Javier Jerez se fundió en un abrazo con el desconocido que tenía a su lado en una plaza colmada de gente en Buenos Aires y gritó el gol con toda su alma. De nuevo se cumplía el milagro argentino.
“Siempre la esperanza de los argentinos; en el último minuto hacer un gol, así somos nosotros”, dijo luego Jerez a The Associated Press al comentar exultante el triunfo por 2-1 de Argentina sobre Nigeria el martes con el que aseguró el pase a octavos de final de la Copa del Mundo en Rusia.
En momentos en que el empate 1-1 dejaba a Argentina fuera del Mundial, Gabriel Mercado envió un centro a Marcos Rojo, quien a cuatro minutos del final pudo enviar la pelota al arco defendido por el nigeriano Francis Uzoho.
La locura se desató en la Plaza San Martín, en el centro de Buenos Aires, donde Jerez y otros miles de fanáticos argentinos seguían el partido en dos enormes pantallas. Hombres, mujeres y niños de corta edad gritaban eufóricos “¡Argentina, Argentina!”.
Después de mucho sufrir tras los últimos dos partidos para el olvido, la selección liderada por Lionel Messi tenía el pase asegurado a octavos.
Jerez, de 31 años, fontanero (plomero) y quien había acudido a la plaza sin compañía, elogió con voz ronca de tanto gritar los cambios que llevó a cabo el técnico Jorge Sampaoli.
“Tenían que cambiar al arquero y a algunos jugadores de en medio; además Messi es un maestro....Y luego el milagro, como siempre, llegó”, sostuvo.
La agónica victoria en San Petersburgo y la derrota de Islandia por 2-1 ante Croacia bastaron para que Argentina se mida contra Francia en la siguiente fase. Messi anotó el primer gol argentino a los 14 minutos.
Miguel Viera, de 59 años, señaló a la AP que el triunfo trae un enorme alivio en Argentina, un país que vive el fútbol con pasión y donde en los últimos tiempos cunde el desánimo por una crisis financiera que ha obligado al país sudamericano a pedir un préstamo de 50.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional. La inflación que el gobierno no es capaz de domar se suma a una economía estancada y a los crecientes despidos, lo cual ha incrementado el malhumor social.
“Yo ahora tengo que volver al laburo (trabajo) y mañana voy a tener las mismas carencias, pero anímicamente para el que es futbolero, esto es un empujón”, dijo Viera, quien se desempeña como administrativo en una empresa.
Admitió que la selección “sufrió, como venía sufriendo” desde el comienzo de la competencia, y ahora “tiene que mejorar porque los rivales que vienen son de más categoría”.
De fondo, decenas de personas hacían sonar sus cornetas mientras se escuchaban los bocinazos de los automovilistas que pasaban cerca.
“Qué alivio, estoy muy contento”, señaló por su parte Ignacio Zapata, de 52 años, quien estaba acompañado de su hijo.
Apuntó que pese a las adversidades que afrontaba la selección siempre tuvo fe y estaba convencido de que Argentina iba a pasar a octavos.
(Associated Press)