La soledad a la que muchos jóvenes chinos se enfrentan durante su adolescencia y la falta generalizada de confianza en la sociedad les ha llevado a refugiarse en la tecnología, algo que los expertos atribuyen al competitivo sistema educativo del país y a la política demográfica del hijo único.
El vínculo con las nuevas tecnologías se ha reforzado en los últimos años debido a la evolución de los dispositivos móviles -muy populares también en China- y las numerosas aplicaciones "sociales" disponibles en la red.
Uno de los fenómenos recientes con mayor éxito son los chats de respuesta automática, como es el caso del "pequeño polluelo amarillo", que en tan sólo tres meses ha conquistado a más de 2,2 millones de chinos por su habilidad a la hora de responder a los mensajes de sus seguidores.
Aunque el éxito de la aplicación se puede interpretar como una forma más de entretenimiento para los jóvenes chinos, desde muchos sectores supone una razón adicional para sostener que la tendencia cerrada de la sociedad empuja a los adolescentes a buscar en la tecnología lo que no encuentran en sus relaciones personales.
La directora del centro de la juventud de la Academia China de Ciencias Sociales, Li Chunlin, aseguró a Efe que, además de la reciente proliferación de nuevas formas de comunicación virtual, la política de hijo único del gigante asiático o su sistema educativo también han contribuido a este fenómeno.
"Ser hijo único puede aumentar la soledad, algo que, junto a un sistema educativo muy competitivo y con mucha presión, hace que algunos estudiantes se refugien en un mundo virtual que mitigue el sufrimiento", explicó.
Así, ante el fenómeno del "pequeño polluelo amarillo" y el debate que ha originado, Li también defendió la aplicación para "evitar que los jóvenes se sientan tan solos".
Por otro lado, el rápido desarrollo del país ha llevado a muchos jóvenes urbanitas a sufrir por las presiones del trabajo, del estudio o de las propias relaciones personales, con el agravante que en algunos casos no se cuenta con un hombro en el que llorar.
Además, una encuesta reciente de la Academia China de Ciencias Sociales constató que el nivel de confianza entre los ciudadanos chinos se sitúa en mínimos históricos y que uno de cada cuatro ciudadanos "no confía en nadie".
Ante el fenómeno, varios centros médicos e incluso universidades ofrecen sesiones de asesoramiento psicológico para aquellos estudiantes que necesiten hablar cuando sufran ansiedad.
El vínculo con las nuevas tecnologías se ha reforzado en los últimos años debido a la evolución de los dispositivos móviles -muy populares también en China- y las numerosas aplicaciones "sociales" disponibles en la red.
Uno de los fenómenos recientes con mayor éxito son los chats de respuesta automática, como es el caso del "pequeño polluelo amarillo", que en tan sólo tres meses ha conquistado a más de 2,2 millones de chinos por su habilidad a la hora de responder a los mensajes de sus seguidores.
Aunque el éxito de la aplicación se puede interpretar como una forma más de entretenimiento para los jóvenes chinos, desde muchos sectores supone una razón adicional para sostener que la tendencia cerrada de la sociedad empuja a los adolescentes a buscar en la tecnología lo que no encuentran en sus relaciones personales.
La directora del centro de la juventud de la Academia China de Ciencias Sociales, Li Chunlin, aseguró a Efe que, además de la reciente proliferación de nuevas formas de comunicación virtual, la política de hijo único del gigante asiático o su sistema educativo también han contribuido a este fenómeno.
"Ser hijo único puede aumentar la soledad, algo que, junto a un sistema educativo muy competitivo y con mucha presión, hace que algunos estudiantes se refugien en un mundo virtual que mitigue el sufrimiento", explicó.
Así, ante el fenómeno del "pequeño polluelo amarillo" y el debate que ha originado, Li también defendió la aplicación para "evitar que los jóvenes se sientan tan solos".
Por otro lado, el rápido desarrollo del país ha llevado a muchos jóvenes urbanitas a sufrir por las presiones del trabajo, del estudio o de las propias relaciones personales, con el agravante que en algunos casos no se cuenta con un hombro en el que llorar.
Además, una encuesta reciente de la Academia China de Ciencias Sociales constató que el nivel de confianza entre los ciudadanos chinos se sitúa en mínimos históricos y que uno de cada cuatro ciudadanos "no confía en nadie".
Ante el fenómeno, varios centros médicos e incluso universidades ofrecen sesiones de asesoramiento psicológico para aquellos estudiantes que necesiten hablar cuando sufran ansiedad.