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“El infierno dentro del infierno”: así describe esposa de preso político el Combinado del Este


Un recluso tras los barrotes de su celda, en el Combinado del Este. (Adalberto Roque/AFP/Archivo)
Un recluso tras los barrotes de su celda, en el Combinado del Este. (Adalberto Roque/AFP/Archivo)

Ilsa Ramos, esposa del preso político cubano Yasmany González, detenido desde el 20 de abril de este año, denunció este lunes en redes sociales una serie de malos tratos a los que se encuentran expuestos los reclusos en el centro penitenciario de máxima seguridad Combinado del Este, en La Habana.

Tras su segunda visita a su pareja, Ramos definió el Combinado del Este como “el infierno dentro del infierno” y aseguró que allí “hay una plaga de chinches que sabemos provocan infecciones”.

“Además de estar llena y súper poblada, con estos calores que hay, en el depósito donde está mi esposo no hay ventilación. Para más sorpresa, el agua potable no es potable. Es un agua blanca que mi esposo, en la visita, fue varias veces al baño”.

Las denuncias sobre malos tratos y deficientes condiciones sanitarias, médicas y alimenticias en distintas prisiones del país han ido en aumento en los últimos años y el Combinado del Este ha sido una de las que más noticias ha generado en la prensa independiente.

A mediados de junio pasado, Jeankarlos Antonio López, de 22 años, apareció muerto en el Combinado del Este. Su madre, Yulianela López, difundió el hecho en Facebook, publicó fotos del cuerpo de su hijo con severos hematomas y aseguró que había sido un asesinato.

“Hasta la fecha no me han dado ni el carné de fallecido, ni el certificado de difusión y mucho menos el resultado de la necropsia, y es por el simple hecho que aún están esperando para ver qué diagnóstico me van a dar que me convenza, pero a mí ningún diagnóstico inventado me va a parar”, escribió la doliente en la red social.

El joven llevaba apenas dos meses recluido cuando perdió la vida. “Ustedes me lo mataron en dos meses que estuvo en ese infierno, asesinos, todos tienen que pagar, todos, ya que ni el Consejo de Estado ni la fiscalía hicieron su papel cuando tenían que hacerlo”, agregó la madre.

En su informe sobre la situación de derechos humanos en Cuba durante el mes de marzo, la organización no gubernamental Cubalex precisó que desde 13 prisiones en nueve provincias recibieron denuncias sobre problemas críticos con la alimentación, sobre todo con la cantidad y la calidad. “Hubo reportes de personas privadas de libertad desmayadas por hambre en Pinar del Río y Quivicán, raciones de un plátano y medio y un huevo por más de un mes a los presos de El Guayabo en la Isla de la Juventud, deficiente atención nutricional a reclusas gestantes en la Granja 5, en Camagüey”.

“Resulta preocupante la cantidad de denuncias sobre negación de atención médica y falta de medicinas en prisiones (36 en total) de 10 provincias del país, una situación que se repite mes tras mes y que, además de las carencias, ha sido denunciada como forma de tortura por exreclusos entrevistados por Cubalex. Se reportaron plagas de chinches en las prisiones del Combinado del Este, Kilo 8, El Pitirre y la cárcel de mujeres del Guatao; hepatitis en el Combinado del Este y tuberculosis en Pretensado, en Santa Clara”, indicó el documento.

El más reciente informe de Cubalex, el del mes de mayo, no muestra un panorama mejor en este sentido: “En las cárceles se continúan registrando como principales violaciones hacia los reclusos la violencia y el acoso (26 eventos), la negación de atención médica y falta de medicamentos (17 eventos), el uso de celda de castigo contra los presos políticos (15 eventos) y de castigos considerados tortura (10 eventos), como la colocación innecesaria e indiscriminada de las esposas conocidas como ‘shakiras’ y las golpizas; así como las precarias condiciones higiénicas y de habitabilidad de las prisiones”.

Ilsa Ramos, con su testimonio, confirmó esos datos. “Mi esposo tenía tremenda tos y no podía tragar bien porque le dolía la garganta. Además, tiene un flemón, ya que él tiene las muelas muy malas. Por supuesto, no hay medicamentos. A ver cómo le hago llegar el antibiótico y los Ibuprofenos que me donaron unos hermanos”.

“A todas aquellas personas que me dicen que si yo pensaba que a mí esposo lo iban a mandar para un hotel, yo sé que la prisión no es un hotel, pero tampoco es un barracón para animales”, dijo.

En entrevista con Martí Noticias, Ramos explicó que todavía no ha recibido ningún documento que revele la acusación que pesa en contra de González, y ya han transcurrido dos meses de su arresto. Algo similar ha ocurrido con la influencer Sulmira Martínez, de 21 años, privada de libertad desde el 10 de enero pasado, sin que su familia posea un documento que esclarezca los delitos que supuestamente cometió.

“Ahí lo tienen junto con asesinos y personas con problemas mentales. Ahí la comida es muy mala. El agua da dolor de barriga, está sucia, tiene bichos (bacterias)”, contó Ilsa Ramos.

La falta de atención médica es una realidad que también ha afectado al preso político Dayron Martín, participante de las protestas populares de julio de 2021, quien sufre de esquizofrenia y lleva ya varios meses sin acceso a tratamiento psiquiátrico en el Combinado del Este.

Su madre, Esmeralda Rodríguez, dijo a Martí Noticias que su hijo, de 37 años, necesita tomar entre cuatro y cinco medicamentos al día y recibir terapia. No obstante, la única psiquiatra que ha ido verlo a la cárcel, poco después de haber llegado, le dijo que ella sólo podía dejarlo ingresado en la enfermería y darle a tomar infusión de pasiflora.

“Y mi hijo se disgustó muchísimo, porque fue como una burla, y dijo que él no se iba a quedar solo en la enfermería, porque por su enfermedad él no puede estar solo, porque se deprime más y se pone a pensar y hacer cosas que no debe, que él prefería estar en su celda con sus compañeros del 11 de julio, y que la pasiflora no servía para tratar la esquizofrenia”.

Desde entonces, ningún otro especialista ha ido a atenderlo. Su padre es quien le ha llevado medicinas cada lunes, pero no de manera constante. No siempre logra encontrarlas en las farmacias, debido a la severa escasez que hay en la isla, y no siempre los oficiales del centro le permiten pasarlas.

Además, hace un mes lo sacaron de la celda donde se encontraba con otros prisioneros de conciencia y lo colocaron con un reo común. Esmeralda Rodríguez, quien reside en Ecuador, lo supo a través del padre de Dayron Martín, pues desde hace tres meses no recibe llamadas de su hijo.

Ella no podría afirmar cuál es la causa, pero sospecha que es una represalia por las denuncias que hace en medios de comunicación y redes sociales para pedir la liberación de su hijo, que enfrenta una sentencia de 22 años de privación de libertad por el delito de sedición.

“Otras enfermedades le han ido saliendo ahí dentro por la mala alimentación, las condiciones infrahumanas que tienen. Por ejemplo, él tiene una úlcera, una gastritis que nunca le había sangrado, pero él se la trataba y se hacía endoscopia”, dijo la madre.

Rodríguez contó que su hijo se alimenta correctamente una vez al mes, cuando recibe la visita familiar. “Entonces almuerza y después come, pero el resto del mes come las cosas que le llevan en un saco, que no alimentan, y la comida que dan allá adentro la mayoría de las veces no hay quién se la coma”.

Wilber Aguilar es otro familiar que enfrenta una historia parecida con su hijo, el preso político Wagniel Aguilar, quien tiene una lesión en el cerebro desde niño que disminuye sus capacidades y requiere tratamiento médico.

“Un día tenía dolor de cabeza y pidió el botiquín y lo trataron mal. Lo esposaron entre cuatro guardias y luego le echaron espray de pimienta. Esa tortura se la han hecho a bastantes presos ahí, un tal oficial que se llama Escalante. Y después lo arrastraron por las escaleras para abajo”, detalló.

Este episodio Wilber Aguilar lo denunció en su perfil en Facebook a principios de octubre de 2022 y coincide con descripciones de distintos informes de organizaciones cubanas sobre lo que ocurre en los centros penitenciarios de la isla, sobre todo con los presos políticos.

Cubalex, en el citado informe de marzo pasado, declaró que en ese mes “se registraron nueve denuncias relacionadas con otras formas de tortura como “el caballo”, “la bicicleta”, asfixia, esposar a rejas durante horas, golpizas y apretar excesivamente las esposas durante traslados”; al igual que otras dos denuncias sobre acoso por orientación sexual e identidad de género a Yuri Almenares y Brenda Díaz, (esta última, una mujer trans a quien mantienen en una cárcel para hombres y que denunció ser objeto de un intento de violación).

“Como en meses anteriores se repitieron las denuncias de uso de reclusos comunes por parte de las autoridades penitenciarias para hostigar a los presos políticos”, añadió el documento.

Actualmente, Wagniel Aguilar, sentenciado a 12 años de privación de libertad por el delito de sedición, se encuentra en el edificio uno, “el de los severos”, explica su padre, que es donde están las personas con las sentencias más altas. Para allí lo llevaron luego de que Wilber Aguilar se manifestara por la liberación de los presos políticos junto con otros familiares en la Plaza de la Catedral, en La Habana Vieja, en agosto de 2022.

“Canel, ¿dónde tú estás que está pasando todo eso en el Combinado? ¿Dónde están los jefes del Combinado, que le están haciendo eso ahí a los presos? ¿Ustedes no tienen hijos? Porque ese es mi hijo. ¿Por qué le hacen eso a los jóvenes que están ahí, porque gritaron libertad? ¿Cuándo Cuba va a ser de los cubanos? No tenemos una Cuba, no tenemos nada. Es represión lo que tenemos”, dijo en octubre del año pasado Aguilar, en una transmisión en vivo por Facebook, en respuesta a la agresión que sufrió su hijo.

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    Mónica Baró Sánchez

    Mónica Baró Sánchez (La Habana, 1988) colabora con Martí Noticias. Periodista y escritora. Se graduó de Periodismo en la Universidad de La Habana en 2012 y ha trabajado con los medios independiente cubanos Periodismo de Barrio, El Estornudo, Rialta y CiberCuba. En 2016 resultó finalista del premio Gabriel García Márquez, en la categoría texto, con "La mudanza" y, en 2019, lo ganó con “La sangre nunca fue amarilla”. Actualmente, realiza un máster en Reportaje Literario en New York University y reside en New York.

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