Enfrentar electoralmente un régimen como el que impera en Venezuela caracterizado por una legalidad aparente es muy complicado, igual ocurre con el modelo político vigente en Cuba bajo la dinastía de los Castro, porque tanto en un país como en el otro, las reglas electorales son impuestas a la exclusiva conveniencia de los que detentan el poder sin el más mínimo respeto a las normas democrática.
Los comicios en Cuba y Venezuela son ficciones. Un falso montaje en el que se pretende presentar que el electorado decide sobre su destino. En ambos países el gobierno controla los organismos electorales y tienen un férreo control sobre los candidatos que se presentan a la justa.
Ninguno de los dos gobiernos reconoce a sus contendientes políticos igualdad de derecho y oportunidades. Es un reto singular, porque los factores de la oposición que concurran a los comicios no cuentan con garantías de que una eventual victoria les seria reconocida por el oficialismo.
Sin embargo, algunos consideran que se debe concurrir a los comicios porque todas las oportunidades electorales deben ser aprovechadas, a la vez que las autoridades gubernamentales manipularían la abstención presentándola como el desprecio de las fuerzas de la oposición a los procedimientos legales para cambiar el gobierno, acusándolas ipso facto de partidarias de la violencia como medio para resolver las diferencias.
En el caso de Venezuela esta hipótesis tiene más fundamentos porque en ese país, al menos en teoría, existe la pluralidad política, aunque el régimen también recurre a la criminalización de los aspirantes al invalidar a los candidatos de la oposición con cualquier pretexto, a la vez que el fraude sigue siendo la carta más solida del partido de gobierno.
Los comicios en Venezuela se celebraran en octubre del 2018, se elegirán gobernadores de los 23 estados del país, exceptuado el distrito capital, y participaran candidatos de 76 organizaciones políticas, incomprensiblemente el Consejo Nacional Electoral le prohíbe a la Mesa de la Unidad Democrática presentar aspirantes en los estados Zulia, Apure, Monagas, Bolívar, Trujillo, Aragua y Carabobo, aduciendo que tal medida es en cumplimiento de decisiones acordadas por juzgados de esos estados, relacionadas con juicios que se vienen adelantando desde el año pasado.
Otro factor a considerar en el caso de Venezuela es que el poder ejecutivo central tiende a invalidar a los funcionarios electos de la oposición a la vez que le niega las partidas presupuestarias que le corresponden para cumplir las funciones para las que fueron electos, cerrando un cerco que demuestra fehacientemente que las votaciones en ese país no respeta la voluntad de las mayorías.
En Cuba la situación es mucho más precaria y de una ridiculez y falsedad inaudita, porque en un régimen de Partido único y con los medios de prensa bajo el control del estado, afirmar que por norma constitucional el partido de gobierno no participa en las elecciones, no postula ni nomina candidatos y tampoco elige o hace propaganda por uno u otro de los nominados, porque es una función que según el “cuento oficial” solo corresponde al pueblo.
Otro aspecto de la legislación electoral cubana es que el voto no es obligatorio pero los partidarios del gobierno, en particular los funcionarios , presionan con sus visitas y llamados a aquellas personas que se retrasan en emitir su voto o que evitan participar en los comicios, gestión que se refleja en que el 95 por ciento del electorado va a las urnas y que candidatos como el difunto Fidel y Raúl Castro, superaron en las votaciones al Parlamento en el 2008, el 98 y 99 por ciento respectivamente.
Cuba también se prepara para una farsa electoral en un contexto que no tiene precedentes. Por primera vez en 60 años, ningún Castro esta supuesto para dirigir los destinos del país, aunque no se ha abordado públicamente el asunto del liderazgo de Partido Comunista de Cuba, organismo rector de la sociedad cubana y cuyo secretario general es en verdad quien dirige la nación.
Por otra parte en esta ocasión más de un centenar de opositores se aprestan para presentarse como candidatos en las elecciones municipales cubanas, un ejercicio interesante pero que lamentablemente no tendrá repercusión en el país, similar a lo que ocurrirá en los comicios venezolanos porque ambos regímenes creen en el espectáculo siempre y cuando ellos dispongan del libreto y asuman la dirección del mismo.