La campaña presidencial checa estuvo plagada de ataques bajos y anónimos a un pasado no muy lejano de ese país.
Los checos ya eligieron presidente y prefieren a un avistado político, capaz de lanzar ofensas al aire, groserías y con un pasado lleno de alianzas rotas con sus correligionarios.
Ese es Milos Zeman, el nuevo presidente de la República Checa que obtuvo el 55 por ciento de los votos en una segunda vuelta electoral. El expremier tuvo su mayor apoyo en el campo y las zonas donde la crisis económica ha sido más fuerte. Fue la primera elección presidencial directa, pues hasta el momento se hacía en el parlamento.
Su contrincante, el actual canciller Karel Schwarzenberg, tenía todas las características del político capaz de hallar consenso en medio de cualquier crisis política, pero solo tuvo el 45 por ciento de los votos, dominando en Praga y las grandes ciudades. El enfrentamiento se basó en temas del pasado: la expulsión de los sudetes (checoslovacos, de origen austriaco y alemán) de Checoslovaquia al finalizar la II Guerra Mundial; los años de exilio de Schawarzenberg; en su el dominio del idioma checo; en que si la la esposa no habla checo, etc.
Los debates en televisión fueron claves para Zeman, quien con su ácido vocabulario puso en tela de juicio todo lo que hace e hizo su rival. Los años de exilio se troncaron en “buena vida en el extranjero”, y la crítica a la expulsión de los sudetes, en “alabanza a los nazis”. Cerca de tres millones de checoslovacos, de origen austriaco y alemán fueron expulsados de sus tierras y casas, se les retiró la ciudadanía y fueron enviados a la zona estadounidense de ocupación, que después se convirtió en la República Federal Alemana.
Zeman, quien militó en el partido comunista, criticó la invasión soviética de 1968, se pasó al partido socialdemócrata, y laboró como economista en empresas del estado. Tras la Revolución de Terciopelo en 1989 fue electo diputado por su partido, integró gobierno y dirigió el ejecutivo. Rompió filas entre los socialdemócratas para formar otro grupo político.
Este político lo mismo compara a Yaser Arafat con Adolfo Hitler que critica a Madeleine Albright por las operaciones de la OTAN contra la ex Yugoslavia. Aunque apuesta por la integración Europea, prefiere a Moscú para hacer negocios. Los ataques bajos de campaña fueron atribuidos a los adeptos comunistas, y en especial, dice la prensa de Praga, al abogado Vladimir Zavadli, un ex colaborador de los servicios de espionaje comunista (Stb).
Shwarzenberg emigró con sus padres en cuanto los comunistas tomaron el poder en 1948. Proviene de una familia de abolengo, con profundas raíces en la nobleza del imperio austro-húngaro. Siempre con una sonrisa y lazo al cuello, una frase cortés y hablar pausado. En la década de los años setenta estuvo al frente del Comité Internacional de Helsinki para los Derechos Humanos.
En 1989 regresa al país, siendo figura clave en la integración del país a las organizaciones del Viejo Continente. Fue jefe de despacho de Vaclav Havel, canciller en dos ocasiones y senador. Es admirado entre los jóvenes y los intelectuales checos, como el cineasta Milos Forman. Es un usuario habitual de Twitter y amigo de los grandes del siglo XX, desde Nelson Mandela hasta el Dalai Lama.
En mayo del 2005 al entonces senador Schwarzenberg lo expulsaron de Cuba, junto al legislador alemán Arnold Vaatz. Tenían ambos la intención de conocer de primera mano la realidad cubana, reunirse con disidentes y opositores cubanos, que entonces organizaron en Cuba la Asamblea Para Promover la Sociedad Civil. Ayudó a la oposición checoslovaca, defendió los derechos humanos de los países de Europa Central y del Este, y como legislador en Praga, creía que era deber asistir a los cubanos en la búsqueda de la democracia.
Ese es Milos Zeman, el nuevo presidente de la República Checa que obtuvo el 55 por ciento de los votos en una segunda vuelta electoral. El expremier tuvo su mayor apoyo en el campo y las zonas donde la crisis económica ha sido más fuerte. Fue la primera elección presidencial directa, pues hasta el momento se hacía en el parlamento.
Su contrincante, el actual canciller Karel Schwarzenberg, tenía todas las características del político capaz de hallar consenso en medio de cualquier crisis política, pero solo tuvo el 45 por ciento de los votos, dominando en Praga y las grandes ciudades. El enfrentamiento se basó en temas del pasado: la expulsión de los sudetes (checoslovacos, de origen austriaco y alemán) de Checoslovaquia al finalizar la II Guerra Mundial; los años de exilio de Schawarzenberg; en su el dominio del idioma checo; en que si la la esposa no habla checo, etc.
Los debates en televisión fueron claves para Zeman, quien con su ácido vocabulario puso en tela de juicio todo lo que hace e hizo su rival. Los años de exilio se troncaron en “buena vida en el extranjero”, y la crítica a la expulsión de los sudetes, en “alabanza a los nazis”. Cerca de tres millones de checoslovacos, de origen austriaco y alemán fueron expulsados de sus tierras y casas, se les retiró la ciudadanía y fueron enviados a la zona estadounidense de ocupación, que después se convirtió en la República Federal Alemana.
Zeman, quien militó en el partido comunista, criticó la invasión soviética de 1968, se pasó al partido socialdemócrata, y laboró como economista en empresas del estado. Tras la Revolución de Terciopelo en 1989 fue electo diputado por su partido, integró gobierno y dirigió el ejecutivo. Rompió filas entre los socialdemócratas para formar otro grupo político.
Este político lo mismo compara a Yaser Arafat con Adolfo Hitler que critica a Madeleine Albright por las operaciones de la OTAN contra la ex Yugoslavia. Aunque apuesta por la integración Europea, prefiere a Moscú para hacer negocios. Los ataques bajos de campaña fueron atribuidos a los adeptos comunistas, y en especial, dice la prensa de Praga, al abogado Vladimir Zavadli, un ex colaborador de los servicios de espionaje comunista (Stb).
Shwarzenberg emigró con sus padres en cuanto los comunistas tomaron el poder en 1948. Proviene de una familia de abolengo, con profundas raíces en la nobleza del imperio austro-húngaro. Siempre con una sonrisa y lazo al cuello, una frase cortés y hablar pausado. En la década de los años setenta estuvo al frente del Comité Internacional de Helsinki para los Derechos Humanos.
En 1989 regresa al país, siendo figura clave en la integración del país a las organizaciones del Viejo Continente. Fue jefe de despacho de Vaclav Havel, canciller en dos ocasiones y senador. Es admirado entre los jóvenes y los intelectuales checos, como el cineasta Milos Forman. Es un usuario habitual de Twitter y amigo de los grandes del siglo XX, desde Nelson Mandela hasta el Dalai Lama.