Las autoridades cubanas han reconocido el grave problema que afronta el país con el envejecimiento progresivo de la población y la baja tasa de natalidad.
Las explicaciones oficiales suelen resaltar, entre las causas del fenómeno, raro en los países subdesarrollados, logros sociales como la alta esperanza de vida, la incorporación laboral y social de la mujer, los altos niveles de escolaridad y el ejercicio del derecho a decidir cuántos hijos se quieren tener.
Un reportaje realizado en la isla por The New York Times encontró, sin embargo, que tienen mayor peso en la opinión de los cubanos factores revelados por una Encuesta Nacional de Fecundidad realizada en 2009: carencias económicas, limitado acceso a nuevas viviendas, elevado costo de la atención a los pequeños; y otros como los bajos salarios, las pocas oportunidades de trabajo, así como una política liberal sobre el aborto que ha llevado a Cuba al segundo lugar mundial, con 30 por cada mil mujeres en edad fértil.
"No es el momento"
"Hay que considerar en qué mundo vivimos. Con un niño sería mucho más difícil", dijeron a Azam Ahmed, el enviado del Times, Claudia Rodríguez y Alejandro Padilla, quienes tienen planes para casarse pero no para tener hijos, al menos mientras tengan que compartir un pequeño apartamento con media docena de familiares. Rodríguez se ha hecho practicar dos abortos.
"A fin de cuentas no queremos hacer las cosas más difíciles para nosotros", adujo Laura Rivera González, estudiante de Arquitectura, casada. "Sólo con graduarme no voy a resolver el problema. No basta", dijo Rivera.
"Apenas nos alcanza para los dos ¿cómo podríamos mantener también a un hijo?", manifestaron Elisabeth Domínguez y Eddy Marrero, una pareja de profesionales –psicóloga ella, enfermero pediátrico él– que ganan entre los dos unos $70 mensuales, un ingreso relativamente alto para Cuba
"Yo me he hecho dos abortos, uno de ellos con Jorge", dijo Claudia Aguilar, de 27 años y trabajadora de un restaurante, refiriéndose a su compañero sentimental en los dos últimos años, Jorge Antonio Nazco.
"En ese momento no pensamos que estuviéramos listos para tener hijos, y todavía seguimos pensando que no es el momento. Necesitamos poder pagar lo básico para nosotros, y tampoco vamos a vivir tres en un cuarto. Quiero darles a mis hijos una vida más cómoda, mejor que la que yo tuve", señaló Aguilar.
Cifras preocupantes
El Times acota que Cuba desde fines de los años 70 no tiene la tasa mínima de reemplazo poblacional de 2.1 hijos por mujer (1.47 en 2015 para el lugar 200 entre 224 naciones); ya cuenta con la población más vieja de América Latina y los expertos predicen que dentro de 50 años más del 40% de los cubanos tendrán más de 60 años, y la población en términos absolutos será un 30% menor que ahora.
Agrega que la crisis demográfica tiene aristas tanto económicas como políticas: La mayor población de la tercera edad requerirá un vasto sistema de atención que el Estado no podrá costear y, sin una fuerza laboral viable, será más difícil romper el ciclo de la incertidumbre sobre el futuro y la emigración.
El diario neoyorquino menciona, asimismo, la facilidad con la que las mujeres cubanas pueden hacerse un aborto. El Gobierno ha priorizado los llamados derechos reproductivos, las mujeres hablan libremente de hacerse un legrado (o "regulación menstrual", una variante menos invasiva), lo que prácticamente se usa como anticonceptivo. Las colas en los hospitales para practicárselos –apunta el periódico– a veces le dan la vuelta al edificio.
Padilla y Rodríguez revelaron a Ahmed que sus respectivas madres se han hecho cuatro legrados cada una, mientras que una tía de ella ya va por 10.
Estadísticamente, el país exhibe una tasa de casi 30 abortos por cada 1.000 mujeres en edad fértil, según datos de 2010 compilados por la ONU.
Entre los países donde el aborto es legal, sólo Rusia tiene un índice mayor. En Estados Unidos, en 2011, la tasa era de 17 por cada 1.000.
The New York Times concluye diciendo que para la mayoría de los expertos Cuba, que confronta un problema de países industrializados con una economía subdesarrollada, no puede darse el lujo de naciones como Japón, que pagan a las familias por tener hijos, y difícilmente podrá buscar una pronta salida a la creciente crisis demográfica.