“A principios de este mes, Estados Unidos dio a conocer que las embajadas serían restablecidas en Washington y La Habana, después de más o menos medio siglo de estancamiento político entre los dos países, un anuncio que ha sido la última acción en una relación diplomática de descongelación”, así comienza su artículo la periodista Dina Gilio-Whitaker en la página digital Indian Country, este martes.
La articulista destaca que el deterioro de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos incluyó a las naciones indígenas estadounidenses como los Miccosukees, quienes había felicitado a Fidel Castro por el triunfo de la Revolución, y éste a su vez respondió invitando a un grupo de ellos para asistir a la celebración del 26 de julio.
“Una delegación de 11 miembros que incluyó a Tigre Buffalo, Oso Loco Anderson, abogado de Miccosukee Morton Plata, y otros líderes Miccosukees llegó a Cuba en 1959 con bandas de música, escoltas policiales y agricultores armados con machetes”.
Los nativos llevaron una carta que hacía referencia a “los tratados del siglo XVIII elaborados con los Miccosukees y los antepasados españoles de los cubanos, fomentando alianzas antiguas con un pueblo al que los Miccosukees visitaban en "canoas de madera con velas confeccionadas con pieles de animales, y al que prometieron no olvidar nunca por su generosidad mostrada hacia ellos”.
Los Miccosukees en cambio recibieron una carta escrita por el Dr. Juan Orta, de la Oficina del Ministerio de Relaciones Exteriores, en agradecimiento por el apoyo Miccosukee al Gobierno Revolucionario y su "Reforma Agraria", un reconocimiento a la afirmación de la soberanía mutua entre los Miccosukees y el pueblo cubano.
Un detalle curioso que resalta Giglio-Whitaker es que en la reunión con el mandatario cubano a Tigre le pareció que habían tres como él, como si fueran sus dobles.
“La Historia cubana con los Miccosukees podría ser vista como un truco publicitario colosal o un acto de teatro político, pero más que eso fue de diplomacia internacional, un duro recordatorio de las relaciones entre un país y los Pueblos Indígenas. También nos recuerda que la política es siempre un juego de maximizar el interés propio, como les gusta decir a los políticos”, concluye el artículo.