Un editorial en España dice que fue el Gandhi cubano, mientras otras publicaciones aseguran que sus ideas sirven de ejemplo a todos los países donde se atropellan los derechos humanos.
La muerte del político disidente cubano Oswaldo Payá, en un accidente de automóvil aún sin aclarar, representa un importante golpe para el futuro de la oposición al régimen castrista, dice este viernes el diario español La Vanguardia en un editorial.
Titulado "El Gandhi cubano", el editorial destaca que su “lucha pacífica por los derechos humanos y la libertad de los cubanos no sólo le habían granjeado el respeto de la dividida oposición al castrismo sino que su figura de luchador trascendió los límites de la isla caribeña”.
Según el periódico, “con la desaparición de Payá se abre una nueva etapa, mucho más difícil, para la oposición cubana porque no existe en ella un líder con la capacidad de estadista y de limar asperezas para la construcción de una transición política que presidió la vida del líder democristiano”.
Tras señalar que el disidente lo mismo se enfrentó a sectores del exilio cubano en Miami, de la iglesia católica en Cuba, que se opuso al último viaje del papa a su país, apunta que “Oswaldo Payá había emergido como la figura más independiente de la oposición, lo que hacía depositar esperanzas de una transición ´a la española´ en la isla".
La Vanguardia sostiene que “por todas esas razones, el régimen de Castro le temía y su vida fue un rosario de detenciones, deportaciones y seguimientos policiales que proyectan dudas razonables sobre la verdad del accidente que le costó la vida”.
En otro comentario publicado en la edición digital de la revista Time, el periodista Tim Padgett afirma que “la prematura muerte de Oswaldo Payá priva a Cuba de un carismático disidente que busco un camino intermedio entre los dogmas de línea dura tanto de los exiliados de derecha en el exilio como de los gobernantes comunistas de su país”.
Padgett recuerda su último encuentro en la isla con Payá en 2003, poco después de la Primavera Negra, cuando el disidente, según dice, le reiteró su oposición al embargo estadounidense porque le daba una excusa a Castro para sus descalabros económicos.
Pero también precisó –escribe Padgett—que aunque favorecía que los estadounidenses viajaran a Cuba no pensaba que la isla sería democratizada “por gente que fuera a bailar salsa y a fumar habanos”.
De acuerdo con el periodista estadounidense, pocos cubanos podrían haber sido más útiles a la inevitable transición hacia la democracia en Cuba. “Payá había sembrado realmente las semillas de la práctica democrática en la tierra cívica de la isla”, señala.
Un artículo también elogioso sobre el opositor cubano aparece publicado en el periódico digital El Diario Exterior, y lo firma el expresidente del Senado de Bolivia Oscar Ortiz Antelo.
“Sus ideas y su ejemplo quedan y son una guía no sólo para el pueblo cubano –dice--, sino para todos los demócratas, especialmente para aquellos latinoamericanos que vivimos en países donde se atropellan los derechos humanos y se destruyen los fundamentos de la democracia”.
Titulado "El Gandhi cubano", el editorial destaca que su “lucha pacífica por los derechos humanos y la libertad de los cubanos no sólo le habían granjeado el respeto de la dividida oposición al castrismo sino que su figura de luchador trascendió los límites de la isla caribeña”.
Según el periódico, “con la desaparición de Payá se abre una nueva etapa, mucho más difícil, para la oposición cubana porque no existe en ella un líder con la capacidad de estadista y de limar asperezas para la construcción de una transición política que presidió la vida del líder democristiano”.
Tras señalar que el disidente lo mismo se enfrentó a sectores del exilio cubano en Miami, de la iglesia católica en Cuba, que se opuso al último viaje del papa a su país, apunta que “Oswaldo Payá había emergido como la figura más independiente de la oposición, lo que hacía depositar esperanzas de una transición ´a la española´ en la isla".
La Vanguardia sostiene que “por todas esas razones, el régimen de Castro le temía y su vida fue un rosario de detenciones, deportaciones y seguimientos policiales que proyectan dudas razonables sobre la verdad del accidente que le costó la vida”.
En otro comentario publicado en la edición digital de la revista Time, el periodista Tim Padgett afirma que “la prematura muerte de Oswaldo Payá priva a Cuba de un carismático disidente que busco un camino intermedio entre los dogmas de línea dura tanto de los exiliados de derecha en el exilio como de los gobernantes comunistas de su país”.
Padgett recuerda su último encuentro en la isla con Payá en 2003, poco después de la Primavera Negra, cuando el disidente, según dice, le reiteró su oposición al embargo estadounidense porque le daba una excusa a Castro para sus descalabros económicos.
Pero también precisó –escribe Padgett—que aunque favorecía que los estadounidenses viajaran a Cuba no pensaba que la isla sería democratizada “por gente que fuera a bailar salsa y a fumar habanos”.
De acuerdo con el periodista estadounidense, pocos cubanos podrían haber sido más útiles a la inevitable transición hacia la democracia en Cuba. “Payá había sembrado realmente las semillas de la práctica democrática en la tierra cívica de la isla”, señala.
Un artículo también elogioso sobre el opositor cubano aparece publicado en el periódico digital El Diario Exterior, y lo firma el expresidente del Senado de Bolivia Oscar Ortiz Antelo.
“Sus ideas y su ejemplo quedan y son una guía no sólo para el pueblo cubano –dice--, sino para todos los demócratas, especialmente para aquellos latinoamericanos que vivimos en países donde se atropellan los derechos humanos y se destruyen los fundamentos de la democracia”.