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Recuerdan complicidad de Fidel Castro con dictadura de Videla


Castro y Videla, no tan extraños compañeros de cama
Castro y Videla, no tan extraños compañeros de cama

Los exiliados argentinos en Cuba lloraban por el silencio de Castro, aseguró a la agencia Infobae un sobrino del Che Guevara que vivió esos años en La Habana.

A propósito del reciente fallecimiento del ex gobernante argentino Jorge Rafael Videla, la agencia Infobae recuerda que el comunista Fidel Castro fue un insólito aliado de la dictadura militar presidida por Videla en Argentina, a la cual incluso aportó respaldo diplomático en foros internacionales para evitar que el gobierno de facto del país del cono sur fuese condenado por la violación masiva de los derechos humanos.

La autora, Claudia Peiró, dice que durante aquellos años de dura represión, el régimen cubano contribuyó, a través de su representante en la ONU, a evitar que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU emitiese una condena contra la Argentina y organizase una misión de inspección.

El favor --precisa Peiró-- fue devuelto. El dictador Videla, que en Argentina decía estar combatiendo al "marxismo apátrida y ateo", ordenaba a su representante en la ONU votar en contra de cualquier condena a La Habana.

Mientras tanto, --apunta la autora-- Castro en sus discursos denunciaba a todas las dictaduras que rodeaban a la Argentina: Chile, Uruguay, Paraguay, Perú, Bolivia y Brasil, pero evitaba nombrar a la primera

Peiró señala que la clave del silencio y la complicidad del régimen castrista con los crímenes de la dictadura argentina fue el sometimiento de Cuba a la entonces Unión Soviética.

NO TAN EXTRAÑOS COMPAÑEROS DE CAMA

La articulista de Infobae cita a Martín Guevara, un sobrino del Che Guevara que desde la edad de 10 años vivió con su familia en La Habana, quien dijo a la autora haber sido testigo directo de la complicidad de Fidel con Videla, instruida desde Moscú como pago por los suministros de cereales argentinos a la URSS.

Peiró señala que ese aporte que fue más apreciado aún cuando Moscú comenzó a padecer el embargo de granos dictado por Washington tras su invasión de Afganistán en 1979. "En concreto" --dice-- "fue la Junta Militar de la República Argentina -de supuesto ideario anti marxista- la que rompió el boicot que Estados Unidos impuso a la URSS".

El periodista argentino-estadounidense Andrés Oppenheimer recogió un testimonio de primera mano sobre el asunto, desde la delegación de EE.UU. a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra,.

Señala Oppenheimer que en 1980 y 1981 cuando el gobierno de Carter trató de lograr una condena a Argentina en la Comisión, Cuba se opuso tenazmente y ayudó a crear un bloque de países para frenar la moción.

"Patricia Derian, quien fue subsecretaria de Estado para los derechos humanos del gobierno de Carter, me señaló que 'los argentinos y los cubanos trabajaron juntos para bloquear la moción de condena durante todo el período de la junta militar'''.

"Roberta Cohen, la asistente de Derian, participó personalmente en los debates en Ginebra en 1980, en que Estados Unidos buscaba una condena que mencionara explícitamente las desapariciones forzosas en Argentina. 'Fue una negociación muy difícil: los rusos y los cubanos no querían hacer nada contra Argentina', recordó Cohen".

"Al final, la junta militar argentina y Cuba lograron que se aprobara una resolución débil, en que se condenaban las desapariciones en general pero sin mencionar a la Argentina".

Oppenheimer apunta que además del apoyo alimentario argentino a la URSS, Castro dio apoyo diplomático a la dictadura militar porque temía que una condena de la ONU por violaciones a los derechos humanos en Argentina sirviera como precedente para una condena similar contra Cuba. En segundo lugar, porque la junta militar argentina estaba ayudando a Cuba en ese momento a bloquear una propuesta de Estados Unidos a favor del disidente ruso Andrei Sajarov..

"Argentina cuadruplicó sus ventas de granos a Rusia en 1980, a un total de ocho millones de toneladas de trigo, y llegó a exportar el 60 por ciento de sus granos a la entonces Unión Soviética", precisa Oppenheimer.

Esto sucedía mientras Cuba daba refugio a guerrilleros de izquierda argentinos.

LOS EXILIADOS LLORABAN

Martín Guevara
Martín Guevara
Martín Guevara relató a Infobae el desconcierto que generaba en él y en otros la relación de conveniencia, incluido el otorgamiento por Moscú de la Orden de Lenin a altos mandos militares argentinos.

“Una y otra vez, los exiliados argentinos en Cuba escuchábamos como su principal dirigente, Fidel Castro Ruz, en sus extensos discursos, jamás denunció las prácticas fascistas ni dictatoriales en la tierra de quien había sido, según él, uno de sus mejores amigos, de sus grandes guerreros, el Che Guevara. Y todo "por un puñado de rublos", dice.

"Vi lágrimas en los ojos de hombres duros, de militantes de organizaciones de izquierda argentinas, que estaban en Cuba cuando, al esperar una declaración en el tribunal de la ONU por los derechos humanos, Fidel a través de sus enviados y bajo apercibimiento de la URSS, calló, haciéndose cómplice histórico de semejante villanía".
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