El cantautor Silvio Rodríguez dijo que son injustas las condenas impuestas a 128 detenidos que fueron arrestados por manifestarse el 11J en la esquina de Toyo y al día siguiente en La Güinera, en La Habana.
"Pero que yo sepa no mataron a nadie. ¿Condenas de 15, 20 y 30 años por desórdenes públicos? No me parece justo", comentó Rodríguez en el foro del sitio oficial Cubadebate, en unas declaraciones recogidas por Diario de Cuba.
Según Silvio tampoco "se aclaran las edades de los condenados. Con esto los enemigos de Cuba están haciendo zafra. No lo permitamos, siendo transparentes y rectificando lo que haya que rectificar", reporta Diario de Cuba.
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Acerca de las 128 condenas, la organización Justicia 11 dijo que las autoridades "no tuvieron piedad con los menores. Los fiscales dijeron que se les iba a cambiar la medida por una no privativa, como limitación de libertad o trabajo correccional sin internamiento. Solo 1 niño fue beneficiado con este cambio y 1 absuelto".
En dichas sentencias se mantuvieron el delito de sedición y estuvieron en correspondencia con las peticiones fiscales originales, indicó la agrupación.
El editor del diario 14ymedio, Reinaldo Escobar, abordó estos temas en un artículo de opinión intitulado "Las condenas por el 11J, el otro rostro de la maldad".
“Se le suele atribuir a las acciones del régimen una dosis de maldad para explicar sus excesos. Esta línea argumental conduce a creer que hay un componente de sadismo encaminado a hacer daño por el puro placer de contemplar el sufrimiento de las víctimas”, dijo Escobar.
“El daño más reciente se expresa en las desmesuradas condenas a que han sido sentenciados los manifestantes del pasado 11 de julio”, argumenta Escobar, y cita el ejemplo del adolescente Brandon David Becerra Curbelo, quien fue condenado a 13 años de prisión.
Pero el periodista de 14ymedio considera que detrás de estas condenas tan extremas hay “cosas más sucias”:
“Los que todavía mandan en Cuba están urgidos de sentarse a negociar, no con la sociedad civil o la oposición interna, sino con quienes han demostrado la capacidad de afectar sus obscenos intereses personales, entiéndase, sus dineros, sus propiedades en el extranjero, la posibilidad de obtener becas o doctorados para sus hijos en prestigiosas universidades”.
Explica en ese sentido, que “para sentarse a la mesa de negociaciones hay que llevar cartas", y que "lo único que le queda hoy a la dictadura para chantajear a quien quiera sentarse a conversar con ellos son los años de primavera de estos cientos de jóvenes que aquel 11 de julio de 2021 creyeron que tenían el derecho a protestar pacíficamente". Añade que "este rostro de la maldad complementa la patológica vocación de ver sufrir al otro".