Las fuentes de abastecimiento de agua a 22 comunidades se han reducido, indicaron directivos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos en Granma.
La sequía afecta el servicio de agua potable a más de 10.000 personas en la provincia suroriental cubana de Granma, donde los embalses de agua solo acumulan actualmente el 35 por ciento de su capacidad.
Las fuentes de abastecimiento de agua a 22 comunidades se han reducido, indicaron directivos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) en Granma (situada 733 kilómetros al este de La Habana), citados en un reporte de la estatal Agencia de Información Nacional.
La sequía persiste en esta zona pese a que en las últimas semanas llueve con regularidad hace algunas semanas.
El director de la Empresa Provincial de Aprovechamiento Hidráulico, Jorge Luis Saldaña, señaló que la falta de agua en los embalses podría afectar los planes de este año para la siembra de 4.531 hectáreas de arroz en esa provincia, principal productora del cereal en el país.
Precisó que ante los efectos de la sequía, en Granma se da prioridad primero al servicio a la población, la ganadería, el riego agrícola y otros clientes, por ese orden.
La falta de lluvias en varias regiones de Cuba de enero a marzo ha provocado que a mediados de este mes las presas estuvieran al 57 % de su capacidad total, y la situación más crítica la reportaban las provincias orientales de Las Tunas, Granma y Santiago, de acuerdo a un reciente informe del INRH.
Falta de agua es un problema generalizado
Pero la falta de agua en Cuba no es un problema de la región oriental, sino del país, incluyendo las principales ciudades, y no de ahora sino desde que se instauró el sistema socialista en la isla, pues los acueductos que datan de la etapa colonial no han sido reparados, a lo que habría que añadir el deterioro ambiental que ha convertido a extensas redes de aguas fluviales y potables en verdaderos vertederos de aguas negras.
Así, uno de los problemas fundamentales, más allá de la alimentación, que enfrentaron los pobladores de La Habana desde la década del setenta al menos, es la falta de un servicio adecuado de agua que tenía entonces que repartirse racionadamente en camiones cisternas por las diferentes barriadas y en diferentes días y que, por tal motivo, se formaban y se forman largas filas de encolerizados vecinos con cubetas o cuanto recipiente pudiera servirles para acarrear el agua hasta sus viviendas.
Las fuentes de abastecimiento de agua a 22 comunidades se han reducido, indicaron directivos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) en Granma (situada 733 kilómetros al este de La Habana), citados en un reporte de la estatal Agencia de Información Nacional.
La sequía persiste en esta zona pese a que en las últimas semanas llueve con regularidad hace algunas semanas.
El director de la Empresa Provincial de Aprovechamiento Hidráulico, Jorge Luis Saldaña, señaló que la falta de agua en los embalses podría afectar los planes de este año para la siembra de 4.531 hectáreas de arroz en esa provincia, principal productora del cereal en el país.
Precisó que ante los efectos de la sequía, en Granma se da prioridad primero al servicio a la población, la ganadería, el riego agrícola y otros clientes, por ese orden.
La falta de lluvias en varias regiones de Cuba de enero a marzo ha provocado que a mediados de este mes las presas estuvieran al 57 % de su capacidad total, y la situación más crítica la reportaban las provincias orientales de Las Tunas, Granma y Santiago, de acuerdo a un reciente informe del INRH.
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Falta de agua es un problema generalizado
Pero la falta de agua en Cuba no es un problema de la región oriental, sino del país, incluyendo las principales ciudades, y no de ahora sino desde que se instauró el sistema socialista en la isla, pues los acueductos que datan de la etapa colonial no han sido reparados, a lo que habría que añadir el deterioro ambiental que ha convertido a extensas redes de aguas fluviales y potables en verdaderos vertederos de aguas negras.
Así, uno de los problemas fundamentales, más allá de la alimentación, que enfrentaron los pobladores de La Habana desde la década del setenta al menos, es la falta de un servicio adecuado de agua que tenía entonces que repartirse racionadamente en camiones cisternas por las diferentes barriadas y en diferentes días y que, por tal motivo, se formaban y se forman largas filas de encolerizados vecinos con cubetas o cuanto recipiente pudiera servirles para acarrear el agua hasta sus viviendas.