“Las personas se inyectan con sangre infestada para adquirir el virus en busca de reducir las condenas penitenciarias o el sistema de vida dentro de las prisiones cubanas”, dijo Ignacio Estrada
Todos en el pueblo conocen que padece de SIDA. Llegó al Coppelia de Santa Clara y cuando entró lo llevaron para una mesa específica. Intrigado le preguntó al administrador que por qué lo ubicaban allí, que necesitaba estar más cerca del aire acondicionado y su respuesta fue clara: “esa es la mesa que está asignada para los que tienen tu enfermedad”, dijo Serafín Alemán Toledo a martinoticias.
Así acontece en la capital de esa provincia y en muchas otras de Cuba. La realidad para quienes contrajeron el virus es de una total agonía, pues además de su enfermedad, tienen que luchar contra las penurias diarias de una sociedad muy prejuiciada.
Alemán explica que la ayuda del gobierno se limita a “una bolsita de leche cada dos días, quince huevos y una libra y media de carne al mes”. Pero una de las cosas que más le afecta es el rechazo que encuentra en la sociedad, especialmente, en los lugares públicos como los restaurantes, cafeterías y hasta en las instituciones sanitarias.
Mario Félix Lleonart, pastor bautista de Taguayabón, en Camajuaní, conoce de cerca el caso de una pareja infectada por la enfermedad, que el gobierno le otorgó una vivienda en un antiguo albergue de una cooperativa.
A pesar de haber sido ubicados lejos de la ciudad, sufren la “presión de los dirigentes de la cooperativa” quienes pretenden “desalojarlos” para poner un almacén de fertilizantes en su vivienda, dijo Lleonart.
Alejados dos kilómetros del poblado, deben trasladarse por un camino de tierra y para obtener energía eléctrica bajaron una tendedera (conexión eléctrica ilegal realizada directamente con las líneas de alta tensión), sin embargo, tienen que cocinar con leña, pues la energía que reciben no es suficiente para conectar una hornilla, agregó la fuente. “El techo tiene huecos; en este tiempo de agua se mojan”, declaró el pastor, en tanto denunciaba que el baño se encontraba “separado de la casa” y no tenía cubierta.
El gobierno les da a ellos una dieta, refiere el pastor, pero “no es fija”. Los feligreses “suponen que ahí hay desvío de recursos porque no existe una normativa”. En el mes que precedió la visita del Papa, por ejemplo, les subieron la cantidad de alimentos.
Por su parte, Ignacio Estrada, presidente de la Liga Cubana de Lucha contra el SIDA, asegura que aunque el gobierno publica otras cifras, “la cantidad de personas infectadas por el virus sobrepasan las 18 mil, de ellas, entre 700 y 750 que cumplen condenas penitenciarias” en diferentes provincias como Villa Clara (2) y el resto en Santiago de Cuba, Holguín, Camagüey y en La Habana.
Resalta Estrada que aproximadamente “el 95 por ciento de los que portan el virus” en los centros de reclusión, “lo adquirieron de manera autoinoculada. Las personas se inyectan con sangre infestada para adquirir el virus en busca de reducir las condenas penitenciarias o el sistema de vida dentro de las prisiones cubanas”.
“Actualmente solo existe un hospital en Cuba para atender a estas personas que es el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí", expuso Estrada, para denunciar la difícil situación de quienes viven alejados de la capital.
La confidencialidad del enfermo es violada constantemente, según el Presidente de la Liga Cubana de Lucha Contra el Sida.
“En muchos de los casos te rotulan en letras voluminosas y de un color bastante llamativo las sábanas cuando estás en un hospital. El índice serológico de la persona se lo ponen por fuera de la historia clínica”, explicó.
Los resultados de las pruebas se “filtran” o “realizan los exámenes delante de las personas”, que en el siglo XXI, todavía tienen tabúes sobre la enfermedad.
Aún cuando la hija del actual gobernante encabeza las marchas de la comunidad LGTB en la isla contra la homofobia, diversos expertos de la sociedad civil afirman que el machismo sembrado durante décadas no puede borrarse de la noche a la mañana.
Así acontece en la capital de esa provincia y en muchas otras de Cuba. La realidad para quienes contrajeron el virus es de una total agonía, pues además de su enfermedad, tienen que luchar contra las penurias diarias de una sociedad muy prejuiciada.
Alemán explica que la ayuda del gobierno se limita a “una bolsita de leche cada dos días, quince huevos y una libra y media de carne al mes”. Pero una de las cosas que más le afecta es el rechazo que encuentra en la sociedad, especialmente, en los lugares públicos como los restaurantes, cafeterías y hasta en las instituciones sanitarias.
Mario Félix Lleonart, pastor bautista de Taguayabón, en Camajuaní, conoce de cerca el caso de una pareja infectada por la enfermedad, que el gobierno le otorgó una vivienda en un antiguo albergue de una cooperativa.
A pesar de haber sido ubicados lejos de la ciudad, sufren la “presión de los dirigentes de la cooperativa” quienes pretenden “desalojarlos” para poner un almacén de fertilizantes en su vivienda, dijo Lleonart.
Alejados dos kilómetros del poblado, deben trasladarse por un camino de tierra y para obtener energía eléctrica bajaron una tendedera (conexión eléctrica ilegal realizada directamente con las líneas de alta tensión), sin embargo, tienen que cocinar con leña, pues la energía que reciben no es suficiente para conectar una hornilla, agregó la fuente. “El techo tiene huecos; en este tiempo de agua se mojan”, declaró el pastor, en tanto denunciaba que el baño se encontraba “separado de la casa” y no tenía cubierta.
El gobierno les da a ellos una dieta, refiere el pastor, pero “no es fija”. Los feligreses “suponen que ahí hay desvío de recursos porque no existe una normativa”. En el mes que precedió la visita del Papa, por ejemplo, les subieron la cantidad de alimentos.
Por su parte, Ignacio Estrada, presidente de la Liga Cubana de Lucha contra el SIDA, asegura que aunque el gobierno publica otras cifras, “la cantidad de personas infectadas por el virus sobrepasan las 18 mil, de ellas, entre 700 y 750 que cumplen condenas penitenciarias” en diferentes provincias como Villa Clara (2) y el resto en Santiago de Cuba, Holguín, Camagüey y en La Habana.
Resalta Estrada que aproximadamente “el 95 por ciento de los que portan el virus” en los centros de reclusión, “lo adquirieron de manera autoinoculada. Las personas se inyectan con sangre infestada para adquirir el virus en busca de reducir las condenas penitenciarias o el sistema de vida dentro de las prisiones cubanas”.
“Actualmente solo existe un hospital en Cuba para atender a estas personas que es el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí", expuso Estrada, para denunciar la difícil situación de quienes viven alejados de la capital.
La confidencialidad del enfermo es violada constantemente, según el Presidente de la Liga Cubana de Lucha Contra el Sida.
“En muchos de los casos te rotulan en letras voluminosas y de un color bastante llamativo las sábanas cuando estás en un hospital. El índice serológico de la persona se lo ponen por fuera de la historia clínica”, explicó.
Los resultados de las pruebas se “filtran” o “realizan los exámenes delante de las personas”, que en el siglo XXI, todavía tienen tabúes sobre la enfermedad.
Aún cuando la hija del actual gobernante encabeza las marchas de la comunidad LGTB en la isla contra la homofobia, diversos expertos de la sociedad civil afirman que el machismo sembrado durante décadas no puede borrarse de la noche a la mañana.
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