o participar en encuentros con personas".
“Yo creo el tema cubano complejo es la sobreevaluación que tiene la tasa de cambio dólar-peso para las empresas estatales, que es uno a uno”, comenta Pérez Villanueva. “Ese es el pollo del arroz con pollo, y si no se logra devaluar esa tasa de cambio, no se va a saber si la economía cubana es competitiva o no es competitiva”.
Eso sigue afectando el prestigio de Cuba, asegura. Porque mientras cualquier empresa de la isla pueda importar un producto a un dólar y venderlo en la economía nacional a un peso cubano, esa empresa no puede ser eficiente.
“Ahora, ahí viene el otro problema”, continúa. “Si devalúas en la empresa estatal de uno a uno para subirlo de uno a cinco, o de uno a 10, los precios van a aumentar; a los productos que elabore esa empresa le van a sumar el precio de esa tasa de cambio, y podría haber una crisis de inflación”.
Y es ahí donde están las tensiones más importantes, por las cuales el proceso no puede ser muy acelerado, cree el economista: tiene que ser bien pensado, pues muchas empresas que ahora son rentables con una tasa de cambio de uno a uno podrían dejar de serlo.
“Entonces: ¿quién pagaría eso?”, se pregunta Pérez Villanueva. “¿El estado, el presupuesto? No creo que el presupuesto del Estado dé para seguir subsidiando empresas. Entonces tendrían que arribar a un crédito bancario, pero es que los bancos son estatales. Entonces, no es tan fácil el problema”.
A la pregunta de si pronostica un aumento de salario significativo para compensar las nuevas tasas de cambio cuando se adopten, Pérez Villanueva responde que, de hecho, ese aumento ya está propuesto, pero que, “por lo menos en el año 2020, si no se produce el aumento en la tasa de cambio a las empresas estatales”, no cree que lo apliquen.
“Hay quienes dicen que podrá llegar hasta a ocho mil pesos, hay quienes dicen que el salario mínimo va a ser de mil quinientos: no sé”, manifiesta el experto. “Lo que está claro es que los precios hoy en Cuba son bastante altos para un grupo importante de personas, y los aumentos de salarios [decretados hasta ahora] no compensan realmente las necesidades que tiene la población, no solo en comida, aunque el 70 por ciento de los gastos de una familia cubana son en alimentos”.
Si estuviera en sus manos decidir la tasa de cambio para las empresas estatales, Pérez Villanueva empezaría por plantear la pregunta de a qué tasa de cambio funciona el sector privado.
“¿A 25 [pesos cubanos por dólar]? ¿Y funcionan y son rentables? ¿Y entonces, por qué el sector privado es rentable con 25 y el sector estatal no lo puede hacer? Sería una medida muy dura, pero podría decir un tope al que podría llegar, [y] a competir todo el mundo igual con la misma tasa de cambio. Lo que no creo que sea un proceso adecuado porque se produciría rápidamente un aumento de precios muy grande, una hiperinflación”.
A su juicio, lo prudente sería ir aumentando la tasa de cambio paulatinamente.
“Si yo tuviera que tomar esa decisión lo pondría a 10 [pesos cubanos por dólar]”, dice el economista. “Esperaría el resultado, que paso, y si veo que no es tan traumático podría subirla un poco más. Pero estaría en contra de poner tasas de cambio múltiples, como en la Zona Especial del Mariel. […] Esa multiplicidad de la tasa de cambios enrarece el ambiente económico”.
Opina también que las medidas tomadas por la Administración Trump en el plano economico han sido un error, observa que las sanciones no han hecho cambiar las cosas en Cuba, y habla de su impacto en el sector privado.
“La Habana Vieja se reconfiguró en base a la llegada de cruceros; muchas paladares se han visto afectadas; la gente compró viviendas y las remozaron para [alojar] turistas norteamericanos, y realmente ahí no estamos hablando del gobierno”, comenta.
A veces se piensa que presionando a Cuba se presiona solamente al gobierno, dice. “Yo no sé cuántos serían [afectados] en el gobierno, pero en el pueblo serían muchas más personas”, manifiesta Pérez Villanueva.
Con respecto a la “coyuntura” en la que estuvo sumido el país por la escasez de combustible, el economista cree que se trata de una etapa superada. No porque el transporte público sea un problema completamente resuelto, pero en las paradas de ómnibus ya no ve la aglomeración que veía en octubre, dice, y tampoco ve colas en las gasolineras.
“Creo que ya, por lo menos, lo que se observa es que hay combustible”, responde cuando el periodista le pregunta si da por cierto que, como dijo entonces Díaz-Canel, la normalidad se restablecería con la llegada de un carguero de petróleo. “Pero todavía hay huellas: usted llega a centros laborales o a tiendas y a las 11 le apagan el aire acondicionado, y no puede empezar hasta la 1; tienen dos horas de recorte de combustible”.
El economista cree que la decisión del Presidente Trump de poner en vigor el Título III de la Ley Libertad, conocida como Ley Helms-Burton, es una “posición más de desgaste que otra cosa”, porque siembra la incertidumbre en las empresas extranjeras que estén considerando invertir en Cuba, pero no puede aplicarse a las empresas cubanas por la insolvencia del Estado.
Al margen del embargo comercial estadounidense, que Pérez Villanueva llama “bloqueo”, Cuba “tiene espacio para seguir haciendo cosas” y crecer económicamente, declara. Si la decisión dependiera de él, eliminaría “el argumento del bloqueo de Estados Unidos”.
“No voy a criticarlo si está bien o está mal; lo que estoy diciendo es que tiene que haber un cambio de política en ambos lados, tiene que haber una negociación, como la hubo en la época de Obama”, manifiesta el economista. Se afecta el pueblo cubano y se afectan los productores de Estados Unidos, dice. “¿Por qué Cuba tiene que comprarle el pollo a otro país si pudiera comprárselo a Estados Unidos?”
Cuba siempre ha estado mejor preparada para esa posición que para una posición contraria, opina Pérez Villanueva.
"Antes no había sector privado, todo era gobierno, pero ahora también hay sector privado; también hay entidades que se benefician de otra forma del intercambio que hubo con Estados Unidos”, declara, y dice conocer a muchos que perdieron la visa estadounidense de cinco años, cuando todo lo que hacían era viajar a Estados Unidos para comprar insumos destinados a su negocio privado en la isla.
El entrevistador, Amado Gil, recuerda que, al entrar en vigor las nuevas restricciones de Estados Unidos a Cuba, las remesas destinadas a los cuentapropistas quedaron abiertas, sin límites.
A la pregunta de qué vaticina para la economía cubana en 2020, Pérez Villanueva responde con la esperanza de una mejoría.
“Hay una serie de medidas, que yo no conozco”, dice Pérez Villanueva, para “descentralizar muchas de las decisiones que tenía la empresa estatal cubana. Creo que se han dado cuenta de que la centralización y la planificación, como se hacía, era un error”.
A un país que depende prácticamente del extranjero le resulta muy difícil mejorar su economía, dice el periodista citando a otros analistas del tema.
“Hay muchos factores estructurales, macroeconómicos: tasas de crecimiento muy bajas, descapitalización, se invierte poco; yo parto de todos esos criterios que son conocidos”, admite el economista. “Pero ahora se dice que la empresa puede exportar directamente, que deben eliminarse las trabas al comercio exterior [….]; hay cambios en el comité ejecutivo del Consejo de Ministros, vamos a ver que función cumple el primer ministro”.
En un país donde el enriquecimiento es ilegal, para reinvertir y crecer en sus negocios, inquiere el periodista: ¿cómo potenciar entonces la empresa privada si las leyes restringen ese crecimiento?
“Hay que cambiar esa posición ideológica, porque si no, va a ser el círculo vicioso”, comenta el economista. “Vamos a estar toda la vida sin crecer o creciendo a nivel de subsistencia; no hay dinero para invertir, no puedes exportar, porque en ningún lugar del mundo todas las empresas son estatales. [El gobierno cubano] se guía mucho por los ejemplos de China y Vietnam, pero es contrario a lo que hacen China y Vietnam: lo que quieren China y Vietnam es que se produzca más, no importa la forma de propiedad”.