Norma Pérez no quiere saber del Día de las Madres. Norma Pérez es la madre de la influencer cubana Sulmira Martínez, de 21 años, que está privada de libertad desde el pasado 10 de enero por convocar a la gente desde las redes sociales a protestar en las calles contra el régimen de Miguel Díaz-Canel.
“¿Qué Día de las Madres hay cuando mi hija está presa? Con el dolor que tengo yo, no puedo tener Día de las Madres”, dijo Norma, con una mezcla de rabia y desánimo.
Su hija, conocida como Salem en Facebook, se encuentra en estos momentos en la prisión de mujeres El Guatao, en La Habana, luego de haber pasado dos meses detenida y sometida a interrogatorios en Villa Marista. Todavía Norma no sabe cuándo será el juicio, si finalmente se realiza. Sólo sabe que se le acusa de instigación a delinquir, un delito que el Código Penal sanciona con multas o hasta con un año de cárcel.
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“Cuando mi hija esté en libertad, yo hago Día de las Madres, pero ahora yo estoy de luto. No quiero nada. El único regalo que me pueden hacer el Día de las Madres es que mi hija salga en libertad, y yo sé que eso no va a poder ser, por lo tanto, estoy de luto”, expresó la madre.
Su sentimiento es el mismo de cientos de madres y esposas a lo largo del país. Actualmente, más de 1.000 personas se encuentran encarceladas por motivos políticos, de acuerdo con registros de organizaciones independientes como Prisoners Defenders y Justicia 11J, y más de 750 son casos relacionados al estallido social de julio de 2021 (11J). No es una realidad nueva en la isla, que desde los años 50 padece por falta de democracia y represión política, pero en los últimos años el sufrimiento de los familiares de prisioneros de conciencia se ha vuelto quizás más visible debido a sus denuncias en redes sociales y medios de comunicación.
“Claro que no voy a sentir ni un ápice de alegría, porque no tendré la presencia de mi hijo en casa. No recibiré su abrazo, su beso, no sentiré su calor. No sentiré su voz diciendo ‘felicidades, mamá’, pero vivo orgullosa de mi hijo y sé que allí donde está Dios me lo está cuidando”, comentó la camagüeyana Ailex Marcano, madre del preso político Ángel Jesús Veliz Marcano, sentenciado a seis años de prisión.
La familia de Ailex también se encuentra fragmentada por la emigración. Una de sus hermanas y sus sobrinas se fueron del país en 2019 rumbo a Estados Unidos. En Cuba queda otra hermana, que cuida a su padre enfermo, ella y su hijo.
Tampoco en los hogares de Saily Núñez y Delanis Álvarez, esposas de los presos políticos Maikel Puig y Duniesky Ruiz, respectivamente, con quienes tienen hijos en común, habrá celebraciones este domingo.
Delanis dijo que ella es feliz por ser madre, pero que su felicidad no es completa: “Cuando yo le veo la cara a mi hija yo me pongo muy triste porque a ella le falta su papá”.
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Maikel y Duniesky se encuentran ambos en la prisión de Quivicán, en la provincia Mayabeque, desde la cual han salido múltiples noticias de malos tratos a los reclusos en los últimos meses. El primero se encuentra sentenciado a 12 años de privación de libertad y, el segundo, a cinco.
“Para mí no va a tener ninguna connotación ese día, a pesar de que me siento orgullosa de ser madre, mis hijos son lo más importante que tengo, pero para mí después del 11 de julio, todos los días son iguales, son monótonos, días de sufrimiento, de mucho dolor, de mucha injusticia”, explicó Saily, madre de una niña de 13 y un niño de 10.
Su esposo, además, está “viviendo días muy duros”, porque ha estado enfermo, con pérdida de peso y de cabello en las cejas. “Es mucho el dolor en que estamos inmersos”, aseguró Saily.
“Nos han roto la familia. No tenemos festejos. Nada que celebrar. Solo que una y otra vez vivimos el horror, la represión, de tanta injusticia”, dijo. Lo único que quisiera celebrar es la libertad de su esposo.
En San José de las Lajas, Mayabeque, en la casa de los hermanos Jorge y Nadir Martín, condenados a seis y ocho años de prisión, respectivamente, también habrá luto el Día de las Madres, como lo ha habido desde julio de 2021.
Marta Perdomo, madre de los hermanos, dijo que no sabe qué va a hacer este domingo. “Porque es tan injusto lo que le han hecho a mis hijos, es tan injusta la mentira, y cada vez comprobamos más que nuestros hijos son inocentes. Cuando vemos al pueblo de Cuba saliendo a las calles, una vez más demostramos que nuestros hijos son inocentes”, comentó.
Lo único que sí tiene claro es que siempre estará dispuesta a defender a sus hijos “como leona” y que permanecerá de luto hasta que sean libres. “Mientras, no habrá ninguna celebración ni por el Día de las Madres ni por el día de mi cumpleaños de nadie de mi familia, porque mis hijos están presos injustamente y para mí esto es una tortura diaria”, afirmó.
“Y si llegara a morir antes de la libertad de Jorge y Nadir, en mi tumba tendrá que decir libertad para Jorge y Nadir. Ellos son lo más grande que yo tengo en mi vida, mis hijitos, y como madre estaré ahí siempre para ellos”, dijo.
Bárbara Isaac es otra madre que tiene a dos hijas presas por participar en las protestas antigubernamentales de julio de 2021, en Placetas, Villa Clara: Lisdani y Lisdiani, de 24 años. Ambas son conocidas como “las jimaguas de Placetas”, aunque son trillizas, y se encuentran en la prisión de Guamajal, cumpliendo una sentencia de ocho años.
Su madre, además, quedó a cargo de una niña, una nieta, que ahora tiene cinco años, hija de Lisdiani. Sin embargo, Barbarita no encuentra tampoco razones para festejar mañana. “Porque siempre he estado con mis hijas, todo el mundo junto, celebrando este gran día, pero esta tristeza de tener dos presas. Ya no tengo ilusión, no tengo motivo ninguno para estar feliz y contenta, porque pienso en ellas, en que siempre estaban con nosotras aquí. No dejamos de pensar en nuestros hijos que están encarcelados injustamente solo por decir lo que sentían y expresar sus derechos”, dijo.
Aparte de las madres y esposas que sufren la ausencia de sus seres queridos en distintos hogares del país, también hay madres presas políticas que sufren tras las rejas la separación de sus hijos, sobre todo si son menores de edad. Algunas han sido incluso trasladadas a centros penitenciarios distantes de sus residencias, como Aymara Nieto y Lizandra Góngora, a modo de castigo por continuar desde su encierro haciendo activismo y denunciando al régimen.