A poco más de un mes de celebrarse las elecciones en Venezuela, el oficialismo se ha atrincherado y rechaza una transición democrática que entregue el poder al candidato de la oposición, Edmundo González. Aunque la escalada represiva y el reacomodo de chavistas de línea dura en puestos claves del gobierno sugieren que Nicolás Maduro pretende permanecer al menos hasta el año 2031 en el Palacio de Miraflores, su situación “es mucho más precaria de lo que parece”, asegura el politólogo argentino Felipe Galli.
“No hay una bola de cristal, pero sigue siendo el momento más propicio para que salga del poder y es clave el papel de la comunidad internacional en ese sentido. Son días decisivos”, afirma Galli en declaraciones a Martí Noticias.
El analista de procesos electorales y periodista político señaló que, además de los regímenes de Cuba y Nicaragua, Bolivia y Honduras son los únicos otros dos firmes aliados regionales que le quedan a Maduro.
“En lo que respecta a los gobiernos, ya firmemente comprometidos o establecidos con un Estado de Derecho, la posición ha sido alejarse lo más posible del régimen de Caracas. Nadie quiere ser visto respaldándolo abiertamente”, apuntó.
Sobre las repercusiones del atrincheramiento del chavismo en el poder, el experto considera que “una nueva oleada migratoria es el único irreversible e irrefutable resultado de cualquier escenario de continuidad de Nicolás Maduro”.
Lee también Elecciones en Venezuela rompen viejas alianzas en la izquierda latinoamericanaAntes de las elecciones del 28 de julio más de 7,7 millones de personas habían huído de Venezuela “buscando protección y una vida mejor”, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur). La mayoría de los refugiados, más de 6,5 millones de personas, ha sido acogida por países de América Latina y el Caribe.
La probabilidad de que aumente este flujo drásticamente es una razón pragmática que ha llevado a tradicionales aliados del chavismo, como los presidentes Luiz Inácio Lula Da Silva (Brasil) y Gustavo Petro (Colombia) a marcar distancia de Maduro, según el experto entrevistado por Martí Noticias.
La nueva oleada “golpearía sobre todo a Colombia y Brasil, vecinos de Venezuela, con particular impacto sobre todo en términos electorales para Gustavo Petro”, explica Galli.
“Entonces, ambos dirigentes [Lula da Silva y Petro] están interesados en que la crisis se resuelva, y si es posible que Maduro se vaya, pero que se vaya con el menor trauma posible porque una salida muy traumática también provocaría un estallido migratorio”.
Maduro está “abocado al corto plazo” y “desesperado”
De acuerdo con Felipe Galli, graduado de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires, las recientes decisiones de Maduro “reflejan características de alguien que está muy abocado al corto plazo, y sobre todo muy desesperado”.
El 27 de agosto el gobernante venezolano anunció cambios en su gabinete, con la destitución de varios ministros y el nombramiento de otros, luego de que el Tribunal Superior de Justicia, controlado por el oficialismo, ratificara la supuesta victoria de Maduro en las elecciones, que desconoce la oposición liderada por María Corina Machado, así como gran parte de la comunidad internacional.
Entre los nombramientos que estrechan el círculo de poder en torno a Maduro, destacan los de Diosdado Cabello como nuevo ministro del Interior, Justicia y Paz; y el de Delcy Rodríguez como titular del Ministerio de Petróleo.
Lee también Maduro nombra a una cubana como ministra de Turismo de Venezuela: ¿quién es?“Maduro está atrincherándose en una jerarquía que es cada vez más pequeña. Lo vemos es una serie de nombramientos de los altos mandos que son las mismas caras de siempre, los Rodríguez, Diosdado Cabello, Padrino López [ratificado como ministro de Defensa]… no está ampliando su coalición”, subrayó Galli.
“Y del mismo modo hasta la militancia de base del chavismo los ha abandonado”, opina el experto, quien sostiene que el “fraude” electoral en Venezuela “se decidió la misma tarde del 28 de julio cuando no fueron informados ni siquiera los testigos de mesa del propio chavismo”.
Según Felipe Galli, “en definitiva es una estructura cada vez más pequeña y cerrada, la que sostiene el andamiaje autoritario en Venezuela, y cada vez más pequeño el foco de apoyo a nivel internacional”.