Testimonio de Anastasiia Khmel, profesora de Relaciones Internacionales la Universidad Nacional Petro Mohyla del Mar Negro, ofrecido el 28 de marzo de 2022, desde Mykolaiv, Ucrania, a los lectores de Radio Televisión Martí.
Probablemente sería correcto comenzar por el hecho de que yo, como especialista en Relaciones Internacionales, tuve que prever un ataque de los rusos a Ucrania, especialmente desde que la guerra de Rusia contra Ucrania comenzó en 2014, en el Donbas ucraniano; después de la anexión de Crimea ucraniana. Pero…mi mente, como persona y ciudadana del país, bloqueó todas las señales. Fingí que no pasaba nada: dirigí mis clases en la universidad, ayudé a mi hija, que pasa un año escolar complicado y difícil, a graduarse de la escuela e ingresar a la Universidad.
Mientras tanto, sucedieron muchos eventos: el 4 de noviembre de 2021, Putin y Lukashenko firmaron un decreto “Sobre las principales direcciones para implementar las disposiciones del Tratado sobre el Establecimiento del Estado de la Unión para 2021-2023”, entre las cuales estaba la Doctrina Militar. En la frontera con Ucrania se llevaron a cabo ejercicios militares conjuntos ruso-bielorrusos. No presté atención, esta no era la primera vez desde 2014. El 24 de diciembre de 2021 el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia propuso un tratado entre Rusia y Estados Unidos y un acuerdo con la alianza de la OTAN sobre garantías de la seguridad y para que Ucrania nunca fuera admitida en la OTAN. Una señal de alarma, pero los rusos están locos, ¿qué podemos esperar de ellos?
El 24 de enero de 2022 EEUU y Gran Bretaña recomiendan que el personal de sus embajadas abandone Ucrania voluntariamente, y el 12 de febrero se “ordena” a los diplomáticos estadounidenses que abandonen Kyiv. Los diplomáticos de otros países también abandonan la capital. Eso fueron señales muy alarmantes de que es hora de entrar en pánico. Los estudiantes comenzaron a preocuparse, y yo digo: todo pasa y eso pasará...
Desde el 16 de febrero de 2022, la situación en la línea de contacto en Donbas ha empeorado drásticamente. El 18 de febrero, la dirección de la República Popular de Donetsk (RPD) y la República Popular de Luganks (RPL), acusan a Ucrania de preparar un “gran avance” en su territorio. Se anunció el inicio de una evacuación de emergencia de la población a Rusia. Yo pensé que la Federación Rusa ha estado haciéndolo periódicamente desde el 2014, cuando quería presionar a Ucrania para que tomara la decisión que necesitaba. Todo será bien, pensé.
El 22 de febrero de 2022, la ratificación por la Asamblea Federal de la Federación Rusa del 22 de febrero del Tratado de Amistad y Asistencia Mutua con el “RPD” y la “RPL” y su reconocimiento dentro de las fronteras que ocuparon las regiones de Donetsk y Luhansk como parte de Ucrania. Y entonces yo pensé: ahora se ha cruzado el Rubicón.
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Desde diciembre de 2021, los países de la OTAN han proporcionado a Ucrania armas antitanque. La intensificación de las hostilidades por parte de Rusia estaba prevista desde el enero de 2022 y Biden nombró estas fechas, pero le madrugada del 24 de febrero, cuando a las seis de la mañana desperté por las explosiones en un aeródromo militar en Kulbakino (un distrito de la ciudad de Mykolaiv) y en Facebook mis amigos comenzaron a hacer preguntas “Gente, ¿qué está pasando, son unas explosiones?" Comprendí el horror de la situación, sentí miedo y confusión. La vida de antes se ha detenido. Todo será diferente ahora.
Nuestra vida está subordinada al interés por saber qué tal están nuestros familiares, amistades, simplemente conocidos; cómo ayudarlos y cómo sobrevivir. Personas más fuertes y persistentes ayudan al ejército ucraniano y a los refugiados. Mi abuela vive a pocos kilómetros del aeródromo, durante los primeros minutos hasta tuve miedo de llamarla.
El pensamiento palpitaba en mi cabeza: el país más grande del mundo territorialmente con armas nucleares atacó a mi Ucrania. ¿Qué hacer? Mi esposo se despertó conmigo, llamamos a todos los familiares en Mykolaiv: mi prima, mi abuela, los padres de mi esposo. Todo el mundo está vivo. La hija de mi esposo de su primer matrimonio vive en Jerson, todo está bien con ella y todavía está allí, después de un mes de guerra. Mi esposo va a trabajar a las 8:00 a.m., yo me quedo en casa: la administración de la Universidad tomó una decisión sobre la base de la recomendación del Ministerio de Educación y Ciencia de suspender la educación por un mes.
24 de febrero 2022, 9.00 a.m.: leí recomendaciones para el tiempo de la guerra: recoger una “maleta”, un botiquín de primeros auxilios, documentos, abastecerse de alimentos y agua para 3 días, encontrar el refugio antiaéreo más cercano, organizar un “módulo de vivienda” en el corredor durante ataques repentinos desde el aire. Mi hija (tiene casi 17 años) y yo realizamos estas tareas. El presidente promulga la ley marcial, está en Kiev, organizando la defensa del país. Buena señal.
Más cerca de las 15.00, muchos productos faltan ya en las tiendas, todo está agotado. Mi esposo me llama, me dice que el auto ha fallado, pensé que está bien, no nos íbamos a ir de todos modos. El automóvil no ha sido reparado hasta el día de hoy; resultó que las piezas de repuesto de Toyota, que tiene 11 años, no se pueden encontrar en tiempos de guerra en Ucrania. A las 17.00 mi marido ha vuelto a casa.
A las 20.00, mi hija comenzó a ponerse histérica: “mamá, ¿qué pasará después? ¿Cómo voy a ingresar en la universidad? ¿No me he graduado la escuela? ¿Vamos al refugio antibombas?” Aquí es donde se necesita paciencia y calma. Respiré profundamente y dije: “No pasará mucho tiempo. Pronto venceremos. “Mamá, ¿y si morimos”? “Sasha, si tienes miedo de las explosiones y la guerra, debes abandonar la ciudad. Yo arreglaré todo”. “Mamá, o sea, todos ustedes pueden morir aquí, los abuelos, papá, mis primos, ¿y yo viviré? No quiero, me quedaré contigo”. “Sasha, entonces necesitas calmarte y creer en nuestra victoria”. Todavía estamos viviendo con esto. Mi hija no quiere irse, ayuda a nuestro “ciberejército” en las redes sociales: intenta demostrarles a los rusos que nos atacaron. Después de eso, a menudo la hago volver en sí debido a la agresión y las mentiras de los rusos.
Mi abuela también vive en Mykolaiv, quien a sus 83 años tiene muchos problemas de salud y toma muchas pastillas todos los días. Vive en el décimo piso, los ascensores no funcionan desde el primer día de la guerra, no puede salir, es muy difícil. Compro toda la comida y las medicinas y se las llevo. Toda la primera semana pedí una lista de medicinas para poder comprárselas con anticipación. Cuando recibí la lista de ella, era casi imposible comprar algunos medicamentos en las farmacias de Mykolaiv (mi abuela es diabética, también le extirparon la glándula tiroides, no pude encontrar estos medicamentos).
Cuando las farmacias todavía tenían una gran selección de medicamentos, uno podía hacer cola durante 2 o 3 horas. Ahora casi no hay colas, pero también hay una oferta muy escasa de las medicinas.
Pero Ucrania tiene un movimiento voluntario muy fuerte. Me ayudaron y compraron las medicinas necesarias. Dos semanas después del inicio de la guerra, me vi obligada a trasladar a mi abuela a otra zona de la ciudad, más tranquila, ya que los cohetes estallaron varias veces cerca de su casa.
Dejó de dormir normalmente, la ansiedad aumentó y muchos órganos comenzaron a doler. La llevé a casa de mi tía, que tampoco puede salir de la ciudad y de la casa. Debido a las fuertes nevadas en diciembre del año 2021, se cayó y se golpeó la cabeza con fuerza, se le formó un gran hematoma. Fue sometida a una craneotomía, estuvo en coma durante aproximadamente semanas y poco antes de la guerra fue dada de alta del hospital. En tal estado, es difícil ir a cualquier parte.
Mi prima Katia (es la hija de mi tía) y su familia se fueron de la ciudad el primer día de la guerra porque tiene hijos de 2 y 9 años. Mi tía no quería ir con ella. También la ayudé con alimentos y medicinas. Ahora la madre (mi abuela) y la hija (mi tía Lilya) están juntas. Ellas se cuidan entre ellas y yo las cuido. El tiempo de la guerra es difícil para las personas sanas física y mentalmente, y para los enfermos y los ancianos es simplemente mortal.
Señales del ataque aéreo. A veces ocurren hasta 10 veces al día, a veces 2-3. Pero violan la vida ordinaria y el estado psíquico de la persona. Usted entiende que los terroristas rusos están apuntando a los civiles, a las casas de las personas, tiendas, gasolineras, hospitales, escuelas (estos son solo ejemplos de mi ciudad), es decir, si en el momento de la alarma estás en la calle o en una tienda, estás a punta de pistola, puedes salir de casa y no volver jamás. Vivo con este pensamiento todos los días durante más de un mes.
Todos los días leo noticias sobre Kyiv, Irpin, Bucha, Chernigov, Mariupol, Jerson. Es demasiado doloroso para mí. No hay nada que pueda hacer para ayudar a las personas que mueren bajo las bombas rusas. No tengo lágrimas Al comienzo de la guerra, nunca lloré, aunque por naturaleza soy una llorona.
Estoy inmensamente agradecida a nuestro ejército, voluntarios, diplomáticos, funcionarios gubernamentales y todos aquellos que trabajan por la victoria de Ucrania y nos ayudan a sobrevivir brindándonos electricidad, transporte, entrega de alimentos, farmacias y hospitales, y todos los demás servicios.
Mi esposo se inscribió en la guardia municipal, una unidad que ayuda a restaurar el orden en la ciudad durante tiempos de guerra. No sé si volverá después de la próxima guardia. No sé dónde caerá el cohete disparado por la Federación Rusa hacia Ucrania, no sé si llegará mañana. Pero estoy segura de que Ucrania vencerá. Incluso si mi familia podría llegar a ver este maravilloso día, la victoria de Ucrania llegará.
Nuestra realidad ha cambiado mucho. No importa cómo se vea y se vista la gente, quién hable qué idioma, quién apoyó a qué partido durante las elecciones, ahora todos somos ucranianos que queremos la victoria y trabajamos por ella.
Hago lo que puedo: ayudo a mi familia, a mis parientes, a algunos inmigrantes de la región de Mykolaiv, casas y pueblos que los rusos bombardearon, doy entrevistas y cuento lo que está sucediendo en Ucrania. Quiero que sepan la verdad sobre la guerra, sobre los niños muertos, sobre nuestro dolor, sobre la injusta y brutal guerra terrorista de Rusia contra Ucrania.
El 28 de marzo recomenzaron los estudios en nuestra universidad. Trabajo, hago las tareas del hogar, cuido a mis seres queridos. No escribiré sobre los momentos de ataques e intentos de desembarcar tropas rusas en Mykolaiv. Eso es muy terrible. A veces no tenemos electricidad o agua, la conexión móvil es muy mala, sin embargo, nosotros estamos vivos...
Nunca hemos estado en un refugio antibombas durante esta guerra. A veces nos sentamos en nuestro corredor, donde está dispuesto el “módulo de vivienda”, pero nunca dormimos allí. La mañana comienza y la tarde termina con las palabras de nuestro gobernador Vitaly Kim: “Buenas días /tardes, somos de Ucrania”…