LA HABANA- En el descolorido kiosco, en un trozo de cordel, se ven colgados un diario Granma de hace dos días, un Juventud Rebelde también atrasado y una revista Bohemia del mes de abril.
Una señora delgada con espejuelos de tosca armadura, desata un paquete del órgano del partido comunista y mientras cuenta los periódicos, se pasa sus dedos resecos por los labios. Separa un puñado de ejemplares y los guarda debajo de un estante roto. Con una lentitud imposible de superar, comienza a vender el diario Granma a una docena de viejos jubilados, quienes se ganan unos pesos revendiendo periódicos por las calles de La Habana.
“Todos los días compro 60 o 70 periódicos a veinte centavos. En cada jornada vendo a peso de 40 a 50 Granma. Los que me quedan, también los vendo. No importa si son viejos, porque a la gente le sirve pa’ botar la basura, como papel sanitario o limpiar los cristales de la casa”, comenta Rufino, 75 años, ex empleado ferroviario que recibe una pensión equivalente a 10 dólares mensuales e intenta llegar a fin de mes vendiendo periódicos y caramelos artesanales.
Diariamente, camina un promedio de siete a ocho kilómetros vendiendo el Granma. A vuelo de pájaro, Rufino mira las noticias para luego poder vocear un titular. "Cuando se muere un pincho gordo (alguien importante) vendo bastante. También cuando sale un reportaje sobre la corrupción o el gobierno dicta nuevas medidas. Por lo general, los que más compran la prensa en La Habana son personas de 30 a 40 años pa’rriba. Los más jóvenes pasan del periódico”.
Cuando usted le pregunta a Marlen, 48 años, ingeniera, cuál medio prefiere, sonríe antes de responder. “Los que más suelo leer son los tres de alcance nacional (Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores), que más o menos dicen lo mismo y son bastante aburridos, porque la manera de redactar es poco amena. La prensa cubana es demasiado politizada, carece de trabajos de investigación, artículos críticos y crónicas sobre la vida real de los cubanos. Al noticiero de televisión le sucede igual. Lo mejorcito es el programa Carta sobre la mesa, del Canal Caribe y algunos espacios del Canal Habana. Resumiendo: la prensa nuestra es mala tirando a pésima”.
Cuando puede, Marlen se informa a través de los noticieros de Univisión o el Canal 51, por la ilegal antena de cable. O en Facebook, donde en ocasiones difunden materiales aparecidos en medios abiertamente anticastristas como Cubanet, Diario de Cuba y Martí Noticias, entre otros.
Daniel, 34 años, licenciado en comunicación social, considera que “el abanico informativo de los cubanos está permeado por la falta de rigor de los análisis políticos, la parcialización y falta de objetividad. No muestra toda la información, solo una parte”, señala y menciona dos casos:
“Es una línea editorial de locos. Durante la Cumbre de las Américas, usted leía que los delegados cubanos se marcharon o protestaron por la asistencia de 'mercenarios', pero no te ponían la noticia en contexto, no aclaraban de qué se trataba. ¿Quiénes eran los ‘mercenarios’ y qué exponían? Hace unos días, Granma publicó que no permitirán Bienales paralelas de Arte. De pasada mencionó la Bienal 00, pero sin explicar de qué iba esa Bienal y por qué se prohibiría. Es una sarta de palabras huecas, carentes de un análisis que convenza. Y de vez en cuando cuelan fake news”.
Si información es poder, entonces Sheila, 17 años, estudiante de tercer año de preuniversitario, no tiene ninguno. Sentada a la entrada del antiguo Instituto de Segunda Enseñanza de La Víbora, con una pizca de orgullo dice que “yo no pierdo el tiempo leyendo los periódicos cubanos. Tampoco los libros que venden en las librerías. Si acaso, una novela de Paulo Coelho traída de afuera”.
Ella se entera de lo que pasa en Cuba y el mundo con evidente retraso. “A veces sé algo por las redes sociales o cuando llama mi papá que vive en Miami. No creo que me haya perdido nada importante. Lo mío son las telenovelas brasileñas y colombianas, la música salsa, el reguetón y ver revistas de moda. Lo demás no me importa”.
No se crean las palabras del difunto Fidel Castro, quien afirmaba que el pueblo cubano era el más culto y con mayor nivel político del mundo, lo que sigue siendo repetido por la propaganda oficial.
“No es cierta esa afirmación. Los funcionarios del gobierno y los oficiales de la Seguridad del Estado están más adoctrinados que informados. Las informaciones que se ofrecen en Cuba son muy parcializadas. Al no venderse prensa extranjera, por el alto precio de internet y la censura a numerosas páginas digitales críticas con el régimen, los ciudadanos tienen un margen muy reducido para contrastar la información que leen o escuchan”, subraya Carlos, 62 años, sociólogo.
Lídice, 37 años, graduada de Historia, cree “que al no poder acceder a una mayor cantidad y variedad de fuentes de información y a distintos puntos de vista, se empobrece la calidad del debate y el análisis. En los medios nacionales y provinciales no encuentras un solo artículo de opinión que abiertamente critique al presidente o las medidas que tome. Sin embargo, en la calle proliferan críticas de todo tipo. La prensa independiente o alternativa hace críticas, pero tiene poco alcance dentro del país. La mayoría de los periodistas cubanos que por su cuenta escriben en sitios foráneos, no son conocidos. Muy pocos, por ejemplo se enteraron que Julio Batista ganó el Premio de Periodismo Rey de España. Algunos reportajes no oficiales llegan a la población gracias a las redes sociales, no porque se pueda accedar a esas webs ”.
Ese notorio déficit informativo ha permitido que en Cuba se haga negocio con el derecho a la libertad de información, opinión y expresión contemplado en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Desde el alquiler de la ilegal antena hasta la compra de revistas y periódicos que vienen a bordo de los aviones y que trabajadores del aeropuerto no botan y de manera clandestina los venden en divisas.
Enma, 51 años, maestra que por asuntos familiares periódicamente visita Estados Unidos, recuerda “que los boletines y resúmenes que compilaba la antigua Sección de Intereses, hoy Embajada, con noticias sobre Cuba que procedían de la prensa extranjera y periodistas independientes, y que la gente obtenía gratis cuando realizaba un trámite migratorio, circulaban como samizdat por todo el país. Ahora, con la disminución del personal diplomático, no solo desaparecieron los funcionarios consulares, también esos boletines”.
Un director de programas radiales opina “que la mejor herramienta para conocer noticias de Cuba que la prensa oficial no difunde, es la radio, siempre y cuando se posea un aparato de onda corta. La televisión es el medio perfecto, que atrae a más usuarios, pero es bloqueada por el Estado, a no ser en los hoteles internacionales. Con la antena ilegal y "El Paquete" se pudiera obtener una mejor información. Pero quienes diseñan esas programaciones, para no buscarse problemas con la policía, apenas incluyen noticias de carácter político. Periódicos como The New York Times en español o El País de España, se pueden leer en cualquier parque con wifi, que cuesta un peso convertible la hora de conexión y los cubanos priorizan las comunicaciones con sus familiares en el exterior. El que desee estar bien informado en Cuba solo tiene que dedicarle tiempo. O dinero, en el caso de internet”.
Según un breve sondeo a una docena de personas de los dos sexos y en edades comprendidas entre 18 y 78 años, los sitios online a los que más accede la ciudadanía, mediante proxis o por su repercusión en Facebook, son Diario de Cuba, El Nuevo Herald, Diario Las Américas, Martí Noticias, Carta desde Cuba, 14ymedio, El Estornudo y OnCuba Magazine.
A menudo, los cubanos se enteran de las noticias por sus parientes que residen fuera. “Supe de la muerte de Fidel por mi hermano que me llamó desde Miami, pues apenas veo la televisión de aquí”, confiesa Manuel, 45 años, taxista.
El control de la autocracia verde olivo sobre la información y los medios estatales es menos severo que hace dos décadas. En la actualidad, el teléfono móvil se ha convertido en una valiosa herramienta de comunicaciones en Cuba. Y el periódico Granma ha ido quedando para envolver la basura. O como sustituto del papel higiénico.