La Navidad saca lo mejor de las personas y une a todos los cubanos

Escenas familiares como esta se multiplican en la temporada navideña en los aeropuertos de Cuba.

Hoy la Navidad transcurre en numerosos hogares como un fin de año adelantado. Los precios se extreman en esta época. Pero el acontecimiento en sí mantiene vivo su valor espiritual. El largo divorcio impuesto entre los cubanos y el cristianismo no logró sepultar esa voluntad colectiva de paz y concordia.

LA HABANA, Cuba.- Meciéndose en el sillón de caoba donde solía sentarse su madre, y antes su abuela, Noemí rememora la última Navidad que pasó junto a sus hermanos. Aquel 25 de diciembre de 1958, el triunfo de la revolución cubana era una realidad, aunque Fidel Castro no entraría a La Habana hasta el 8 de enero. “Yo tenía diez años y recuerdo que en nuestro vecindario la celebración fue discreta, por los muertos (…) Después de esa vez siempre faltó alguien de la familia y poco a poco la Navidad murió, por la ideología y la escasez”.

Un cuentapropista pone ambiente navideño a su puesto de helados (Cubanet)

Noemí compara las navidades de antaño con las de ahora, como tantos cubanos que tenían uso de razón antes de la llegada del socialismo y la prohibición —decretada por Fidel en 1968— de que se continuara con esa festividad cristiana. “Es cierto que en la época de Batista había pobreza en la Isla, sobre todo en zonas rurales, pero el que trabajaba siempre tenía qué comer (…) Mi papá, que era obrero y mantenía a mi mamá y nosotros seis, garantizaba una comida modesta, pero sabrosa, con pavo o pollo, manzanas, uvas, peras, nueces…”

Hoy la Navidad, recuperada de forma oficial a tenor de la visita del papa Juan Pablo II a la Isla, en 1998, transcurre en numerosos hogares como un fin de año adelantado. A pesar de que —contrario a lo que sucede en el resto del mundo occidental— los precios se extreman en esta época del año, quienes pueden comprar las vituallas para la comida cubana tradicional (carne de cerdo, tostones, congrí, yuca y ensalada), repiten el menú durante los días 24, 25 y 31 de diciembre.

La posibilidad de decorar el hogar con un ambiente navideño sigue siendo un problema sin solución, pues en las tiendas cubanas los pocos accesorios en venta no cuestan menos de 5 CUC. Pero el acontecimiento en sí, o lo que representa, mantiene vivo su valor espiritual.

CubaNet conversó con personas de distintas edades que afirmaron esperar la Navidad por motivos de fe. El largo divorcio impuesto entre los cubanos y el cristianismo no logró sepultar esa voluntad colectiva de paz y concordia que, dos mil años más tarde, aún emana de la fecha en que nació Jesucristo.

Es cierto, como afirma uno de los entrevistados, que hoy la gente —en particular los jóvenes- es menos proclive a creer, pues muchos sentimientos negativos se han acumulado, el mundo no ofrece señales de mejoría y son muy pocas las familias cubanas que podrán reunirse y abrazarse para esperar juntos el nuevo año.

Este ciclo de 365 días que casi concluye, ha sido duro para la Isla, mucho peor tras el paso del huracán Irma. Quizás las pérdidas, algunas irremediables, puedan explicar que haya menos arbolitos encendidos y más calles oscuras.

Pero a pesar de las inclemencias políticas, los azotes del clima, la separación familiar y la imposibilidad de continuar la tradición de acuerdo a las memorias de abuelas como Noemí, la Navidad posee la virtud de sacar lo mejor de las personas y unir a todos los cubanos, sin importar su credo, en la celebración más popular de Occidente.

(Publicado originalmente por Cubanet el 25/12/2017)