Estamos viviendo épocas de cambio, muy diferentes, con situaciones que, si bien antes se oía algo, ahora con tanta tecnología, la inmediatez de las noticias se riega como polvorín en las redes sociales, a veces para bien, a veces para mal. Hay una mezcla de sentimientos de reivindicación, anhelos de igualdad y libertad, reclamos, diferencias por superar que cada persona expresa a su manera.
Hay que decir que todo tiene el momento preciso y la forma correcta de expresarse para que el mensaje sea conocido y haga impacto. Todos queremos un mundo mejor, más amigable, equitativo, respetuoso, libre y en paz.
Existe en el Reglamento olímpico lo que se conoce como “La regla 50”, ella dice los siguiente: “No se permitirá ningún tipo de manifestación, ni propaganda política, religiosa o racial, en ningún emplazamiento, instalación u otro lugar que se considere parte de los emplazamientos olímpicos”.
La Junta Directiva del COI respaldó a la Comisión de Atletas de la misma institución, en la postura manifestada por estos de mantener vigente la norma sin relajación, tal cual está escrita, con la condición de dar a conocer a todos los deportistas un conjunto de recomendaciones para preservar el espíritu olímpico y no caer en la politización del deporte, haciendo énfasis en los mensajes de integridad, no discriminación y tolerancia, incorporando palabras como paz, respeto, solidaridad e inclusión, pudiendo ser manifestados esos mensajes en los uniformes que de uso para estar en la Villa Olímpica.
Diferentes asociaciones en pro de los deportistas manifestaron no estar de acuerdo con esa decisión y abogaron por la libertad de expresión. Después de considerar las razones de los opositores, hubo variantes que hicieron a la Regla 50 más flexible, se permitió a los atletas hacer gestos en el campo de competencia, siempre y cuando se hicieran sin crear interrupciones y con todo el respeto por los compañeros competidores.
Lo que si quedó totalmente claro en el mensaje expresado por Thomas Bach presidente del COI: “El podio y las ceremonias de medallas no están hechos para una manifestación política o de otro tipo”.
“La misión es tener al mundo entero unido en un solo lugar y compitiendo pacíficamente entre sí. Esto nunca se lograría si los juegos se volvieran divisivos”, agregó.
En conclusión, durante la ceremonia de premiación no se puede hacer ningún gesto o manifestación por la causa que el deportista quiere defender o dar a conocer.
La ceremonia de premiación es un evento de homenaje y reconocimiento casi sagrado, donde los ganadores en el podio rinden honor a su bandera, a su patria y al himno nacional del poseedor de la presea dorada. Ese momento es inviolable y se debe asumir con respeto, orgullo y agradecimiento.
Algunos participantes fanatizados por su activismo y faltando al deber de respetar la norma que prometen cumplir en el juramento que hacen los deportistas en todo evento de competencia, manifestaron su protesta en el podio. No han faltado quienes hayan salido a defender a quienes han quebrantado la norma, su palabra y su deber.
Toda acción tiene una consecuencia, en el caso deportivo cuando se quebrantan los reglamentos hay sanciones que pueden ir desde perder la medalla, ser expulsado, recibir una amonestación o hasta otro tipo de penalidades que pueden ser por varios años o de por vida.
En todas partes hay normas para conservar el orden, el mundo sería más simple, agradable y feliz si las respetáramos con buena actitud.
En los Olímpicos de Atlanta que no fueron perfectos, hicieron algo muy bien hecho, dispusieron de un gran espacio donde los deportistas podían expresar sus protestas, ideas de cambio, o mostrar ese tema del cual eran activistas.
El lugar fue visitado por miles de personas y claro está, por los medios de comunicación que sirvieron de voceros para el mundo. Así lograron dar a conocer las causas que apoyaban, defendían o denunciaban, con respeto, paz, tranquilidad y acatando los reglamentos.