SANTIAGO DE CUBA.- En honor al Mayor General José Guillermo Moncada, héroe del Ejército Libertador, hay una calle homónima que atraviesa el Casco Histórico de la ciudad de Santiago de Cuba y es, por demás, expresión fehaciente de la religión afrocubana en la Ciudad.
A pesar del período donde las manifestaciones religiosas estuvieron soslayadas por la Revolución cubana, los alrededores de la calle Moncada y de la gran Avenida José Martí persistieron siempre en su tradición.
Ello se debió a los descendientes de un importante asentamiento de esclavos africanos que hubo en este lugar; de modo que la reanimación religiosa que experimentó el país en los años 90 solo fue otro pretexto para que esta comunidad, que pervivió a hurtadillas, se reorganizara.
Tanto católicos, protestantes como devotos de las más diversas manifestaciones afrocubanas y haitianas, buscaban refugio, un asidero para resistir en el contexto de los 90, una realidad en la que el gobierno cubano no brindaba soluciones prácticas a los problemas.
Este ejercicio de fe, lejos de extinguirse, se ha multiplicado en los cubanos, en muchos casos todavía como una alternativa para el “escape”, en otros, sencillamente, como continuidad de una tradición.
De esta manera, la calle Moncada antes de interceptar la Avenida José Martí, cita diariamente a gran cantidad de practicantes y no practicantes en busca de artículos religiosos o animales, que servirán de medio para alguna de las diferentes prácticas religiosas: santería o palo monte, fundamentalmente.
Eduardo, vendedor de uno de los quioscos, me pregunta qué busco y a mi respuesta: ¿qué vende? riposta con un “en estos contornos se puede encontrar de todo; cazuelas para Eleguá, calderos para los guerreros, clavos de líneas, herraduras, palos para la conformación de la nganga, y en cuanto a plantas, ¡ni se diga! Algodón, vencedor, quebracho, espantamuertos, rompesaragüey, confitillo y siguaraya. También cascarillas, cocos, velas y santos católicos”.
Las utilidades de todos estos elementos son muy variadas en la práctica de religiones animistas. “Bueno, según para lo que tú necesites. Protección, salud, para abrir tu camino, prosperidad”, agrega Eduardo, quien me asegura que si tengo fe, veré los resultados.
En el estrecho de calle están los animales para el sacrificio; palomas, gallos, jicoteas, gallinas de guinea, un verdadero mercado religioso. Una señora blanca entrada en edad, sale satisfecha con la compra. “Mira eso, lo que encontré aquí: una postura de ruda, pal desenvolvimiento, mijo”, expresa a otro comprador mientras sale del quiosco.
La gente hoy en Santiago hace su elección sobre la deidad en que prefiere creer y en ella pone su fe, siempre para mejorar, ya sea en lo yoruba o en lo católico. La Iglesia protestante de la Avenida Martí, por ejemplo, podría ser una contraparte. Lo cierto es que todos buscan una alternativa en lo espiritual para los asuntos que los hombres, en la tierra, todavía no pueden resolver.