El imaginario social sigue señalando a los individuos de la raza negra como cercanos a los actos delincuenciales, menor posición económica y características sicosociales carcanas a la violencia e incluso, una menor calidad de vida.
No siempre los indicadores sociales sobre acceso a servicios y justicia económica demuestran cuán racista es una sociedad. En el caso cubano el investigador Alejandro de la Fuente apunta bien claro hacia estos térrminos en el artículo “Una lección de Cuba sobre la raza”, donde su tesis fundamental es que la eliminación de la desigualdad masiva solo es un paso si se quieren eliminar las desigualdades raciales.
Cuando se apunta a la participación ciudadana, las cifras oficiales del gobierno cubano no son un indicador de la igualdad racial. El análisis de estas cifras en el periodo posterior a 1959 apuntan a una similitud entre ciudadanos de la raza negra y blancos en el acápite de graduados universitarios, los que han alcanzado el bachillerato y quienes han pasado el nivel secundario en la educación.
Sin embargo, el imaginario social sigue señalando a los individuos de la raza negra como cercanos a los actos delincuenciales, menor posición económica y características psicosociales cercanas a la violencia e incluso, una menor calidad de vida.
Aunque esté instituida la lucha contra el racismo, ordenada desde los mandos superiors, los índices de personas (preferentemente jóvenes) de la raza negra abarrotan las cárceles cubanas. El imaginario colectivo concluye que las normas de conductas de una mayoría ‘negra’ tienen una relación estrecha con las zonas insalubres en que residen.
En un reportaje aparecido en IPS bajo la autoría de Patricia Grogg, se describe a la Red Barrial Afrodescendiente (RBA) como una iniciativa antirracista que lucha por la igualdad de género, en momentos en que los sectores más conservadores del poder castrista afirman haber eliminado el flagelo del racismo en la isla.
En la barriada del Balcón Arimao, del municipio La Lisa, un grupo de mujeres se ha dado a la tarea de subir la autoestima de las mujeres negras. Enseñan a utilizar recetas naturales para el cuidado del cabello de las mujeres negras, alejando el esteriotipo de belleza, apegado a los modelos occidentales de la belleza.
‘Rizos’ es una de esas iniciativas y periódicamente dictan talleres de participación a líderes afrodescendientes, en un contexto social donde las cifras dan cuenta de que aproximadamente el 35% de la población es mestiza en un cómputo de unos 11, 2 millones de habitantes.
Marlene Bayeux, una exveterinaria de 63 años, y que es citada por Grogg habla de la subestimación por el estigma de la raza. Bayeux afirma haberse impuesto como subordinada, a un jefe racista, aunque lamenta no haber tenido los argumentos que ha adquirido en los talleres de la Red, lo que le hubiera “evitado tragos amargos”, afirma.
Periodistas e investigadores coinciden en los últimos tiempos en redefinir el aparato legal cubano, donde las disposiciones legales transitan un limbo abrumador. Las leyes cubanas aún no definen con precisión los delitos y las penalidades por actos racistas, y eso retrasa de manera considerable el acto de desmontar la desigualdad racial.
Cuando se apunta a la participación ciudadana, las cifras oficiales del gobierno cubano no son un indicador de la igualdad racial. El análisis de estas cifras en el periodo posterior a 1959 apuntan a una similitud entre ciudadanos de la raza negra y blancos en el acápite de graduados universitarios, los que han alcanzado el bachillerato y quienes han pasado el nivel secundario en la educación.
Sin embargo, el imaginario social sigue señalando a los individuos de la raza negra como cercanos a los actos delincuenciales, menor posición económica y características psicosociales cercanas a la violencia e incluso, una menor calidad de vida.
Aunque esté instituida la lucha contra el racismo, ordenada desde los mandos superiors, los índices de personas (preferentemente jóvenes) de la raza negra abarrotan las cárceles cubanas. El imaginario colectivo concluye que las normas de conductas de una mayoría ‘negra’ tienen una relación estrecha con las zonas insalubres en que residen.
En un reportaje aparecido en IPS bajo la autoría de Patricia Grogg, se describe a la Red Barrial Afrodescendiente (RBA) como una iniciativa antirracista que lucha por la igualdad de género, en momentos en que los sectores más conservadores del poder castrista afirman haber eliminado el flagelo del racismo en la isla.
En la barriada del Balcón Arimao, del municipio La Lisa, un grupo de mujeres se ha dado a la tarea de subir la autoestima de las mujeres negras. Enseñan a utilizar recetas naturales para el cuidado del cabello de las mujeres negras, alejando el esteriotipo de belleza, apegado a los modelos occidentales de la belleza.
‘Rizos’ es una de esas iniciativas y periódicamente dictan talleres de participación a líderes afrodescendientes, en un contexto social donde las cifras dan cuenta de que aproximadamente el 35% de la población es mestiza en un cómputo de unos 11, 2 millones de habitantes.
Marlene Bayeux, una exveterinaria de 63 años, y que es citada por Grogg habla de la subestimación por el estigma de la raza. Bayeux afirma haberse impuesto como subordinada, a un jefe racista, aunque lamenta no haber tenido los argumentos que ha adquirido en los talleres de la Red, lo que le hubiera “evitado tragos amargos”, afirma.
Periodistas e investigadores coinciden en los últimos tiempos en redefinir el aparato legal cubano, donde las disposiciones legales transitan un limbo abrumador. Las leyes cubanas aún no definen con precisión los delitos y las penalidades por actos racistas, y eso retrasa de manera considerable el acto de desmontar la desigualdad racial.