“Les podemos decir vandálicos pero yo los llamaría de otra: el descontento que hay por el mal servicio porque se pasan más tiempo rotos que funcionando”, dijo uno de los entrevistados
El vandalismo contra la telefonía pública de Cuba constituye otro de los sinsabores con los que tiene que lidiar un ciudadano todos los días. Además de que son escasos, apenas uno por cada 206 habitantes, la prensa oficialista denuncia el alto número de ellos fuera de servicio.
El fenómeno denominado como “vandalismo”, según el más reciente artículo publicado por Trabajadores, contrasta con la opinión de la gente de pueblo y la prensa independiente que en los teléfonos rotos ve un “símbolo de protesta” y “descontento” ante la escasez de comunicación.
“Les podemos decir vandálicos de una manera pero yo los llamaría de otra: el descontento que hay por el mal servicio porque se pasan más tiempo rotos que funcionando”, dijo uno de los entrevistados por Radio Martí mientras la vicepresidenta de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), Odalys Rodríguez, se concentraba en explicar que “hemos entrenado muchos policías sobre las principales acciones que cometen los malhechores para robarnos los medios”.
“El costo es más político y social”, reconoció la funcionaria, en tanto la Asociación Pro Libertad de Prensa dijo que “al manotazo por el descontento se une el robo de elementos exteriores”, en algunos casos, del equipo completo como sucedió en la bodega de 23 y 52 en Playa, Ciudad de La Habana, destacó la agencia independiente.
De los 2,4 millones de teléfonos en Cuba, sólo 53 mil 290 son públicos. Actualmente 1, 2 millones son fijos y la otra mitad, celulares, pero debido a la escasez de teléfonos de línea en los hogares y el alto precio de la comunicación celular- solo para dar un recado breve o comunicarse con sus familiares en el extranjero- los teléfonos públicos son esenciales para la mayoría de la población.
Por su parte, Cubanet aborda el asunto reconociendo que “el robo de dinero no es el único móvil”. Las personas introducen monedas deformadas, recortes de metal, cartón, pedazos de llaves, de cerraduras, clavos, arandelas y otros objetos que dañan la pieza de precision encargada de clasificar las monedas por su tipo y tamaño. Hasta se han detectado aceite de motor, sirope y otros líquidos dentro de los teléfonos, explica.
“Lo que más le rompen es con lo que se habla: el cable y el auricular”, dijo otro entrevistado del municipio habanero de Arroyo Naranjo, porque en ocasiones debes esperar demasiado tiempo para poder decir “dos palabras” o "te traga las monedas y no las devuelve".
“En la cola para hablar por el teléfono público está desde el que llama para saber de un enfermo o puntualizar algo del trabajo, hasta el que va a contar un chisme o enamorar”, agregó. “A veces tengo que caminar el barrio completo para encontrar un teléfono público que funcione”.
La situación descrita como “estresante” condiciona a que muchas personas obvien la comunicación telefónica y prefieran resolver sus gestiones personalmente explica otra fuente que difiere del resto. “Como son pocos los teléfonos públicos los cuidan” e identifica a los jóvenes como los principales responsables del daño a estos equipos.
Mientras ETECSA firma convenios con los Comité de Defensa de la Revolución para hacerle guardia a los teléfonos públicos y se encuentra actualmente en un proceso de reubicación desde lugares desprotegidos hacia zonas más visibles, según el artículo de Trabajadores, “en las zonas apartadas no tenemos con qué hablar”, explica una mujer entrevistada por Radio Martí.
En 2011 se registraron 206 actos vandálicos, reflejó el blog de Tania Quintero. Las personas agreden a los teléfonos públicos para sustraerle sus microteléfonos o las cápsulas receptoras y transmisoras para confeccionar “audífonos y pequeños bafles artesanales”, describe el periódico Guerrillero de Pinar del Río, quien informó de la invención de alarmas para evitar tales hechos.
“Hay gente que utiliza los cables de cobre para venderlos como materia prima y otros utilizan los bajantes para captar las señales de la televisión extranjera”, explicó otra fuente consultada.
El fenómeno denominado como “vandalismo”, según el más reciente artículo publicado por Trabajadores, contrasta con la opinión de la gente de pueblo y la prensa independiente que en los teléfonos rotos ve un “símbolo de protesta” y “descontento” ante la escasez de comunicación.
“Les podemos decir vandálicos de una manera pero yo los llamaría de otra: el descontento que hay por el mal servicio porque se pasan más tiempo rotos que funcionando”, dijo uno de los entrevistados por Radio Martí mientras la vicepresidenta de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), Odalys Rodríguez, se concentraba en explicar que “hemos entrenado muchos policías sobre las principales acciones que cometen los malhechores para robarnos los medios”.
“El costo es más político y social”, reconoció la funcionaria, en tanto la Asociación Pro Libertad de Prensa dijo que “al manotazo por el descontento se une el robo de elementos exteriores”, en algunos casos, del equipo completo como sucedió en la bodega de 23 y 52 en Playa, Ciudad de La Habana, destacó la agencia independiente.
De los 2,4 millones de teléfonos en Cuba, sólo 53 mil 290 son públicos. Actualmente 1, 2 millones son fijos y la otra mitad, celulares, pero debido a la escasez de teléfonos de línea en los hogares y el alto precio de la comunicación celular- solo para dar un recado breve o comunicarse con sus familiares en el extranjero- los teléfonos públicos son esenciales para la mayoría de la población.
Por su parte, Cubanet aborda el asunto reconociendo que “el robo de dinero no es el único móvil”. Las personas introducen monedas deformadas, recortes de metal, cartón, pedazos de llaves, de cerraduras, clavos, arandelas y otros objetos que dañan la pieza de precision encargada de clasificar las monedas por su tipo y tamaño. Hasta se han detectado aceite de motor, sirope y otros líquidos dentro de los teléfonos, explica.
“Lo que más le rompen es con lo que se habla: el cable y el auricular”, dijo otro entrevistado del municipio habanero de Arroyo Naranjo, porque en ocasiones debes esperar demasiado tiempo para poder decir “dos palabras” o "te traga las monedas y no las devuelve".
“En la cola para hablar por el teléfono público está desde el que llama para saber de un enfermo o puntualizar algo del trabajo, hasta el que va a contar un chisme o enamorar”, agregó. “A veces tengo que caminar el barrio completo para encontrar un teléfono público que funcione”.
La situación descrita como “estresante” condiciona a que muchas personas obvien la comunicación telefónica y prefieran resolver sus gestiones personalmente explica otra fuente que difiere del resto. “Como son pocos los teléfonos públicos los cuidan” e identifica a los jóvenes como los principales responsables del daño a estos equipos.
Mientras ETECSA firma convenios con los Comité de Defensa de la Revolución para hacerle guardia a los teléfonos públicos y se encuentra actualmente en un proceso de reubicación desde lugares desprotegidos hacia zonas más visibles, según el artículo de Trabajadores, “en las zonas apartadas no tenemos con qué hablar”, explica una mujer entrevistada por Radio Martí.
En 2011 se registraron 206 actos vandálicos, reflejó el blog de Tania Quintero. Las personas agreden a los teléfonos públicos para sustraerle sus microteléfonos o las cápsulas receptoras y transmisoras para confeccionar “audífonos y pequeños bafles artesanales”, describe el periódico Guerrillero de Pinar del Río, quien informó de la invención de alarmas para evitar tales hechos.
“Hay gente que utiliza los cables de cobre para venderlos como materia prima y otros utilizan los bajantes para captar las señales de la televisión extranjera”, explicó otra fuente consultada.
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