El reto de Cuba sigue en la cuerda floja

La cafetería "Los Parados" en La Habana.

El gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, será oficialmente presidente de la República de Cuba cuando este cargo, por más de medio siglo en desuso, sea ratificado en la nueva Constitución promovida por el régimen, y entonces, algunos especulan, su reto más arduo será “aprender a ejercer la autoridad en la práctica”. Ya veremos qué nos depara el destino.

Los hermanos Castro tenían en sus manos el poder del Estado y del Consejo de Ministros, además de ser al mismo tiempo los primeros secretarios del Partido Comunista (PCC), único legal en el país (y que la nueva carta magna corrobora como la máxima autoridad para seguir dirigiendo el destino de la nación). Así podían formular libremente políticas e implementarlas sin preocupación de cómo podrían ser interpretadas y llevaban a cabo. Ese privilegio no lo tendrá Díaz-Canel. No en balde muchos lo ven como un simple títere.

De cualquier modo, el nuevo representante de la República de Cuba, es decir, del régimen, cuenta con el apoyo del sobreviviente de los Castro. Los dos anteriores dictadores acostumbraron por décadas a los mandos subalternos a sus únicas voces. Esta realidad, por un lado, ayudará a Díaz-Canel a desempeñar su nombramiento y lidiar con las figuras históricas que todavía ostentan cargos en la dirección del país, pero por otra parte lo condenará a reprimir las nuevas generaciones y soluciones a la eterna crisis nacional.

Díaz-Canel recibió un país con una economía extremadamente débil. La solución de la doble circulación de monedas fue presentada como meta para el gobernante anterior, pero no la logró resolver debido a su tibio intento de hacer supuestas reformas. Raúl Castro incluso dio marcha atrás en su idea de legalizar ilegalidades que, en la práctica, la población desarrolla como métodos de supervivencia.

Los Castro en el pasado demostraron una gran habilidad manejando las crisis internas y externas, básicamente usando la represión y los éxodos masivos según las coyunturas y la geopolítica. ¿Qué recetas nuevas aplicará la nueva figura asignada por la nomenclatura castrista para dirigir el país? ¿Se mantendrá en las mismas? ¿Tendrá nuevos trucos o disfraces?

Díaz-Canel llega en la era del Internet y el Wifi, donde una parte de la población ya intercambia más información con el exterior que en el pasado, aunque aún sin considerar la existencia de una oposición ilegal y diezmada dentro del país. Todavía esto no ha dado resultado en un movimiento social, pero podría haber sorpresas.

En la arena internacional Díaz-Canel se enfrenta al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha prometido luchar contra las arbitrariedades de la larga dictadura caribeña y aplicar las medidas contempladas en los embargos aprobados por el Congreso. De hecho, ya ha cancelado algunas políticas de su antecesor, Barack Obama, que beneficiaban a La Habana.

La postura de Trump incluye una investigación por los llamados “ataques sónicos” al personal de la Embajada norteamericana en la Habana, que parece que concluirá con la responsabilidad del gobierno cubano en dichos actos. Esto pudiera ser un golpe más que evidencie la verdadera naturaleza del régimen.

En un sentido más apretado, pero quizás más real, el nuevo presidente (no elegido de forma verdaderamente democrática) de Cuba, se resignará a firmar tratados, recibir delegaciones, nombrar embajadores y dejar que dirigentes históricos como Ramiro Valdés Menéndez (Vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros) manejen la ejecución del poder ministerial, sin alterar la fórmula que los ha mantenido en el poder por 60 años.

Si en Cuba de verdad hay una generación de reformistas dispuesta a manifestarse, cueste lo que cueste, pues pondrán a prueba la habilidad y el olfato de Díaz-Canel para ejecutar, canalizar o al menos no exterminar las intenciones de verdaderas reformas, necesarias, imprescindibles en la isla.

¿Triunfará la visión positiva sobre los muchos cambios que no pocos desean hacer en Cuba, o se mantendrán las tradicionales estrategias antidemocráticas y represivas imperantes desde 1959?

La respuesta estará en la capacidad del octogenario Raúl Castro, quien realmente manda en Cuba acorde a la Constitución, la actual y la que viene en camino, de estar pendiente de la interpretación e implementación de su política. La respuesta sigue en la cuerda floja, tensada por el viejo régimen y la espera de la actuación de las nuevas generaciones, que finalmente se arriesguen o no a romperla.

*Abogado cubano exiliado en Estados Unidos.