El pasado 16 de octubre se cumplieron 25 años de la presencia de las Siervas de San José en la diócesis de Santa Clara, donde animan las comunidades eclesiales de un gran número de pueblos, bateyes y ciudades, tanto de la provincia de Villa Clara como de Sancti Spíritus.
Durante todos estos años se han encargado de la formación cristiana de niños, adolescentes y jóvenes.
Extraída de la Santa Biblia, en el evangelio del día, se leyó a Marcos 10, 29-31 donde se enseña todas las renuncias que hacen los que se consagran a Dios. Allí Jesús les expresó a los apóstoles que no hay quien deje casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos y tierras por él que no reciba ciento por uno de todo eso en este mundo, más persecuciones, y en el otro, la vida eterna.
En la eucaristía por dicha conmemoración se leyó también una carta que el Obispo Diocesano les envió a las Siervas donde se excusaba por no poder estar presente y en la que recordaba agradecido la labor misionera de todas las hermanas que han trabajado entre nosotros. Refirió además que la llegada de ellas en 1987 constituyó un retorno de esta orden a nuestra Diócesis.
Explicó el padre Wilfredo en esa misa, celebrada en la Catedral de Santa Clara de Asís, que se hablaba de retorno porque las Siervas de San José ya habían estado entre nosotros, pero en 1961, cuando el ateísmo se trataba de imponer en el país, fueron expulsadas. Permaneció en Cuba dicha orden religiosa gracias al amor, la entrega, el valor y la inteligencia de un grupo de esas monjas.
De aquellas sacrificadas, que no les importó exponerse hasta un posible martirio, aún vive en Cuba la hermana Artemia. Ella, junto a un pequeño grupo, decidió quedarse y transformar la Casa principal de la Orden, de convento en un hogar para ancianas. Modificaban de esa forma la espiritualidad propia de la Orden hacia un aspecto más específico de entrega mediante el trabajo.
Las Siervas de San José fueron fundadas por la madre Bonifacia, quien fue canonizada el año pasado. Esta congregación religiosa tiene una espiritualidad dirigida al mundo del trabajo y en condiciones normales se dedica a la formación espiritual y moral de las jóvenes que buscan trabajo en las grandes ciudades y de darles alojamiento, pues por lo general vienen de lejos.
Se recordó que el convento de las Siervas en Santa Clara fue refundado por las hermanas Artemia, Enriqueta y Paquita, de las cuales Enriqueta estuvo presente en la celebración por los 25 años. Motivo este por la que fue seleccionada para entregarles un cuadro conmemorativo de la presencia de las “Josefinas” entre nosotros.
Por parte de las monjas tomó la palabra la hermana Ana María que venía desde La Habana junto a un nutrido grupo de las Siervas y sus aspirantes. Con su típica alegría aclaró que la vida está hecha de encuentros y desencuentros y que las monjas, como todas las personas, sienten cuando abandonan un lugar para irse a otro donde se les necesite en ese momento.
Nombró Ana María a cada una de las hermanas que han pasado por Santa Clara y Sancti Spiritus en estos 25 años. Aclaró que como misioneras Ana Grande está en Argentina; Yaquelín, en Chile; Midiala, que es médico, se encuentra en el Congo; mientras que Charo, María Fe y Paquita están en España, y la hermana Carmen, que ya se encuentra en la Patria Celestial.
Cada una de ellas, tanto las que están lejos en nuevas misiones como las que viven en La Habana y las que permanecen aquí en Santa Clara deben saber del profundo agradecimiento de los que hemos tenido la suerte de contar con su apoyo y amistad. Inolvidables han sido los cursos que nos ofrecieron: el de profundización en la fe, el de oración y el movimiento carismático.
Nostalgias y alegrías fue ese día de reencuentro con tantas personas que tuvieron que ver con nuestra formación espiritual. Monjas a las que debemos mucho de lo que hoy somos, que nos indicaron un camino, el mejor, Jesucristo. Nos enseñaron la verdad y a no temer a los que puedan quitarnos la vida pero jamás el alma, y a no renunciar nunca a la libertad de los hijos de Dios.
Publicado en el Foro Cubanacan Press el 30 de octubre de 2012.
Durante todos estos años se han encargado de la formación cristiana de niños, adolescentes y jóvenes.
Extraída de la Santa Biblia, en el evangelio del día, se leyó a Marcos 10, 29-31 donde se enseña todas las renuncias que hacen los que se consagran a Dios. Allí Jesús les expresó a los apóstoles que no hay quien deje casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos y tierras por él que no reciba ciento por uno de todo eso en este mundo, más persecuciones, y en el otro, la vida eterna.
En la eucaristía por dicha conmemoración se leyó también una carta que el Obispo Diocesano les envió a las Siervas donde se excusaba por no poder estar presente y en la que recordaba agradecido la labor misionera de todas las hermanas que han trabajado entre nosotros. Refirió además que la llegada de ellas en 1987 constituyó un retorno de esta orden a nuestra Diócesis.
Explicó el padre Wilfredo en esa misa, celebrada en la Catedral de Santa Clara de Asís, que se hablaba de retorno porque las Siervas de San José ya habían estado entre nosotros, pero en 1961, cuando el ateísmo se trataba de imponer en el país, fueron expulsadas. Permaneció en Cuba dicha orden religiosa gracias al amor, la entrega, el valor y la inteligencia de un grupo de esas monjas.
De aquellas sacrificadas, que no les importó exponerse hasta un posible martirio, aún vive en Cuba la hermana Artemia. Ella, junto a un pequeño grupo, decidió quedarse y transformar la Casa principal de la Orden, de convento en un hogar para ancianas. Modificaban de esa forma la espiritualidad propia de la Orden hacia un aspecto más específico de entrega mediante el trabajo.
Las Siervas de San José fueron fundadas por la madre Bonifacia, quien fue canonizada el año pasado. Esta congregación religiosa tiene una espiritualidad dirigida al mundo del trabajo y en condiciones normales se dedica a la formación espiritual y moral de las jóvenes que buscan trabajo en las grandes ciudades y de darles alojamiento, pues por lo general vienen de lejos.
Se recordó que el convento de las Siervas en Santa Clara fue refundado por las hermanas Artemia, Enriqueta y Paquita, de las cuales Enriqueta estuvo presente en la celebración por los 25 años. Motivo este por la que fue seleccionada para entregarles un cuadro conmemorativo de la presencia de las “Josefinas” entre nosotros.
Por parte de las monjas tomó la palabra la hermana Ana María que venía desde La Habana junto a un nutrido grupo de las Siervas y sus aspirantes. Con su típica alegría aclaró que la vida está hecha de encuentros y desencuentros y que las monjas, como todas las personas, sienten cuando abandonan un lugar para irse a otro donde se les necesite en ese momento.
Nombró Ana María a cada una de las hermanas que han pasado por Santa Clara y Sancti Spiritus en estos 25 años. Aclaró que como misioneras Ana Grande está en Argentina; Yaquelín, en Chile; Midiala, que es médico, se encuentra en el Congo; mientras que Charo, María Fe y Paquita están en España, y la hermana Carmen, que ya se encuentra en la Patria Celestial.
Cada una de ellas, tanto las que están lejos en nuevas misiones como las que viven en La Habana y las que permanecen aquí en Santa Clara deben saber del profundo agradecimiento de los que hemos tenido la suerte de contar con su apoyo y amistad. Inolvidables han sido los cursos que nos ofrecieron: el de profundización en la fe, el de oración y el movimiento carismático.
Nostalgias y alegrías fue ese día de reencuentro con tantas personas que tuvieron que ver con nuestra formación espiritual. Monjas a las que debemos mucho de lo que hoy somos, que nos indicaron un camino, el mejor, Jesucristo. Nos enseñaron la verdad y a no temer a los que puedan quitarnos la vida pero jamás el alma, y a no renunciar nunca a la libertad de los hijos de Dios.
Publicado en el Foro Cubanacan Press el 30 de octubre de 2012.