Raynier Almeida Sigler es propietario de una peluquería en Varadero, pero él se dice cuentapropista, porque eso de ser dueño de un negocio privado todavía no encaja en la mentalidad de muchos cubanos.
“Si, bueno, pero cuentapropista fue el nombre que nos pusieron y es más cómodo para decirlo”, responde cuando le señalamos la diferencia entre propietario de un negocio y un trabajador por cuenta propia.
Raynier abrió los ojos al mundo cuando la polvareda que provocó el derrumbe del Muro de Berlín hace 25 años, barrió el socialismo real en los países comunistas de Europa del Este, pero en Cuba los conceptos heredados del colectivismo soviético sobreviven en el subconsciente popular, sin que las personas lo perciban.
Quizás por eso Raynier rechaza, sin pensar en la política, conceptos básicos que fundamentan la economía de mercado y la iniciativa privada. Le llama a su salón de peluquería “el puesto” y no considera que su negocio es competencia para otras peluquerías privadas o estatales que hay en Varadero.
“No, no, aquí la competencia misma de uno, es uno mismo”, asegura casi sorprendido, y explica que “lo que sucede es al final está el cliente que lleva muchos años contigo y entonces no compites con la clientela de los otros¨.
En materia de precios, Mirita, la peluquería de Raynier y su socia Masiel Acosta que trabaja como manicurista, mantiene más o menos los mismos que otros salones: “entre 70 y 75 pesos moneda nacional un tinte de pelo”, afirma.
Para montar la peluquería ambos jóvenes tuvieron que “importar” los equipos, enviados por familiares que viven fuera de la isla: secador profesional, planca, tenazas y utensilios para arreglar las uñas.
“Los productos que utilizamos los compramos aquí en las tiendas que los venden en CUC”, explica Raynier.
Mirita es una peluquería pequeña, que cuenta con un sillón y sus accesorios, y una mesa donde trabaja la manicurista. Apenas abrió sus puertas hace tres semanas, pero su excelente ubicación, en el corazón de Varadero, (Calle 43 entre 1ra y 2da) es una esperanza de éxito para estos jóvenes emprendedores y también una tenue señal de que algunas cosas en la Cuba de hoy, no son igual que hace menos de una década atrás.
Por lo pronto es un espacio privado que compite por iniciativa propia, junto a otros sitios que esperan prosperar en otras áreas de comercio, dentro de los límites que tienen impuestos.
Your browser doesn’t support HTML5