Ginebra, 19 feb (EFE).- La Unión Europea está cometiendo un gran error al excluir a las organizaciones de la sociedad civil de su diálogo con Cuba, sostiene la activista cubana Laritza Diversent, perseguida por el gobierno por la asesoría legal gratuita que ofrecía a todo el que la solicitará, incluyendo pleitos con el Estado.
"Ni la Unión Europea ni Estados Unidos pueden entrar a Cuba y verificar cuál es la situación de derechos humanos o documentar violaciones. Esto solo lo pueden hacer las organizaciones de la sociedad civil que el Gobierno cubano insiste en hostigar y hacer desaparecer", denuncia Diversent en una entrevista con Efe.
Diversent está en Ginebra como invitada de una gran conferencia de disidentes de todo el mundo que organiza la oenegé UN Watch.
Aquí compartirá su historia, que empezó cuando fundó CUBALEX, el único
centro que brindaba asistencia legal a quien la necesitase, incluidos reclusos olvidados por la justicia cubana.
Su actividad disgustó al gobierno, que en 2016 ordenó el registro de sus oficinas y formuló graves cargos en su contra forzándola a huir a Estados Unidos al año siguiente.
Desde Lancaster (Pensilvania, este de EEUU), Diversent continúa con su lucha y observa con pesimismo tanto la política de confrontación de la Administración de Donald Trump, como la vía del diálogo político por la que ha optado la Unión Europea, porque considera que ambas estrategias están equivocadas.
El efecto que está teniendo el reforzamiento de las sanciones de EEUU contra Cuba en el envío de remesas es preocupante, según la activista, ya que "ha puesto en situación más crítica a las organizaciones de la sociedad civil" al dificultar su acceso a fondos de cooperación internacional.
"Si Western Union empieza a poner obstáculos para que en Cuba se reciba dinero de remesas, muchas organizaciones no tendrán recursos para cumplir con sus actividades, ni para presionar desde dentro al gobierno", asegura.
La firma de envío de dinero ha indicado que evalúa suspender las transferencias a Cuba desde otros países, con excepción de EEUU.
Diversent conoce bien los obstáculos que afrontan las oenegés para obtener financiación que les permita funcionar y que van desde complejos trámites burocráticos hasta la barrera del idioma y procedimientos repletos de tecnicismos desconocidos para una abogada cubana, que ella descubrió al llegar a Estados Unidos.
Todo lo superó y pudo encontrar pequeños fondos que le permiten documentar para las instancias internacionales las violaciones de los derechos humanos que sufren activistas, periodistas y escritores cubanos, acompañada de un equipo de cinco personas repartidas entre Lancaster y La Habana.
"Pienso que la política de Estados Unidos está mal, pero también la de la Unión Europea porque ésta se enfoca en un dialogo con el Gobierno y no con quienes realmente tienen la posibilidad de promover un cambio dentro de la isla, que son los activistas reprimidos", explica la letrada.
Asegura que Bruselas no dice la verdad cuando afirma que el diálogo con el Gobierno de Miguel Díaz-Canel es sin condiciones: "Si el gobierno le dice que no hable con tal persona u organización, la Unión Europea no lo hace. Los reyes de España y otras personalidades europeas no se han reunido con organizaciones opositoras en sus visitas a Cuba".
Diversent habla con franqueza y consciente de que sus comentarios
pueden atraerle la enemistad de otros opositores cubanos, principalmente cuando critica la política de sanciones de Trump por considerarla ineficaz.
"Llevamos 60 años con la misma política y nada ha cambiado, sólo ha servido para que el gobierno se atrinchere", afirma, y agrega que finalmente el pueblo es el más perjudicado porque esas medidas no tocan a la clase dirigente ni a los estamentos militares.
Mientras tanto no hay ninguna señal de que el Gobierno de Díaz-Canel tenga la intención de cambiar la política de represión contra la disidencia.
"La sociedad civil sigue forzada a exiliarse y la mayoría de veces los disidentes no pueden realizar su trabajo. Díaz-Canel ha asumido en este sentido una política de continuidad".
Diversent comenta que el presidente utiliza las redes sociales para "fomentar la discriminación contra los cubanos que piensan diferente y hacer escarnio de la oposición", y ha ordenado a ministros y funcionarios que hagan lo mismo.
La consecuencia es el aislamiento social que sufren los opositores dentro de Cuba, que "se quedan solos" porque amigos y vecinos temen que se les identifique con ellos.
A pesar de todos estos obstáculos, la activista piensa seguir en esta lucha que ha asumido como suya, como la que hace seis décadas llevó a su padre a luchar en Sierra Maestra por una revolución en la que sigue creyendo.
Padre e hija piensan de modo distinto, pero se respetan, y Diversent está decidida a seguir poniendo al servicio de disidentes como ella los instrumentos jurídicos que adquirió en las mejores escuelas y universidades de Cuba, de donde salió con la amenaza de una fiscal de que si volvía iría directamente a prisión.