Pedro Pablo Quesada, de 49 años, cumple una condena carcelaria de 12 años por asaltar un "clave" (casa de venta clandestina) en Guanabacoa. El atraco al negocio ilegal de ropa importada pudo ser perfecto, pero los comentarios sobre la pistola calibre 45 involucrada en el robo llegó a oídos de la policía y desató, de oficio, la persecución de los asaltantes.
La ejecución de asaltos a mano armada es un delito en ascenso que dispara la alerta de las autoridades cubanas. Según estadísticas ofrecidas por una fuente de la policía (que se negó a ser identificada), en el 2014 se registraron en la capital 277 robos con violencia donde se utilizaron armas de fuego.
La misma fuente señaló que durante el pasado año la policía intervino en 99 hechos donde se dispararon armas de fuego con un saldo de 49 lesionados y 10 muertos. La cifra de los fallecidos se concentró en la periferia capitalina, señalada por un mayor movimiento en la comercialización de armas de fuego en el mercado negro.
Mercado de las armas de fuego
Comprar un "timbre o escopeta" (pistola o revólver de cualquier calibre) para andar "enriflado" (armado) es una inversión costosa que no todos en el ambiente marginal pueden darse el lujo.
Durante las décadas del 80 y 90, el precio de un arma de fuego en el mercado negro no excedía los 200 pesos ($8). En la actualidad el costo oscila entre los $250 y $300, en dependencia del calibre y la persona interesada. La consideración hacia un personaje del ambiente criminal puede rebajar unos $50 el costo.
Los precios más bajos los registra el revólver 38 cañón largo con $150, seguido de una pistola calibre 22 de valor inferior.
En el mercado de las armas de fuego circulan la pistola calibre 45, el revólver 38 especial y la Makarov, esta última es el arma reglamentaria de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior. La 45 y el 38 especial provienen de las antiguas armas reglamentarias del Ejército y la Policía, o las otorgadas al inicio de la revolución y vendidas en el mercado negro.
El desuso oficial de estas armas dificulta a los propietarios ilegales la adquisición de municiones. Rubén es el nombre utilizado para ocultar la identidad de un ex "armero" (vendedor de armas de fuego) que ofreció su opinión al respecto. El armero explicó que lo más frecuente para resolver las municiones es la adaptación.
"Las balas para el 38 especial están perdidas… Se compran las de Makarov y nosotros las rebajamos hasta ajustarlas al 38". Las municiones para las armas de calibre 45, también "se compran a los miembros de las fuerzas armadas y la policía", añadió Rubén.
Los puntos de comercialización donde operan los armeros habitualmente se encuentran en los barrios marginales de la periferia, donde las autoridades entran en raras ocasiones, con extrema precaución. Una fuente anónima de la policía que colaboró con este reportaje, señaló como zonas distinguidas por la venta, los municipios San Miguel del Padrón, Arroyo Naranjo, Boyeros y Playa.
El Convenio
Veteranos del ambiente criminal coinciden en que en los '90 había más armas de fuego en las calles.
Rigoberto de 48 años, quien se negó a ofrecer más datos que lo identifiquen como condición para declarar, cumplió 20 años de cárcel por robos junto a una banda de asaltantes.
"Antes había más reguero de armas… Esto era un Oeste. Por cualquier cosa tú veías a la gente cayéndose a tiros de una acera a otra, o tirando tiros desde taxis para los solares… Ahora se ve menos, la gente empezó a entregar las 'escopetas' para quitarse años de encima", declaró a Cubanet.
El aumento del número de armas ilegales en las calles a finales de los 80, perturbó el estricto control gubernamental de las personas autorizadas a portar armas de fuego, basado en la fidelidad política a Gobierno.
Por entonces, el Ministerio del Interior implementó lo que en el argot marginal se conoce como "el convenio". Una estrategia que ofrece beneficios carcelarios anticipados a los reclusos, a cambio de entregar un arma de fuego.
Cualquier tipo de pistola o revólver, activa o en desuso, entregada por la familia de un convicto al Departamento Técnico de Investigaciones (DTI) de la Policía, logra el progreso del reo hacia regímenes de mínima severidad carcelaria. No importa la cuantía de la sanción, el delito o el tiempo de estancia en la cárcel. El preso es trasladado a los campamentos de trabajo donde se otorgan permisos de salida por 72 horas.
Menos armas de fuego y más asaltos
La opinión generalizada del ambiente marginal es que aunque circulan menos armas de fuego en las calles, se usan más para intimidar en los asaltos. El uso específico para infligir temor y el encarecimiento promovieron el alquiler de las armas reglamentarias.
El alquiler de una Makarov a un funcionario del orden público puede costar entre $60 y $80. Como premisa para procurar el arriendo debe existir una relación de confianza personal con el uniformado.
Los presos por delitos de asalto con armas de fuego entrevistados para este reportaje coinciden en que en el pasado las armas tenían un mayor uso para la solución de discrepancias en el ambiente marginal. "Ahora los menores (jóvenes) las usan más para asaltar", comentó Emiliano González de 57 años, residente en el municipio San Miguel del Padrón, quien asegura que cada juego Abakkuá tiene un arma de fuego con la que cualquier ecobio puede contar para resolver "problemas de moral".
La cifra de la cantidad de armas ilegales en las calles es una interrogante que encuentra respuesta en la prioridad otorgada por las autoridades a los delitos vinculados con armas de fuego. Hechos que en los últimos meses, a pesar de la censura, mantienen una marcada notoriedad social.
Este reportaje apareció originalmente en Cubanet el 2 de febrero de 2015.