Libros del 2020 pandémico

Lectores en una librería durante la pandemia. FETHI BELAID / AFP

Este complicado año 2020, con pandemia, que representa miedo y pérdida de la calidad de vida, la lectura ha sido una de las compañías más entrañables para calmar el desasosiego y tomar distancia del abrumador presente.

La vista, que en gran medida representa los años no permite leer como antes. Ahora no solo hay que ser más selectivo en cuento a la temática y los autores, sino tener presente la tipografía del libro y el interlineado. Pero contra cualquier obstáculo posible, la lectura es como el pan del día. No hay cultura sin lecturas.

Este complicado año 2020, con pandemia china, que representa miedo y pérdida de la calidad de vida, la lectura ha sido una de las compañías más entrañables para calmar el desasosiego y tomar distancia del abrumador presente. Los libros, que conducen por caminos insospechados, llevan a parajes remotos, brindan historias sorprendentes, trazan nuevos rumbos de la historia y siempre envuelven los tiempos. De eso es capaz el arte, los libros.

Este año 2020 he leído más de lo habitual. De los libros de autores cubanos estos son los que más me impactaron.

Pájaro lindo de la madrugá (Algaida Editores, 2020) de la escritora cubana Zoé Valdés, un retrato de Fulgencio Batista, un hombre que para los cubanos no tiene prácticamente rostro, sino una definición: dictador. A través de esta novela que corre entre lo literario y lo histórico, se hace un poco de justicia con alguien que dejó una impronta más que positiva en la vida de los cubanos.

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En Cubanos (Editorial Ariadna, México, 2020), la escritora Nedda G. de Anhalt, entrevista a 17 prominentes cubanos exiliados. El conjunto es bien interesante, pues se evidencia que el concepto de cubanía varía de acuerdo con el tiempo que se lleva en el exilio. Unos sueñan con el regreso y tienden miradas nostálgicas; para otros, las calles son pedregales o recuerdan celdas en las prisiones. Ese contraste generacional le imprime a Cubanos un interés particularmente interesante.

La literatura testimonial ejerce un poder seductor, pues las palabras va acompañadas de dolor. Los testimonios Después de la noche de Basilio Guzmán y Mangos 105: memorias de mi familia, de Armando Manuel D’Fana Serrano, cuenta sus vidas y lo hacen con absoluta honestidad y despojados de apasionamientos. Libros que forman parte de esa ya muy nutrida y necesaria literatura testimonial que será de gran utilidad para la reconstrucción histórica de Cuba.

Las crónicas de En brazos de la mujer casada (Editorial Hypermedia, 2020), de Carlos Lechuga deja ver el entramado desde dentro de la Isla. El autor, que es cineasta y reside en La Habana, desdibuja el horror de un país donde la vida no depende de un proyecto personal, sino de un aparato de poder dictatorial, aunque también se aprecia en algunos textos, su interés por conocer como fue el pasado en Cuba y para ello busca un acercamiento a sus compatriotas en el exilio. Mientras haya intelectuales con esa curiosidad, estará garantizada la continuidad de la memoria colectiva.

No debo dejar pasar lecturas notables. Escritores Cubanos en el Exilio: sesenta reseñas literarias (Ediciones Universal, 2020) de Manuel C. Díaz, donde se evidencia el incesante quehacer literario de los cubanos en el destierro. Notalgia represiva (Editorial Casa Vacía) de Francisco García González, 2019), autor con un descarnado poder narrativo y Ciervo fugitivo (Ediciones Furtivas, 2020), de Sergio de los Reyes, donde a través de la poesía también se llega a la nostalgia.

La relectura de El negrero de Lino Novás Calvo solo permite añadir ¡qué gran novela!