Los represores cubanos no aprenden la lección; no entienden que el cambio es inevitable
Llorando te dejé / Llorando yo me fui / Llorando yo estaré / Pensando siempre en ti. Hace nueve años que, con manos temblorosas y lágrimas cayendo sobre el papel, escribí estos versos. Los escribí conscientes de que el sufrimiento iba ser tan intenso que a lo mejor no podría sobrevivirlo. Los escribí pensando en mi hijita, que en aquel entonces solo tenía un añito de nacida. También pensaba en mi esposa, en mi madre… en fin, en toda mi familia y en mis hermanos de causa. Hace nueve años que intentaron destruirnos. Hace nueve años de la Primavera Negra de Cuba.
Nueve años atrás 75 disidentes, periodistas, sindicalistas, opositores pacíficos al régimen totalitario de los hermanos Castro, fuimos cruelmente separados de nuestros seres queridos y puestos en prisión a cumplir condenas que oscilaron entre 6 y 28 años de privación de libertad, por ejercer los derechos inalienables que tenemos todos los seres humanos por el mero hecho de haber nacido. Hace nueve años el gobierno de Cuba fusiló a tres jóvenes de la raza negra. Su delito: secuestrar una lancha, donde no hubo daño a persona alguna, para intentar escapar de "la tierra más bella que ojos humanos han visto"
Hace nueve años y las heridas no cicatrizan. No cicatrizan porque fueron heridas hechas en el corazón, en el alma, en la mente de quienes tuvieron el valor de enfrentarse al totalitarismo castrista dentro de su madriguera. No cicatrizan, pero orgullosos las llevamos como trofeos de dignidad, de victoria pues no pudieron destruirnos. Pero nos marcaron, profundamente, nuestras vidas.
Todos tuvimos que aprender a vivir con los hijos que dejamos hace nueve años atrás. Nuestros hijos, también, tuvieron que aprender a vivir con nosotros. Con nuestras esposas nos pasó muy parecido. Es una gran suerte ser cónyuge de una Dama de Blanco.
Para que escribir de los problemas que enfrentamos en el destierro, si nuestros hermanos de causa y nuestro pueblo tienen muchos más problemas que nosotros.
Todo cubano en la isla vive con una espada de Damocles encima de su cabeza. Desgraciadamente los represores cubanos no aprenden la lección. No entienden que el cambio es inevitable. No comprenden que el amor es más fuerte que la maldad. No se dan cuenta que cada vida que asesinan es como semilla tirada en tierra fértil. El ejemplo de Orlando Zapata Tamayo, fue seguido por Wilmar Villar y a Wilmar Villar lo seguirán otros que preferirán morir, al igual que estos dos mártires, en huelga de hambre reclamando sus derechos que a vivir sin decoro.
Es probable que en Cuba exista otra Primavera Negra. Otro desesperado intento del desgobierno cubano de mantenerse en el poder asesinando, encarcelando los reclamos de libertad. Pero de lo que sí pueden estar seguro los que mandan en la mayor de las Antillas, es que por muy negra que quieran hacer la primavera, siempre aparecerán los gladiolos de las Damas de Blanco para darle color. Como también aparecerá el espíritu de su fundadora Laura Pollán Toledo, que desde el cielo guiará a estás mambisas del siglo XXI en el reclamo de libertad para todo un pueblo que sufre. No olviden la lección de hace nueve años atrás: No se puede derrotar a quien no se rinde.
Nueve años atrás 75 disidentes, periodistas, sindicalistas, opositores pacíficos al régimen totalitario de los hermanos Castro, fuimos cruelmente separados de nuestros seres queridos y puestos en prisión a cumplir condenas que oscilaron entre 6 y 28 años de privación de libertad, por ejercer los derechos inalienables que tenemos todos los seres humanos por el mero hecho de haber nacido. Hace nueve años el gobierno de Cuba fusiló a tres jóvenes de la raza negra. Su delito: secuestrar una lancha, donde no hubo daño a persona alguna, para intentar escapar de "la tierra más bella que ojos humanos han visto"
Hace nueve años y las heridas no cicatrizan. No cicatrizan porque fueron heridas hechas en el corazón, en el alma, en la mente de quienes tuvieron el valor de enfrentarse al totalitarismo castrista dentro de su madriguera. No cicatrizan, pero orgullosos las llevamos como trofeos de dignidad, de victoria pues no pudieron destruirnos. Pero nos marcaron, profundamente, nuestras vidas.
Todos tuvimos que aprender a vivir con los hijos que dejamos hace nueve años atrás. Nuestros hijos, también, tuvieron que aprender a vivir con nosotros. Con nuestras esposas nos pasó muy parecido. Es una gran suerte ser cónyuge de una Dama de Blanco.
Para que escribir de los problemas que enfrentamos en el destierro, si nuestros hermanos de causa y nuestro pueblo tienen muchos más problemas que nosotros.
Todo cubano en la isla vive con una espada de Damocles encima de su cabeza. Desgraciadamente los represores cubanos no aprenden la lección. No entienden que el cambio es inevitable. No comprenden que el amor es más fuerte que la maldad. No se dan cuenta que cada vida que asesinan es como semilla tirada en tierra fértil. El ejemplo de Orlando Zapata Tamayo, fue seguido por Wilmar Villar y a Wilmar Villar lo seguirán otros que preferirán morir, al igual que estos dos mártires, en huelga de hambre reclamando sus derechos que a vivir sin decoro.
Es probable que en Cuba exista otra Primavera Negra. Otro desesperado intento del desgobierno cubano de mantenerse en el poder asesinando, encarcelando los reclamos de libertad. Pero de lo que sí pueden estar seguro los que mandan en la mayor de las Antillas, es que por muy negra que quieran hacer la primavera, siempre aparecerán los gladiolos de las Damas de Blanco para darle color. Como también aparecerá el espíritu de su fundadora Laura Pollán Toledo, que desde el cielo guiará a estás mambisas del siglo XXI en el reclamo de libertad para todo un pueblo que sufre. No olviden la lección de hace nueve años atrás: No se puede derrotar a quien no se rinde.