Abogado pagará traslado de cadáveres de dos cubanas asesinadas en España

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Dos de los tres cadáveres encontrados en el bufete de la madrileña calle Marcelo Usera. Uno fue el de la cubana Maritza Osorio.

El último homicidio fue el del ecuatoriano. El asesino le clavó un cuchillo en la cabeza. El homicida preguntó por el letrado y como no estaba discutió con las mujeres cubanas, a una la degolló mientras a la otra le enterró un hacha en la cabeza. Tras la matanza quemó los cuerpos con la gasolina que llevaba en una botella y se fue.

El abogado peruano Víctor Joel Salas Coveñas, dueño del bufete Euroasia, donde dos cubanas fueron brutalmente asesinadas la semana pasada, prometió pagar los gastos del traslado de sus cadáveres hacia Cuba y pedir al consulado cubano que agilice los trámites.

El letrado precisó al diario español ABC que el precio "rondará entre los 8.000 y 12.000 euros en total".

"Tengo que afrontar mi responsabilidad y no voy a dejar desamparadas a esas familias", prometió el abogado que atiende casos de Extranjería, tráfico de drogas y secuestros desde el bufete de Usera, un barrio de inmigrantes de Madrid.

Explicó que no sabe cuánto tiempo tardará el proceso pero que irá al Consulado para que agilicen los trámites y puedan viajar a España los padres de su mujer y compañera de despacho para que les entreguen su cuerpo.

Se trata de Elisa Consuegra Gálvez, de 33 años, natural de La Habana, que acababa de homologar el título de abogada y fue golpeada brutalmente con un hacha.

Los allegados de la joven, juez profesional en su país, explicaron que se casó con su jefe para legalizar su situación.

El letrado sin embargo, lo niega: "Elisa tenía los papeles en regla. Lo nuestro no fue un matrimonio de conveniencia; nos separamos por motivos personales".

La otra víctima, Maritza Osorio Riverón, de 46 años, natural de Holguín, hacía las labores de secretaria, relaciones públicas y mujer de la limpieza desde hacía unos cuatro años cuando montó el bufete.

El último homicidio fue el del ecuatoriano Jhon Pepe Castillo, de 43 años. El asesino le clavó un cuchillo en la cabeza y le dio una paliza cuando se acercó al despacho al oír gritos. El homicida preguntó por el letrado y como no estaba discutió con las mujeres. Tras la matanza quemó los cuerpos con la gasolina que llevaba en una botella y se fue.