Con sus botas de vaquero y su sombrero de charro, el cubano Randy Arozarena ha cargado sobre sus hombros el peso ofensivo de la selección mexicana en el Clásico Mundial de Béisbol y se ha echado en el bolsillo a la entusiasta afición del país azteca.
Arozarena, nacido hace 28 años en el poblado pinareño de Arroyo de Mantua, es uno de los peloteros más electrizantes de todas las Grandes Ligas, no sólo por su juego agresivo, tanto en el ataque, como en la defensa, sino por su capacidad de crecerse en los momentos decisivos.
En la primera ronda dejó average de .500, con siete hits en 14 turnos, seis de ellos extrabases (cinco dobles y un jonrón), así como nueve carreras impulsadas.
Salió de Cuba hacia México en busca de un mejor futuro y allí comenzó su carrera profesional con los Toros de Tijuana y con los Mayos de Navojoa, antes de ser firmado por los Cardenales de San Luis, franquicia que luego lo canjeó a los Rays de Tampa Bay, su equipo actual.
En agradecimiento a esas primeras oportunidades, el pinareño mostró desde un principio su disposición a representar a México en el WBC y ha sido, a no dudarlo, el líder del equipo, no sólo con su bate, sino por su personalidad y carisma.
Los miles de fanáticos mexicanos que acudieron al Chase Field de Phoenix, donde se disputaron los partidos del grupo C, arroparon como suyo al humilde guajirito de Arroyo de Mantua y en cada acción, ya con el madero, ya con el guante, corean su nombre con entusiasmo.
“Cada vez que me aplauden, cada vez que corean mi nombre, yo lo que hago es darle mi 100% en el campo”, dijo Arozarena en conferencia de prensa ante los medios que cubrieron los juegos en Arizona. “Que se sientan representados por mí, eso me hace jugar al 100% de mi capacidad”.
Arozarena es el primer pelotero nacido en Cuba que juega en el WBC en representación de otro país, algo que también iba a hacer el zurdo de los Yankees de Nueva York Néstor Cortés con Estados Unidos, aunque una lesión de última hora lo hizo bajarse de la selección de las barras y las estrellas.
Ahora los fanáticos mexicanos esperan que el Charro de Vueltabajo los ayude a derrotar a Puerto Rico en partido de cuartos de final que se jugará este viernes en el Loan Depot Park de Miami.
Más sangre cubana en el WBC
Pero no es sólo Arozarena el único pelotero de sangre cubana presente en otros equipos.
Estados Unidos tiene al estelar antesalista Nolan Arenado, siete veces seleccionado al Juego de las Estrellas y ganador de diez Guantes de Oro y cinco bates de Plata.
Su papá, Fernando, es guantanamero, mientras su madre, Millie, nació en Puerto Rico de padres cubanos.
También está el serpentinero de los Padres de San Diego Nick Martínez, nacido en Miami de progenitores cubanos.
Israel tuvo en su nómina a Danny Valencia, un veterano de 38 años que pasó por siete franquicias de Grandes Ligas. Valencia, de padre cubano, nació también en Miami.
Y Colombia y Nicaragua también recibieron aportes de origen cubano.
Río Gómez, un zurdo de 28 años que pertenece a la organización de los Medias Rojas de Boston, jugó por la selección colombiana.
Gómez es miamense, hijo de cubano y colombiana, por lo que decidió representar los colores de su progenitora.
Y el derecho Carlos Rodríguez, cuyo padre lanzó con los Metropolitanos en las Series Nacionales cubanas, defendió los colores de Nicaragua, donde nació, aunque desde los ocho años vive en Miami.