El canadiense de 78 años James McTurk podría convertirse en la primera persona de Canadá en ser convicta por turismo sexual al abusar de niñas en Cuba.
El diario El Nuevo Herald destaca la historia del canadiense de 78 años de edad James McTurk quien podría convertirse en la primera persona de ese país en ser convicta por turismo sexual con menores por abusar de niñas en Cuba.
James McTurk tiene 78 años. Tiene el cabello ralo y blanco, espejuelos y habla con un suave acento escocés. Vive de su jubilación… en una celda de la cárcel.
Ha sido convicto dos veces de cargos de pornografía infantil y sus problemas legales se han agravado recientemente: McTurk podría convertirse en la primera persona de Canadá en ser convicta de turismo sexual con menores por abusar de niñas en Cuba.
El hombre forma parte ahora de un grupo muy pequeño de canadienses que han sido acusados del delito de turismo sexual con menores. De ellos, solamente se sabe que cinco han sido convictos.
McTurk no viaja a Camboya o Tailandia, los destinos preferidos de los que buscan tener sexo con niños. Todas sus víctimas conocidas y supuestas han sido niñas cubanas. Todas eran menores de edad, y algunas de sólo 4 años de edad.
McTurk lleva varios años en el registro de infractores sexuales de Canadá, pero pudo hacer repetidos viajes al extranjero hasta que fue capturado el verano pasado, casi por accidente. Fue arrestado en el aeropuerto Lester B. Pearson de Toronto cuando regresaba, una vez más, de Cuba. Según documentos judiciales — y según el mismo McTurk, en entrevistas con la policía — él viajaba a menudo a la isla.
Al igual que decenas de miles de infractores sexuales convictos en Canadá, McTurk era libre de ir y venir, cuando se le antojara, a destinos en los que el sexo es barato y las víctimas son jóvenes. A pesar de una adición hecha al Código Criminal en 1997, que permite juzgar a los ciudadanos canadienses por crímenes cometidos contra niños fuera del país, los turistas sexuales con menores parecen no ser molestados, y en su mayoría no son detectados.
Una sucesión de gobiernos canadienses han declarado sus intenciones de erradicar el problema del turismo sexual con menores, al argumentar que los niños en el extranjero merecen la misma protección contra depredadores que los de Canadá. La UNICEF estima que hay hasta dos millones de niños involucrados en el tráfico sexual.
Pero el sistema canadiense tiene enormes lagunas judiciales. La supervisión de los viajes de los infractores sexuales es laxa. La privacidad de los infractores convictos es considerada una prioridad. El proceso de presentar cargos de turismo sexual es difícil para la policía. En última instancia, todo parece indicar que Canadá está fallando en su obligación moral de proteger a los niños.
“Hablar de protección a los niños es muy fácil para los gobiernos, porque no hay nadie que proteste del otro lado”, afirma Mark Hecht, fundador y asesor legal de Beyond Borders (Más Allá de las Fronteras), un grupo con sede en Winnipeg que combate la explotación infantil a nivel global. “Si como gobierno te paras y dices que estás firmemente en contra de que se abuse sexualmente de los niños, ¿quién va a decir que está en desacuerdo?”
“Pero si uno va a lo que de verdad debe hacerse, ahí es que se encuentra una falta de voluntad política”.
Una investigación del Toronto Star y El Nuevo Herald ha revelado lagunas en el sistema que está encargado de vigilar a los infractores. El resultado es que los infractores sexuales canadienses, a diferencia de los convictos en Estados Unidos, el Reino Unido o Australia, no son supervisados de cerca.
En Canadá, los infractores sexuales no tienen que decirle a nadie que van a viajar si es por un plazo de menos de una semana, y pueden avisar justo antes de subirse al avión. El Reino Unido exige que se reporten todos los viajes de los infractores convictos y se debe informar a las autoridades con al menos siete días de anticipación. Lo mismo sucede en Australia. Muchos estados en Estados Unidos exigen un aviso a las autoridades con 21 días de anticipación.
James McTurk tiene 78 años. Tiene el cabello ralo y blanco, espejuelos y habla con un suave acento escocés. Vive de su jubilación… en una celda de la cárcel.
Ha sido convicto dos veces de cargos de pornografía infantil y sus problemas legales se han agravado recientemente: McTurk podría convertirse en la primera persona de Canadá en ser convicta de turismo sexual con menores por abusar de niñas en Cuba.
El hombre forma parte ahora de un grupo muy pequeño de canadienses que han sido acusados del delito de turismo sexual con menores. De ellos, solamente se sabe que cinco han sido convictos.
McTurk no viaja a Camboya o Tailandia, los destinos preferidos de los que buscan tener sexo con niños. Todas sus víctimas conocidas y supuestas han sido niñas cubanas. Todas eran menores de edad, y algunas de sólo 4 años de edad.
McTurk lleva varios años en el registro de infractores sexuales de Canadá, pero pudo hacer repetidos viajes al extranjero hasta que fue capturado el verano pasado, casi por accidente. Fue arrestado en el aeropuerto Lester B. Pearson de Toronto cuando regresaba, una vez más, de Cuba. Según documentos judiciales — y según el mismo McTurk, en entrevistas con la policía — él viajaba a menudo a la isla.
Al igual que decenas de miles de infractores sexuales convictos en Canadá, McTurk era libre de ir y venir, cuando se le antojara, a destinos en los que el sexo es barato y las víctimas son jóvenes. A pesar de una adición hecha al Código Criminal en 1997, que permite juzgar a los ciudadanos canadienses por crímenes cometidos contra niños fuera del país, los turistas sexuales con menores parecen no ser molestados, y en su mayoría no son detectados.
Una sucesión de gobiernos canadienses han declarado sus intenciones de erradicar el problema del turismo sexual con menores, al argumentar que los niños en el extranjero merecen la misma protección contra depredadores que los de Canadá. La UNICEF estima que hay hasta dos millones de niños involucrados en el tráfico sexual.
Pero el sistema canadiense tiene enormes lagunas judiciales. La supervisión de los viajes de los infractores sexuales es laxa. La privacidad de los infractores convictos es considerada una prioridad. El proceso de presentar cargos de turismo sexual es difícil para la policía. En última instancia, todo parece indicar que Canadá está fallando en su obligación moral de proteger a los niños.
“Hablar de protección a los niños es muy fácil para los gobiernos, porque no hay nadie que proteste del otro lado”, afirma Mark Hecht, fundador y asesor legal de Beyond Borders (Más Allá de las Fronteras), un grupo con sede en Winnipeg que combate la explotación infantil a nivel global. “Si como gobierno te paras y dices que estás firmemente en contra de que se abuse sexualmente de los niños, ¿quién va a decir que está en desacuerdo?”
“Pero si uno va a lo que de verdad debe hacerse, ahí es que se encuentra una falta de voluntad política”.
Una investigación del Toronto Star y El Nuevo Herald ha revelado lagunas en el sistema que está encargado de vigilar a los infractores. El resultado es que los infractores sexuales canadienses, a diferencia de los convictos en Estados Unidos, el Reino Unido o Australia, no son supervisados de cerca.
En Canadá, los infractores sexuales no tienen que decirle a nadie que van a viajar si es por un plazo de menos de una semana, y pueden avisar justo antes de subirse al avión. El Reino Unido exige que se reporten todos los viajes de los infractores convictos y se debe informar a las autoridades con al menos siete días de anticipación. Lo mismo sucede en Australia. Muchos estados en Estados Unidos exigen un aviso a las autoridades con 21 días de anticipación.