“Me lo mataron”, sentenció, en una entrevista concedida a Radio Televisión Martí, Erik Gómez, hermano de Israel Gómez, quien ha sido identificado como la séptima víctima mortal del hundimiento de la lancha con 23 inmigrantes cubanos, ocurrido el 29 de octubre en Bahía Honda, Artemisa.
La muerte del joven barbero, a sus 29 años, deja huérfanos de padre a una niña de dos años y a un varón de siete. Era un buen papá, a juzgar por los testimonios de sus allegados.
El relato de sobrevivientes y familiares de las víctimas asegura que fueron embestidos con toda intención por una embarcación de las Tropas Guardafronteras de Cuba.
La familia de Gómez aseguró que Israel "murió en el acto", cuando el choque con los guardafronteras partió al medio la lancha procedente de Estados Unidos que ingresó a Bahía Honda y recogió a 23 personas para llevarlas rumbo norte.
A Israelito, como le decían, hasta el domingo pasado lo daban por desaparecido y su familia sostiene que las autoridades se desentendieron de la búsqueda.
Su hermano Erik y su esposa Yuraisi Ramos contaron a Radio Televisión Martí que compraron petróleo y pagaron a un pescador, dueño de una lanchita, para peinar la zona.
Dijeron que en un cayuelo conocido como Los Pinos, en la orilla, yacía boca abajo el cadáver de Israelito, en avanzado estado de descomposición.
Presentaba una herida abierta en la espalda y la señal de un golpe en la cabeza, además de laceraciones por todo el cuerpo, relataron.
También aseguraron que las autoridades les dijeron que, tras el impacto, cayó al agua y la propela de la embarcación se encargó del resto.
“Me lo mataron”, repitió una y otra vez Erik, quien aseguró que al encontrarlo, cubrió el cadáver con hojas y gajos para evitar que las aves carroñeras se acercaran.
Luego, lo cargó hasta la lanchita y lo llevó a la costa.
El hallazgo ocurrió a media mañana y no fue hasta pasadas las dos de la tarde que apareció Medicina Legal, explicaron.
La familia relató que al cementerio lo llevaron en una camilla, porque no había féretro, que el hedor era insoportable, y que el cadáver ya tenía gusanos.
La esposa del difunto y madre de su pequeño hijo ha culpado al gobernante de Cuba Miguel Díaz-Canel. En su opinión, nadie se atreve a hacer algo semejante sin recibir su orden.
Según la familia, en la pequeña necrópolis había más policías y agentes de civil que dolientes. No dejaron entrar a nadie, tomar fotos mucho menos. Era el tercer intento de Israelito en busca de un sueño.
“No mereció morir así”, comentó una familiar cercana que pidió no ser identificada.
Foro