El diario The Boston Globe dice en un editorial que, con los cambios de Raúl Castro en Cuba y el inicio de su segundo mandato, la administración Obama tiene la oportunidad de “arrastrar la política de EE. UU. hacia el siglo XXI”.
El diario bostoniano recomienda al presidente empezar por retirar a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, para seguir con una reducción de las restricciones comerciales autorizando los viajes de todos los estadounidenses a la isla, y luego permitiendo a La Habana las compras de petróleo, gas natural y otros renglones en EE. UU.
El editorial aconseja al secretario de Estado John Kerry concentrarse en Cuba durante sus primeros meses en el cargo, al tiempo que lamenta que su sucesor al frente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado sea Robert Menéndez, un hijo de inmigrantes cubanos que –dice– debe ser convencido de que podría ayudar a más cubanos si la política estadounidense se revisa.
El cotidiano otorga similar significación histórica a la reforma migratoria de Raúl Castro y a la rápida liberalización viabilizada por los militares en Birmania, la que—según observa—ha sido bien aprovechada por Obama.
Tras aseverar que, fuera de una intervención militar, son pocas las oportunidades que tiene un presidente para alterar drásticamente las relaciones con un viejo enemigo, el Boston Globe termina afirmando que las condiciones están maduras para adoptar ahora una nueva agenda diplomática hacia Cuba.
El diario bostoniano recomienda al presidente empezar por retirar a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, para seguir con una reducción de las restricciones comerciales autorizando los viajes de todos los estadounidenses a la isla, y luego permitiendo a La Habana las compras de petróleo, gas natural y otros renglones en EE. UU.
El editorial aconseja al secretario de Estado John Kerry concentrarse en Cuba durante sus primeros meses en el cargo, al tiempo que lamenta que su sucesor al frente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado sea Robert Menéndez, un hijo de inmigrantes cubanos que –dice– debe ser convencido de que podría ayudar a más cubanos si la política estadounidense se revisa.
El cotidiano otorga similar significación histórica a la reforma migratoria de Raúl Castro y a la rápida liberalización viabilizada por los militares en Birmania, la que—según observa—ha sido bien aprovechada por Obama.
Tras aseverar que, fuera de una intervención militar, son pocas las oportunidades que tiene un presidente para alterar drásticamente las relaciones con un viejo enemigo, el Boston Globe termina afirmando que las condiciones están maduras para adoptar ahora una nueva agenda diplomática hacia Cuba.